Lo que me motiva a escribir el
presente mensaje; es que veo con mucho dolor tanta distorsión e ignorancia, en
el pueblo cristiano, respecto al tema del divorcio y/o separaciones
Bíblicamente entendido. Muchas malas interpretaciones de la Biblia, llegan a
conclusiones que son erradas y contradictorias; y por lo tanto, quienes las
siguen, pagan un alto precio de esos errores adquiridos, en sus vidas. En lo
absoluto me encuentro un erudito en el tema, pero con mucha humildad y amor,
les quiero compartir el siguiente mensaje que veo, que realmente es lo que nos
enseña la Palabra de Dios, es decir, Jesucristo.
Antes quiero aclarar que no soy para nada un promotor del divorcio, estoy muy lejos de promoverlo, pero como verán, es permitido Biblicamente en casos muy especiales.
Lo primero que debemos distinguir en la Biblia, es el
divorcio de la separación (divorcio vs separación); el tomarlos como sinónimos,
nos puede traer un problema importante al sacar conclusiones; pues al no ser lo
mismo; tendremos conclusiones erradas y dañinas.
Pablo en su primera carta a los Corintios en el capítulo 7,
nos habla de la separación (χωρίζω jorízo)
; él no está hablando de divorcio (ἀποστάσιον apostásion) ; sino de separación (χωρίζω jorízo)
. En Cambio Jesús en los capítulos 5 y 19 de Mateo; 10 de Marcos y 16 de Lucas;
nos enseña del divorcio (ἀποστάσιον apostásion). Esto lo digo como
preámbulo, para tener en cuenta.
Voy a iniciar el desarrollo del mensaje a partir de las
enseñanzas de Jesús, para luego ir a Pablo. Por favor, querido hermano, leamos
lo siguiente:
Mat 19:3-9 Y se acercaron a Él
unos fariseos para tentarlo, diciendo: ¿Es lícito que un hombre repudie a su
mujer por cualquier causa? (4) Él respondió y dijo: ¿No leísteis que el que
los creó, desde el principio los hizo varón y hembra? (5) Y
dijo: Por esto dejará el hombre al padre y a la madre, y se unirá a su mujer, y
vendrán a ser los dos una sola carne.
(6) Así que ya no son dos, sino
una sola carne. Por tanto, lo que Dios unció al mismo yugo no lo separe un
hombre. (7) Le dicen: ¿Por qué pues Moisés mandó dar
carta de divorcio, y repudiar? (8) Les dice: Por la dureza de vuestro corazón os
permitió Moisés repudiar a vuestras mujeres, pero desde un principio no fue
así. (9)
Y os digo que cualquiera que repudia a su mujer, a no ser por causa de
fornicación, y se casa con otra, adultera.
Vamos verso a verso, para mayor claridad:
Mat 19:3 Y se acercaron a Él unos fariseos para tentarlo,
diciendo: ¿Es lícito que un hombre repudie a su mujer por cualquier causa?
Nótese, como los fariseos preguntan por el repudio de la
mujer (implica divorcio, pues la pregunta apunta a si es lícito o no; y el
divorcio está permitido por la Ley de Moisés en ciertas condiciones) por
cualquier causa. Eso no es Bíblico, no
se puede repudiar a una mujer por cualquier causa.
Mat 19:4
Él
respondió y dijo: ¿No leísteis que el que los creó, desde el principio los hizo varón y hembra?
Nótese que desde el principio, es decir, en su creación Gén
1:27; Gén 5:2 fueron hechos hombre y mujer. Acá queda fuera cualquier otro tipo
de definiciones de género, son sólo dos, varón y hembra.
Mat 19:5 Y dijo: Por esto dejará el hombre al padre y a la madre,
y se unirá a su mujer, y vendrán a ser los dos una sola carne.
Este es el deseo de Dios, una vez que se unen (hombre y
mujer), llegan a ser uno; es decir, una vez consumada la unión carnal; es
motivo, para que Dios los considere ya como uno. El hombre dejará su padre y
madre, es decir, es el inicio de una nueva familia.
Mat 19:6 Así que ya no son dos, sino una sola carne. Por tanto, lo
que Dios unció al mismo yugo (συζεύγνυμι suzeúgnumi : enyugó) no lo separe un hombre.
