viernes, 26 de diciembre de 2014

Desde la unidad del Espíritu, a la unidad de la fe.

Apreciados creyentes todos; hoy quiero exponer en este mensaje, un error que ha causado mucha división en el cuerpo de Cristo (la iglesia), y lo sigue haciendo hasta nuestros días. Este error de conocimiento Espiritual, a dividido y cercenado, el cuerpo de Cristo (la iglesia), por ya varios siglos de historia a la fecha; con el dolor que esto significa para Dios, la pérdida de poder del cuerpo de Cristo (iglesia) y la debilitación del testimonio de la Verdad al mundo, para su salvación (recordando que es la unidad, la que debe dar testimonio del Cristo “para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste”. Juan 17:21)

 Como es de conocimiento de ustedes, es el enemigo quien ha introducido este error de entendimiento en la iglesia (como muchos otros); con el fin de oponerse y destruir la obra de Dios en el mundo. Es por esto, que te insto a comprender muy claramente lo siguiente: Los verdaderos creyentes en Dios nuestro Padre y el Señor Jesucristo, debemos avanzar juntos desde la unidad del ESPÍRITU, hasta que lleguemos todos a la unidad de la FE (y no al revés, desde la unidad de la fe, para tener unidad en el Espíritu).

Cito al apóstol Pablo: “… solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos. Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo. Por lo cual dice:
Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad, Y dio dones a los hombres. Y eso de que subió, ¿qué es, sino que también había descendido primero a las partes más bajas de la tierra? El que descendió, es el mismo que también subió por encima de todos los cielos para llenarlo todo. Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo;” (Efe 4:3-13)

Si leemos con atención lo anterior, nos daremos cuenta; que Pablo nos solicita a mantener la unidad del Espíritu (Espíritu Santo) en el vinculo (atadura entre nosotros) de la paz; hasta llegar (dentro de un proceso que es explicado) a la unidad de la fe (como destino final), es decir, partimos de la unidad del Espíritu hasta llegar como meta final todos juntos a la unidad de la fe. Y no es al revés, como hoy muchas iglesias se dividen, no teniendo unidad en la fe; se separan y dividen el cuerpo de Cristo, en múltiples fracciones interminables.

Creo que el trozo que he citado es bastante extenso de explicarlo completo, es por lo anterior, que sólo tomaré lo relevante a este mensaje, para exponerlo lo más claro posible y comprensión del mensaje. La idea es dar a conocer a los creyentes, un mandato del Señor que hoy no se está cumpliendo siempre, ya que primeramente es desconocido, y éste es que debemos procurar diligentemente mantener la unidad del Espíritu; para que lleguemos todos juntos a la unidad de la fe; y no seguir con la división interminable que nos tiene sumidos el enemigo (él sabe que dividiendo tiene el poder); es decir, no porque un grupo de hermanos crea según algún aspecto no fundamental, algo diferente; sea motivo de división, y la formación de otra denominación mas...

Alguno dirá: ¿Esto qué predicas se parece al ecumenismo?

Primero vamos a la definición de la palabra ecumenismo según la RAE:

Ecumenismo.
1. m. Rel. Tendencia o movimiento que intenta la restauración de la unidad entre todas las iglesias cristianas.

No es un movimiento o una tendencia lo que predico, sino el mantener la unidad del Espíritu entre todos los verdaderos creyentes cristianos (es lo que el Señor pide); es una unión desde el interior al exterior; y no una unión desde el exterior (sin interior), es decir, desde la formas; sino desde el interior, desde el fondo (el Espíritu Santo).

Si unimos todas las religiones cristianas (y no cristianas) por el exterior de ellas (consensuando ritos, creencias, cuestiones de doctrina, de historia, de tradición o de práctica); como resultado obtendremos un monstruo (bestia).

Por otro lado, si todos los creyentes verdaderos mantenemos y procuramos con diligencia, mantener la unidad del Espíritu en el vinculo de paz (ojala en el vinculo de amor), obtendremos la completa edificación del cuerpo de Cristo (la iglesia victoriosa y gloriosa)

¿Ves la diferencia?

Con un intento humano de unión consensuado, obtendremos un monstruo.  Pero por otro lado siguiendo el mandato del Señor, llegaremos todos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo” que es nuestro verdadero propósito.

Hoy hay dos fuerzas unificadoras operando, la primera que es de la religiones del mundo; que llegaran a un monstruo (bestia).

