domingo, 2 de agosto de 2015

Las personas no llegarán a otro lugar, sino donde sus propias decisiones lo condujeron.



Las personas no llegarán a otro lugar, sino donde sus propias decisiones lo condujeron; es una verdad que hoy te quiero mostrar, para que pongas mucha atención en tus decisiones, y la forma en que llegas a ellas. Ya que como creyentes, nuestro objetivo es entrar en el  Reino de los Cielos; pero pongamos mucha atención en lo siguiente, que nos enseñó nuestro Señor Jesucristo:

No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Mat 7:21 

Vemos que la llave para entrar en el reino de los cielos, no es otra que HACER LA VOLUNTAD DE DIOS. ¿Podrá entrar al reino de los cielos quién no hace la voluntad de Dios, por mucho que diga que es un creyente verdadero, pero que no hace la voluntad de Dios (por el motivo que sea)? Me parece que la respuesta es obvia, NO ENTRARA; en el Reino de Dios, donde sólo se hace la voluntad de dicho Rey; y quien no practica dicha voluntad, no podrá entrar en él.

El verdadero creyente obedece a la fe, lo que significa obedecer a la Palabra de Dios. Es una fe muerta, la fe sin obras de obediencia al Rey, es decir, sin obedecer la Palabra de Dios que fue encarnada.

Todos llegarán, donde sus propias decisiones  los lleven, no llegarán a otro lugar; algunos guiados por sí mismos, llegaran a un gran desastre; otros en cambio, a la vida y gloria eterna, por tomar la decisiones correctas (la voluntad de Dios).

Cada día debemos escuchar al Señor por su Espíritu, y eso nos debe conducir a tomar la decisión correcta; eso es la cruz de cada día; no mi decisión personal por sobre lo que Dios dice (no lo que yo quiero); sino lo que Dios dice es lo mejor para mi, para mis amados y por amor a El, lo hago.

Hoy se ven muchos creyentes sin cruz, haciendo lo que quieren, lo que les satisface, buscando sus placeres, buscando sus glorias, lo que el mundo hace, buscando lo suyo, por sobre la voluntad de Dios. ¿Dónde llegaran? No llegarán a otro lugar muy distinto, donde los hombres del mundo llegarán haciendo lo mismo; es lógico, incluso los del mundo podrían llegar a un mejor lugar, pues ellos lo hacen en ignorancia de Dios, pero estos "creyentes" lo hacen, diciendo que tienen el conocimiento de Dios. 

Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también sobre la tierra.   Es tan fundamental esto de la voluntad de Dios, que ya en la oración del Padre nuestro, nos lo enseña en un lugar relevante. Veámoslo resumidamente, en la oración que todos conocemos:

Padre nuestro que estás en los cielos : Identificamos primero a quien hacemos la oración, a nuestro PADRE QUE ESTA EN LOS CIELOS.

Santificado sea tu nombre : Luego, ¿Cómo santificamos su nombre? Escuchándolo y creyéndole, con temor reverente (oyendo y creyendo su Palabra, que es Jesucristo).

Venga tu reino. Sin los puntos anteriores, no puede venir el reino de Dios; antes lo identificamos, oímos y creemos… ¿Y para que? Para lo que viene en el punto siguiente… OBEDECER (así como no se puede obedecer sin antes de oír la Palabra, no puede venir el reino de Dios, antes de la Palabra de Dios; y sabemos que la Palabra de Dios ya vino y está en nosotros).

Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también sobre la tierra.   Acá está el propósito y sentido de lo que oramos, y si oramos y no tenemos en cuenta este sentido de OBEDECER ¿para qué oramos? Sin obediencia, no tiene ningún sentido nuestra oración; sería sólo palabrería y/o superstición. Dios ya trajo el Reino de los Cielos, por medio de su Palabra (Jesucristo); esta Palabra nos instruye, capacita y da poder; para hacer la voluntad perfecta de nuestro Rey. No es palabra de la tierra, sino palabra del cielo; con poder del cielo en quien la oye, cree y obedece. La obediencia a las palabras de la tierra, por sobre a las del cielo, nos llevan a muerte.

Todos llegaremos al lugar que nuestras propias decisiones nos llevarán; seamos diligentes y pongamos toda nuestra atención en oír y obedecer a la verdad; ya que nadie podrá engañarla. Todos obtendremos lo que hemos sembrado, y no otra cosa. Hoy es tiempo de ocuparse con diligencia en buscar, oír y obedecer la Palabra de Dios, es tiempo de aprender para poder poner en práctica la perfecta voluntad de Dios, y no conformarnos en hacer las cosas, de la forma, manera  y propósitos terrenales, agradándonos a nosotros mismos antes que a El; que es digno de toda honra, gloria, alabanza y adoración. Amén.

La llave del Reino de los Cielos, es la cruz; y la cruz nos enseña a obedecer más allá de nosotros mismos; porque hay algo muchísimo mejor, y el amor de Dios inunda nuestros corazones. Amén.

Un evangelio, sin hacer la voluntad de Dios, no es de Dios. Amén.


Un abrazo a todos, y que la paz (shalom) de Dios nuestro Padre y nuestro Señor Jesucristo, sea con los verdaderos creyentes. Amén.


 La gente arruina su vida por su propia necedad, y después se enoja con el SEÑOR. Pro 19:3

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