Cuando una pareja se une (relación intima), Dios los enyuga;
esa es la palabra usada correctamente (συζεύγνυμι suzeúgnumi : enyugó); y ya no son dos, sino
uno. Nota como no significa que pierden su identidad, ni que se hacen la misma
cosa; en el ejemplo vemos como son colaboradores unidos; de la misma forma que
una yunta de bueyes¸ trabajan unidos por el mismo objetivo (son mutuamente
ayudas complementarias). Es importante destacar, como esto está ligado a lo que
Jesús nos invitó en (Mat 11:28-30 Venid a mí
todos los que estáis trabajados y agobiados, y Yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y
aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para
vuestras almas, porque mi yugo es fácil y ligera mi carga. ) Esto
nos habla de Cristo y su Iglesia; como el Señor nos invita a tener esa misma
relación con él (enyugados como marido y mujer), y muchos ejemplos tenemos en
la Biblia de dicha relación (el novio y la novia).
Luego dice que no lo separe el hombre; pregunto: ¿Por qué lo
dice, porque el hombre lo puede separar, o es inseparable? Claramente, lo da
como advertencia y/o mandato, pues se estaría deshaciendo algo que Dios hizo; y
los cristianos queremos que se haga la voluntad de Dios acá en la tierra; pero
no lo dice porque el hombre (o un hombre) no lo pueda separar; pues si fuera
imposible de separar para el hombre, no habría tal advertencia o mandato. Si no
fuera posible para el hombre separar esa unión (desenyugar), el texto diría de
la siguiente manera; Por tanto, lo que Dios enyugó, no
lo podrá separar un hombre; cosa que no la dice así. Pues, se puede romper; el hombre puede romper esa
unión ilegítimamente, por el adulterio (que es el proceso inverso por el cual
Dios lo creó, el enyugamiento).
Mat 19:7 Le dicen: ¿Por qué pues
Moisés mandó dar carta de divorcio,
y repudiar?
Jesús aclarará que Moisés no mando, sino que permitió; que son cosas distintas; los fariseos
buscaban hacerlo caer en sus palabras; pero es imposible, pues El mismo es la
Palabra de Dios encarnada (λόγος lógos).
Mat 19:8 Les dice: Por la dureza de vuestro corazón os permitió Moisés repudiar a vuestras
mujeres, pero desde un principio no
fue así.
Vemos que el divorcio fue permitido (no mandado) por Moisés
(en la Ley, es decir, La Torah). ¿Y por qué? Por la dureza del corazón del
hombre (mujer). Y sabemos que antes del
pecado, el hombre no tenía ese problema del corazón duro (pues la circuncisión
del Espíritu, nos vuelve un corazón nuevamente de carne y no de piedra). Por lo
que intuimos, que este mandamiento como permiso, se introdujo a causa del
pecado, ya existente en la humanidad a partir de la caída (esto es varios
siglos antes de Moisés).
Sigamos: Luego dice “desde un principio no fue así”: ¿A qué
principio se refiere Jesús? Claramente, al principio cuando el hombre (mujer)
no tenía el problema de dureza en el corazón. ¿Y cuando fue esto? Fue antes de
la caída en el huerto con Adán y Eva; la dureza del corazón es un problema que
derivó obviamente del pecado. Es decir, este mandamiento (permiso) del divorcio
fue introducido a causa del pecado ya existente en la humanidad (desde el
principio, es decir, hasta la caída), y no hubiese sido necesario este mandato,
si el hombre no tuviera el corazón endurecido por el pecado. No es como algunos
piensan antes de Moisés, pues claramente habían muchas infidelidades hasta esa
fecha, sólo que la ley no las había dado a conocer.
Mat 19:9 Y os digo que
cualquiera que repudia a su mujer, a no
ser por causa de fornicación, y se casa con otra, adultera.
Jesús aclara que sólo está permitido repudiar a la mujer (y
luego el divorcio) por causa de
fornicación; es decir, porque uno de los cónyuges tenga una relación intima
fuera del matrimonio. El divorcio está permitido (no mandado) sólo por esta
causa; y no por cualquier causa, como preguntaron los fariseos. Pues la
fornicación rompe ilegítimamente la unión que Dios hizo, cuando ellos se
unieron en una carne.