Después vi otra bestia que subía de la tierra; y tenía dos cuernos semejantes a los de un cordero, pero hablaba como dragón. Y ejerce toda la autoridad de la primera bestia en presencia de ella, y hace que la tierra y los moradores de ella adoren a la primera bestia, cuya herida mortal fue sanada. También hace grandes señales, de tal manera que aun hace descender fuego del cielo a la tierra delante de los hombres. Y engaña a los moradores de la tierra con las señales que se le ha permitido hacer en presencia de la bestia, mandando a los moradores de la tierra que le hagan imagen a la bestia que tiene la herida de espada, y vivió. Y se le permitió infundir aliento a la imagen de la bestia, para que la imagen hablase e hiciese matar a todo el que no la adorase. Y hacía que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les pusiese una marca en la mano derecha, o en la frente; y que ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviese la marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre. Aquí hay sabiduría. El que tiene entendimiento, cuente el número de la bestia, pues es número de hombre. Y su número es seiscientos sesenta y seis.(Apo 13:11-18)

La segunda, de los verdaderos creyentes cristianos, para la edificación de la iglesia; no te confundas, son diferentes y obtendrán un resultado completamente diferente, ya escrito:

Apareció en el cielo una gran señal: una mujer vestida del sol, con la luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas. (Apo 12:1)

Hoy muchos cristianos no saben, que deben guardar la unidad del Espíritu; y no dividirse si no concuerdan en todo con otros creyentes, en lo que ellos creen, en lo que no es fundamental de la fe.

Expliquémoslo más detalladamente:

Primero: Para guardar la unidad del Espíritu, lo primero que deben tener los verdaderos creyentes es mismo Espíritu (Espíritu Santo); si no lo tienen, obviamente no podrán guardar dicha unidad, por no tenerlo o tener otro, como es obvio.
Quienes no tienen el Espíritu de Cristo no son de él, y por lo tanto, no se puede guardar la unidad con ellos. Por eso Pablo habla a la iglesia, es decir, a quienes tienen dicho Espíritu, es decir, el Espíritu Santo.

Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él. (Rom 8:9)

Recordemos que recibimos dicho Espíritu por oír y creer, la piedra angular de la fe, roca en la cual se funda toda la iglesia (la fe de que Jesús de Nazaret es el Cristo, el Hijo del Dios viviente):

Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos.(Mat 16:16-19)

Y nosotros hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. (Juan 6:69)

Esto solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe? (Gál 3:2)

Entendemos que el fundamento de la fe, y por la cual Dios por su Hijo nos da de su Espíritu, es por creer que Jesús de Nazaret es el Cristo (Mesías) el Hijo del Dios viviente; este es el cimiento del edificio llamado iglesia. Quien tiene este fundamento de fe, ya puede  recibir el Espíritu de Dios, y debe mantener la unidad del Espíritu (quienes no, no).

Segundo: La fe es una, y su fundamento también lo es; quienes creen el fundamento, pueden recibir el Espíritu prometido, quienes no lo creen, no lo pueden recibir. Acá hay que diferenciar, entre la fe, y el fundamento de la fe. El fundamento de la fe, es lo que expresó Pedro, como ya lo citamos; que aquel Jesús era el Cristo, el Hijo del Dios vivo (y sólo sobre este fundamento se puede avanzar en el crecimiento de Dios). Pero hay más cosas que debemos oír y creer de la Palabra de Dios genuina, y todo eso nos lleva a tener la fe completa; como eso es un trabajo y proceso durante todo nuestro peregrinar acá en la tierra, no podremos, como es obvio, en una primera instancia tenerlo completo y de inmediato para creerlo, ya que no lo conocemos completamente, debemos oírlo primero, porque sin oír ¿qué hemos de creer? (todo ese proceso de crecimiento lo explica Pablo, pero no entraremos en detalle por ahora). 

Bueno, entendiendo que un creyente que ha recibido el Espíritu Santo, no tiene la fe completa en un inicio (como es obvio, ya que es un proceso gradual de crecimiento en la fe), no podemos basar nuestra comunión en creer lo mismo (excepto la base de la fe que debe ser la misma, que aquel Jesús de Nazaret es el Cristo, el Hijo del Dios viviente) porque iniciamos esta carrera en el mismo principio de fe (ya expuesto), pero debemos crecer en la fe y eso implica dos cosas:
 1° Derribar falsas creencias en nosotros mismos y nuestro entorno.
 2° Oír y creer lo genuino que enseña el Maestro. 

