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| Apocalipsis |
Cuando mencionamos el libro de Apocalipsis, la reacción inmediata de la mayoría es el miedo y/o la especulación futurista. Pero si nos quitamos los lentes de la religión occidental y nos ponemos los lentes hebreos del Reino de Dios, descubriremos que no es una película de terror, sino la Revelación de la Verdad (Realidad).
Para entender este libro, primero debemos definir qué es y para quién es.
1. Un Libro con "Acceso Restringido" (La Soberanía de Dios)
Desde el primer versículo, el libro establece su filtro de seguridad:
"La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto..." (Apocalipsis 1:1).
Aquí hay tres verdades fundamentales que a menudo ignoramos y pasamos por alto:
Su Significado: "Apocalipsis" significa "quitar el velo". No es solo una revelación de eventos, es la Revelación de Jesucristo. Es ver la Verdadera Realidad tal como es Él.
Su Destinatario: Está escrito exclusivamente para sus siervos (lo dice explícitamente el texto). El que no vive como siervo (sometido a Su Señorío), no tiene la capacidad espiritual para entenderlo. Dios (Padre), en Su soberanía, esconde estas verdades a los curiosos y las revela solo a los siervos (por eso hay tanta especulación e interpretaciones diversas de este libro).
Su Naturaleza: El versículo 3 nos dice claramente que es una profecía. No es alegoría poética, es la historia anticipada de Dios para sus siervos.
2. La Clave Hebrea: Oír es Obedecer
Una frase se repite como un estruendo siete veces: "El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias".
Para nosotros, occidentales, "oír" es simplemente percibir sonidos. Pero el libro fue escrito con mentalidad hebrea. La palabra es "Shemá", que implica que no has oído realmente hasta que has obedecido. Por eso la bienaventuranza de Apocalipsis 1:3 es para el que lee, oye y guarda (obedece) las cosas escritas. Sin obediencia, el estudio de Apocalipsis es letra muerta.
La frase se debería traducir: "El que tiene oído, obedezca lo que el Espíritu dice a las iglesias".
3. El Juicio a la Casa de Dios: Candelero y Mensajeros
Antes de juzgar al mundo, Jesús inspecciona a Su Iglesia. Envía cartas a los "ángeles" de las 7 iglesias (término que puede traducirse como mensajeros, refiriéndose a los líderes humanos responsables).
Las advertencias son severas y desmontan la idea de "una vez salvo siempre reinando":
"Vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido." (Apocalipsis 2:5).
¿Qué significa esto? Si el candelero es la iglesia (la luz), quitar el candelero no significa necesariamente que la persona pierda la salvación eterna, sino que pierde su posición y privilegio en el Reino de Dios. Deja de ser útil para el Señor, pues no obedece. Es removido de su función como portador de luz, quedando fuera del propósito corporativo de Dios.
4. Laodicea: Creyentes con el Señor "Afuera"
La tragedia moderna se ve en la iglesia de Laodicea (Apoc 3:20). Jesús está tocando la puerta... desde afuera. Esto demuestra que es posible ser una iglesia llena de actividades, personas, profecías, milagros, etc. (pero con el Espíritu Santo contrito), pero sin Cristo reinando adentro. Son creyentes, sí, pero no son obedientes a Su voz. El Señor no está en el trono de esa congregación gobernando; está en la calle, buscando a alguien que oiga y le abra, para poder entrar (ver Mateo 7:21-23).
5. Vencedores vs. Los que sufren pérdida
Aquí entramos en el terreno más serio. Las promesas gloriosas no son para todos, son "Al que Venciere". Pero, ¿qué pasa con el que no vence?
"El que venciere, no sufrirá daño de la segunda muerte." (Apocalipsis 2:11).
Esto implica, por contraste, que el que no venza, sufrirá algún tipo de daño relacionado con la muerte segunda (el Lago de Fuego). Esto se alinea perfectamente con 1 Corintios 3:15: "Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego".
El creyente que no vivió en obediencia (que no tejió su lino fino) verá sus obras quemadas. No perderá su vida eterna (comprada por sangre), pero sufrirá el dolor de ver su vida terrenal reducida a cenizas y perderá su recompensa en el Reino de los cielos.
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| Un Camino a la Victoria final. |
Conclusión
Apocalipsis es el Manual del Examen Final. No nos llama a tener miedo al Anticristo, sino a tener temor de Dios. Nos llama a entender que ser "siervo" no es un título, es una condición de obediencia absoluta al Señor.
La pregunta al cerrar el libro no es "¿Cuándo vendrá?", sino:
¿Soy un siervo que obedece (Shemá) para conservar mi candelero, o seré de los que sufran la pérdida de sus obras cuando el Fuego pruebe lo que construí?


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