Ahora viene una pregunta muy importante de aclarar: ¿La
dureza del corazón de quien es el problema en una caso de infidelidad
(deslealtad)?, ¿Quién fue el de duro corazón en este acto de adulterio?
Claramente, el que cometió la infidelidad fue el de duro corazón, pues primero
no consideró el compromiso y amor a su pareja (falta de amor por el otro); y
segundo, en esta aventura, lo más probable es que tampoco tenga en cuenta que
está con la pareja de su prójimo (usurpando lo que no le corresponde, no ama su
prójimo en ningún caso). Y se agrega un tercer aspecto, donde vemos el
endurecimiento de su corazón: No está respetando el mandato de Dios, de no
romper el yugo con su mujer (u hombre según el caso). Falló en su amor a Dios.
Vemos claramente, que el endurecimiento que actúa para el
pecado, es del cónyuge infiel.
Jesús nos enseña que el divorcio sólo es permitido (no
obligado) por causa de fornicación (existe también fornicación espiritual). No
hay otro motivo posible; y hoy anular este mandato de Jesús, sería muy grave;
pues el mismo lo explica:
Porque de
cierto os digo: Hasta que pase el cielo y la tierra, de ningún modo pasará una
iota, ni un trazo de letra de la ley, hasta que todo se haya cumplido. Por
tanto, cualquiera que suprima uno solo
de estos mandamientos más pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño
será llamado en el reino de los cielos, pero cualquiera que los practique y
enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos. (Mat
5:18-19)
Suprimir este mandato, es muy grave, pues no es un gran
mandamiento; pero si es importante; y no se debe suprimir; Jesús permite (según
La Ley) el divorcio en sólo causas de fornicación.
La ley tiene tres aspectos importantes, y cuando suprimimos
un mandamiento; estos tres aspectos de este mandamiento se ven suprimidos
también; veámoslo en palabras de Jesús:
¡Ay de
vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! que diezmáis la menta, el eneldo y
el comino, pero dejasteis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia
y la fe. Esto era necesario hacer
sin dejar aquello. (Mat 23:23)
Estos tres aspectos están incluidos en la Ley (Torah), y
cuando suprimimos un mandamiento (aunque sea el más pequeño), suprimimos
justicia, misericordia y fe<, así de simple y grave. Creo que esto es
importante de considerar, pues es un grave error suprimir un mandamiento del
Señor; y no entender que se está restando justicia, misericordia y fe.
Como paréntesis, te comento lo siguiente: Lo que hoy está
abolido no es la Ley, sino la Ley como pacto para salvación del hombre, es
decir, Dios nunca ha dado por terminada la Ley; sino lo que está caduco es que
seamos justificados por La Ley, pues es imposible a causa del pecado, por eso
somos justificados por la fe; y salvos por gracia. Pero la ley debe ser escrita
en nuestros corazones, pues representa la perfecta voluntad de Dios; y como
dice la Biblia: De
manera que la ley a la verdad es santa, y el mandamiento, santo, justo y bueno.
(Rom 7:12)
Quiero referirme ahora a ejemplos del Antiguo Testamento,
donde podemos ver que la persona que da carta de divorcio, no es la persona que
tiene problemas de dureza de corazón (necesariamente), sino la que comete
fornicación; y como en ciertos casos la única salida de poder cumplir con la
justicia, misericordia y fe; es dando carta de divorcio (desgraciadamente por
causa del pecado), leamos lo siguiente:
Vio
(Judá) que Yo había despedido a la apóstata Israel por sus adulterios y que le había dado carta de divorcio; y aun
así, no tuvo temor Judá, su pérfida hermana, sino que también ella fue y se
prostituyó. (Jer 3:8)
Acá vemos como el Señor, la había dado carta de divorcio a
Israel, por sus adulterios (fornicación espiritual), a pesar de que el Señor la
esperó, no volvió a El; vemos entonces lo siguiente: Primero, que si el Señor da
carta de divorcio a Israel, esto no es malo, si El lo hizo por la justa razón, que
es fornicación de Israel, después de una larga espera con paciencia. Vemos además, que el
problema de dureza del corazón, no es del Señor obviamente; sino de Israel (el
pecado de Israel). Acá entonces descartamos, que la dureza del corazón sea de
la víctima del adulterio de la pareja, es decir, de quien da la carta de
divorcio legitima, sino de quien comete
la fornicación.