Sería ilógico tener comunión basada en la fe (excepto en el fundamento) como requisito para estar unidos, ya que si fuera así, nadie podría unirse a otros hermanos, ya que todos tenemos pensamientos y creencia particulares que nos dividen, que deben ser corregidas por aprender del Maestro. Debemos entender que hay verdaderos creyentes, con el Espíritu de Dios, pero que creen cosas diferentes a las propias (con o sin razón). ¿Eso significa que no debemos decir nada? No, eso significa que debemos mantener el vinculo de paz; y debemos ser edificados hasta llegar a la unidad de la fe, es decir, que todos creamos lo mismo.

Tercero: “… solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz”, la unidad del Espíritu, se guarda en el vinculo de la paz (por lo menos). La forma que nos pide el apóstol de guardar la unidad, es la paz; existiendo una forma superior de hacerlo, sólo nos pide que conservemos la paz unos con otros. No nos pide que nos unamos, en esta fase o instancia, en el vínculo perfecto que es el amor, ya que este vínculo debe ir siendo edificado en nosotros, y para iniciar, podemos hacerlo conservando la paz entre hermanos; si es el amor, mucho mejor; y así debe llegar a ser.

Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto. (Col 3:14)

Ahora podemos entender que debemos guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; eso significa ya no más divisiones entre hermanos, por motivos de fe incompleta; en la cual aún debemos ser edificados. Lo anterior, no significa, que no se deban conversar y discutir las diferencias y a la luz del Espíritu por medio de la Sagradas Escrituras, conocer la verdad y avanzar en ella; pero no podemos poner como motivo de división, entendimientos dispares de cosas que no son fundamentos de la fe; sino con mansedumbre y humildad, buscamos y aceptamos juntos la verdad, como cuerpo, ejerciendo cada uno nuestros dones; y los Ministros en su trabajo de edificación por la Palabra, para la obra.

No debemos confundirnos, no digo que sean muchas las fe, sino que la fe es una; lo que sucede, es que nuestros entendimientos están en evolución a comprender la verdad completa, bien lo dice el mismo apóstol, una sola fe.

… un Señor, una fe, un bautismo,… (Efe 4:5)

Pero todos partimos del mismo fundamento (y como tal, nunca puede ser removido), Jesús de Nazaret es el Cristo el Hijo del Dios viviente, dicho de otra forma, Jesucristo ha venido en carne.

Lo podemos ver, en los siguientes versos del apóstol Juan:

En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo. (1Jn 4:2-3)

Porque muchos engañadores han salido por el mundo, que no confiesan que Jesucristo ha venido en carne. Quien esto hace es el engañador y el anticristo. (2Jn 1:7)

Quien no confiesa este fundamento de fe, no es de Dios; así de simple; y con ellos no se puede guardar obviamente la unidad del Espíritu; pues no obedecen al mismo Espíritu que nosotros.

Ahora, os muestro algunos ejemplos de cómo se lleva a la práctica este guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz (ver capítulo 14 de Romanos completo):


Recibid al débil en la fe, pero no para contender sobre opiniones. Porque uno cree que se ha de comer de todo; otro, que es débil, come legumbres. El que come, no menosprecie al que no come, y el que no come, no juzgue al que come; porque Dios le ha recibido. (Rom 14:1-3)

Uno hace diferencia entre día y día; otro juzga iguales todos los días. Cada uno esté plenamente convencido en su propia mente. El que hace caso del día, lo hace para el Señor; y el que no hace caso del día, para el Señor no lo hace. El que come, para el Señor come, porque da gracias a Dios; y el que no come, para el Señor no come, y da gracias a Dios.(Rom 14:5-6)


Debemos mantener la unidad del Espíritu, pero no con cualquier espíritu, como se ve en las cartas de Juan, no es esa unidad con el espíritu del anticristo; que ya opera en este mundo; y por el cual, se elabora esa bestia que citamos de apocalipsis 13. No debemos causar divisiones, a no ser con el espíritu del anticristo; con el cual no hay ninguna comunión posible (obviamente). Hoy vemos muchas divisiones entre verdaderos creyentes, y arrastrados por el error, separándose de hermanos por tener un entendimiento diferente, de cosas que muchos ni siquiera comprenden a cabalidad. Muchos lobos “apacientan” dichos rebaños, y su trabajo es causar más dolor y divisiones en el cuerpo de Cristo; hoy debemos entender que no es la voluntad del Señor esa, y él nos manda a mantener la unidad del Espíritu, hasta que lleguemos a la unidad de la fe “y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”; es decir, al propósito de nuestra carrera, todos juntos. Pero no por eso justificando el error, sino con paciencia, soportándonos unos a otros, en amor. Amén.

Publicidad