Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto. (Mat 5:48)
El propósito de la Palabra olvidado, es lo que hoy vemos en el cristianismo moderno; un cristianismo que desconoce el evangelio de Dios, la forma de operar y su propósito. Es por lo anterior, les comparto el siguiente mensaje, según lo que nuestro Señor Jesucristo, unigénito del Padre, nos enseñó “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto”. Es esa perfección, ese llamado lo que hoy olvidan gran cantidad de agrupaciones llamadas cristianas.
Obviamente el llamado a la perfección no está sustentado en nuestra capacidad natural (humana), ya que con nuestros medios humanos ni siquiera tuvimos la capacidad de guardar y cumplir la ley de Dios escrita en mandatos, la cual es santa justa y buena. Es por ello que Dios debe proveer otro medio capaz, para poder cumplir y llegar al propósito de ser como él lo es, y cómo nos demanda llegar a ser.
¿Y cuál es ese medio tan maravilloso y potente, que nos puede llevar la perfección llamada por el Maestro?
Debe ser un medio muy especial, ya que para llevarnos a la altura de Dios nuestro Padre, no hay medio humano en el que podamos confiar; hacerlo sería una locura. Es algo imposible para el hombre, pero todo es posible para Dios. ¿Ahora recuerdas cual es el medio por el cual nada nos será imposible?
Bien, así es: Jesús les dijo: Por vuestra poca fe; porque de cierto os digo, que si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará; y nada os será imposible. (Mat 17:20)
Si antes no creemos que esta perfección es llamada, solicitada y posible acá en la tierra, es imposible que la alcancemos; primero hay que creer; luego viene el poder de Dios que nos trasforma día a día, según su imagen y semejanza; por su gracia.
¿Y se alcanza acá en la tierra, o en el cielo como predican erróneamente muchas sectas cristianas?
La respuesta es que el reino de los cielos está acá en medio nuestro, lo alcanzamos en la tierra y no cuando ya no haya más que hacer, que esperar recibir lo prometido, según cada cual sembró.
Por ahí me pidieron que diera sólo un ejemplo de la Biblia de una persona que haya alcanzado esa perfección; y esta persona reconocería su error al decir que esta perfección llamada por Jesús no era alcanzable acá en la tierra, sino en el cielo, cuando le veamos tal cual es él; seremos según él.
El ejemplo lo di; la retracción del error nunca llegó; y lo repito acá.
Jesús dijo: Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios. (Mat 5:8)
Nosotros tendemos a pensar que eso ocurrirá cuando muramos, cuando estemos ante su presencia.
¿Pero será tan así, como siempre nos han enseñado?
Veamos un ejemplo de un hombre que llego a ese corazón puro y limpio; que le permitió ver a Dios antes de morir; un hombre que llegó al final de la carrera de la perfección llamada por Jesús, un ejemplo de los muchos que está en la Biblia.
Es el caso de Esteban: Entonces todos los que estaban sentados en el concilio, puestos los ojos en él, vieron su rostro como el rostro de un ángel. (Act 6:15)… ¿A cuál de los profetas no persiguieron vuestros padres? Y mataron a los que antes anunciaron la venida del Justo, del cual vosotros ahora habéis sido entregadores y matadores; que recibisteis la ley por disposición de ángeles, y no la guardasteis. Y oyendo estas cosas, regañaban de sus corazones, y crujían los dientes contra él. Más él, estando lleno del Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús que estaba a la diestra de Dios, y dijo: He aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre que está a la diestra de Dios. Entonces ellos dando grandes voces, se taparon sus oídos, y arremetieron unánimes contra él; (Act 7:52-57)
Esteban logró alcanzar el llamado, alcanzó lo prometido. Vio a Dios en su gloria, y a su Hijo en su diestra. No murió Esteban, hasta que lo apedrearon posterior a este hecho; logró concluir su carrera; alcanzó el supremo llamado que es en Cristo Jesús, Señor nuestro.
Vemos acá un hombre que alcanzó a tener un corazón limpio, y por lo tanto, puedo ver a Dios acá en la tierra.
Entonces, cuando el Señor nos dice “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto”; no debemos caer en incredulidad, como si algo imposible nos pidiera el Maestro; ya que si no lo creemos; será imposible alcanzarlo; pero para él que cree, nada le será imposible.
Es por eso que, creyéndole y siguiéndole podemos decir, al igual que el apóstol Pablo dijo: Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. (Fil 4:13)
La clave es que EN CRISTO, nada nos será imposible.