El verso siguiente, deja muy claro que la dureza del corazón, es de quien adultera; y no necesariamente de quien da la carta de divorcio (vemos en Jeremías más delante):
En aquel tiempo Jerusalem será llamada Trono de YHVH, y serán reunidas a ella todas las naciones, al nombre de YHVH en Jerusalem; y no andarán más tras la dureza de su malvado corazón. (Jer 3:17)
El Señor nos da un clarificador ejemplo en estos pasajes de Jeremías, el da la carta de divorcio a Israel, luego de una paciente espera de que se arrepienta, de sus adulterios; y ello debido a la dureza de su corazón.
Ahora vamos al apóstol Pablo (muchas veces mal entendido,
pero un brillantísimo maestro por la gracia de Dios), que pareciera que algunas
de sus enseñanzas son contradictorias con todo esto que vimos, leamos:
1Co 7:1-16 Ahora, acerca de las cosas que
escribisteis, bueno es para el hombre no tocar mujer. (2)
Pero por causa de las fornicaciones, cada uno tenga su propia mujer, y
cada una su propio marido. (3) El marido cumpla con la mujer lo debido, y
asimismo también la mujer con el marido.
(4) La mujer no tiene potestad
sobre su propio cuerpo, sino el marido; e igualmente tampoco el marido tiene
potestad sobre su propio cuerpo, sino la mujer.
(5) No os privéis el uno al otro,
excepto de común acuerdo y por algún tiempo, para dedicaros a la oración, y
luego volved a juntaros, para que no os tiente Satanás a causa de vuestra
incontinencia. (6) Pero esto digo como concesión, no como
mandato: (7) Quisiera más bien que todos los hombres
estuvieran como yo mismo, pero cada uno tiene su propio don de Dios, uno de una
clase, y otro de otra. (8) Digo, pues, a los solteros y a las viudas:
Bueno les fuera si permanecieran como yo,
(9) pero si carecen de dominio
propio, cásense; porque mejor es casarse que quemarse. (10) Y
a los que se han casado, ordeno, no yo, sino el Señor, que la mujer no se
separe del marido; (11) y si llega a separarse, que permanezca sin
casarse o se reconcilie con el marido; y al marido, que no abandone a la mujer. (12) Y
a los demás, digo yo, no el Señor: Si algún hermano tiene mujer incrédula y
ella está dispuesta a vivir con él, no la abandone; (13) y
si alguna mujer tiene marido incrédulo, y él está dispuesto a vivir con ella,
no abandone al marido. (14) Porque el marido incrédulo es santificado por
la mujer, y la mujer incrédula es santificada por el hermano, pues de otra
manera, vuestros hijos serían inmundos, mientras que ahora son santos. (15)
Pero si el incrédulo insiste en separarse, que se separe, pues no está
el hermano o la hermana sujeto a servidumbre en semejante caso, sino que a paz
os ha llamado Dios. (16) ¿Qué sabes, mujer, si salvarás al marido? ¿O
qué sabes, marido, si salvarás a la mujer?
Vamos por parte desmenuzando los versos, y notemos que en
ninguna parte Pablo habla de divorcio; sino de separación; pues no está
hablando de la Ley que él la sabe muy bien y que está completamente correcta;
sino de separaciones por otros motivos que no sean la fornicación (adulterio).
1Co 7:1-2 Ahora, acerca de las
cosas que escribisteis, bueno es para el hombre no tocar mujer. (2)
Pero por causa de las fornicaciones, cada uno tenga su propia mujer, y
cada una su propio marido.
Pablo aconseja a si no se tiene la capacidad de continencia,
casarse. Porque el que fornica (relación intima fuera del matrimonio), contra
su propio cuerpo peca (ver capitulo anterior 6).
1Co 7:3-5 El marido cumpla con la
mujer lo debido, y asimismo también la mujer con el marido. (4) La
mujer no tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino el marido; e igualmente
tampoco el marido tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino la mujer. (5) No
os privéis el uno al otro, excepto de común acuerdo y por algún tiempo, para
dedicaros a la oración, y luego volved a juntaros, para que no os tiente
Satanás a causa de vuestra incontinencia.
Es importante notar como el apóstol llama a no negarse el uno
al otro, y como indica que el cónyuge es el que tiene potestad del cuerpo de su
pareja. Si esto fuera entendido (en amor), muchos problemas matrimoniales se
terminarían. Es interesante de meditar este tema, pues al tener la mujer el
dominio (control) del cuerpo del hombre; y el hombre dominio (control) del
cuerpo de la mujer, a la vez; se produce un equilibrio sorprendente; pues ambos
seden el control (dominio) de sus propios cuerpos al otro; y ninguno puede
entonces ser agredido o forzado, y tampoco se puede negar; es decir, la
relación es en perfecto amor. Nota que no se puede forzar, y se puede negar a
la vez. ¡Interesante!
1Co 7:6-9 Pero esto digo como
concesión, no como mandato: (7) Quisiera
más bien que todos los hombres estuvieran como yo mismo, pero cada uno tiene su
propio don de Dios, uno de una clase, y otro de otra. (8)
Digo, pues, a los solteros y a las viudas: Bueno les fuera si
permanecieran como yo, (9) pero si carecen de dominio propio, cásense;
porque mejor es casarse que quemarse.
Bueno acá Pablo da un consejo; que bueno sería que se queden
como él; es decir, solteros; por causa del Señor; pero si no tienen continencia;
es mejor que se casen, que estar expuestos a quemarse.
1Co 7:10-11 Y a los que se han
casado, ordeno, no yo, sino el Señor,
que la mujer no se separe del marido;
(11) y si llega a separarse, que
permanezca sin casarse o se reconcilie con el marido; y al marido, que no
abandone a la mujer.
Acá hay un mandamiento del Señor; habla de separación (χωρίζω jorízono)
y no de divorcio (ἀποστάσιον apostásion),
pues son cosas distintas. Si la mujer se separa de su marido (se entiende por
cualquier causa que no sea fornicación, pues en la fornicación está permitido
el divorcio), ella debe quedarse sin casar; es decir, si la mujer estima que ya
no quiere estar con su marido (por cualquier causa), ella debe quedarse sin
casar (pues no está permitido el divorcio por cualquier razón). Y como una
manera de estimular la reconciliación de ambos, el Señor ordena que si no hay
causa de fornicación; se puedan separar pero ambos deben quedar sin unirse a
otra persona. Este texto, es muchas veces causa de confusión, pues se le asocia
al divorcio; siendo que el Señor no ha cambiado de parecer; pues no lo puede
hacer; él está hablando de separación por cualquier causa, y no por adulterio.
1Co 7:12-14 Y a los demás, digo yo,
no el Señor: Si algún hermano tiene mujer incrédula y ella está dispuesta a
vivir con él, no la abandone; (13) y si alguna mujer tiene marido incrédulo, y
él está dispuesto a vivir con ella, no abandone al marido. (14)
Porque el marido incrédulo es santificado por la mujer, y la mujer
incrédula es santificada por el hermano, pues de otra manera, vuestros hijos
serían inmundos, mientras que ahora son santos.
Acá tenemos un consejo de Pablo, no viene del Señor, sino del
apóstol en su calidad ministerial. Cuando se tiene una pareja incrédula, y está
dispuesta a vivir con uno (respetando nuestra fe y práctica de ella); no
debemos abandonarla; pues son santificados por medio de nuestra fe; además, de
nuestros hijos. Y por último; puede llegar al momento que está se convierta (el
cónyuge incrédulo). Pero hay que entender correctamente este consejo de Pablo;
pues, el estar dispuesto a vivir con uno, significa aceptar la fe que tenemos y
no ser un estorbo u oposición a cumplir perfectamente la voluntad de Dios; pues
si esto último ocurriere ya no es mandato seguir unidos en yugo desigual.
1Co 7:15 Pero si el incrédulo
insiste en separarse, que se separe, pues no está el hermano o la hermana
sujeto a servidumbre en semejante caso, sino que a paz os ha llamado Dios.
Acá vemos como no es primero el matrimonio como valor último;
sino la relación con Dios; si la pareja incrédula (por causa de la fe) insiste
(ojo dice insiste, es que ya no se ha podido persuadir al otro, de seguir
juntos; por causa de la fe) en separarse; no estamos sujetos a servidumbre, es
decir, a ceder nuestra fe en pro del matrimonio. Eso sería, idolatría; una
fornicación espiritual. Recuerda que el primer mandato de la ley, es el amor a
Dios por sobre todo.
Bueno en este caso, si la pareja se arrepiente y vuelve; se
pueden reconciliar; pero si la pareja se va y tiene otra relación; opera la Ley
del divorcio como concesión.
1Co 7:16 ¿Qué sabes, mujer, si
salvarás al marido? ¿O qué sabes, marido, si salvarás a la mujer?
Esto es muy importante; significa que debes tener mucha
sabiduría al actuar y ser fiel a la fe; si por ceder en tu fe piensas que
salvaras tu matrimonio; estas muy equivocado(a), pues no habrá poder de Dios
actuando ni en tu vida, ni en la de tu pareja. En cambio si te mantienes firmes
en tus convicciones de las Enseñanzas del Señor, ¿Cómo sabes si salvas a tu
marido o mujer?
Vemos de toda la exposición de Pablo que él nunca se refiere
al divorcio; pues este ya es un tema conocido en la Iglesia; sólo él agrega lo
concerniente a las separaciones, lo que manda el Señor y sus consejos
personales como apóstol.
Ahora les copio en la Ley (Torah), donde se permitió el divorcio:
Cuando
alguno tome una mujer, casándose con ella, sucederá que si ella no halla favor
ante sus ojos, por haber él hallado en ella alguna cosa reprochable, le podrá
escribir carta de divorcio, y poniendo ésta en su mano, despedirla de su casa.
Y salida de su casa, ella podrá ir y ser de otro marido. Pero si el segundo
marido la aborrece y le escribe carta de divorcio, la pone en su mano y la despide
de su casa, o si muere este último marido que la tomó por mujer, al primer
marido que la despidió no le será permitido tomarla de nuevo como mujer,
después de ser mancillada, pues esto sería abominación delante de YHVH, y no
harás que se corrompa la tierra que YHVH tu Dios te da por heredad. (Deu 24:1-4)
Es importante notar como una vez que se realizó el divorcio,
ya no se pueden volver a unir (el tema es serio). Cuando el Señor le dio carta
de divorcio a Israel; sólo la podría volver a recibir; si Israel moría; y es lo
que ocurre en la cruz de Cristo; donde
hemos sido muertos con El; y resucitamos con El; y somos nuevas criaturas en
El.
¿Es indisoluble el
matrimonio?
Como hemos visto, por el divorcio legal, se puede terminar un
matrimonio (sólo por la causa ya justificada); pues si no fuera así; la ley
avalaría el adulterio; al permitir que el divorciado se una a otra pareja.
Entonces, como es obvio, vemos que por el divorcio (por causa del pecado), se
puede terminar un enyugamiento en matrimonio.
Y otra forma de terminar un matrimonio, es por la muerte de
uno de los cónyuges.
La mujer
casada está ligada mientras vive su marido, pero si el marido muere, es libre
para casarse con quien quiera (con tal que sea en el Señor), (1Co
7:39)
Vemos que el matrimonio no es indisoluble como a veces se
afirma, sino que hay dos posibles causas de su término legitimas. Como además
vimos, esa unión que Dios hizo (enyugamiento), no la debe separar un hombre; no
porque sea imposible; sino porque no es debido hacerlo.
Por último, me guastaría poner un ejemplo; de cómo la ley
aplica justicia, misericordia y fe; en el caso de un divorcio permitido:
Esta es una mujer que tiene tres hijos, y que está casada con
un hombre que usualmente tiene
relaciones con otras mujeres fuera del matrimonio; es un hombre promiscuo que
no sólo le es infiel, sino que su vida está orientada al pasarlo bien, alcohol
y la violencia. Esta mujer le ha perdonado muchas veces sus infidelidades, pero
se ha dado cuanta que estas malas prácticas (en aumento) están no sólo
produciendo daño en ella (cosa que ella puede soportar con dificultad por
amor), sino que también, en el ejemplo de sus hijos. Pues este hombre no sólo
abusa de ella cuando está con alcohol, sino que es violento y mal ejemplo con
sus hijos; y no hay paz en esta familia; sino sólo tormento.
La mujer decide divorciarse; es una decisión difícil; pero lo
hace con fe; y vemos que luego de un par de años; ella encuentra un marido que
la acompaña en la fe; que es mejor ejemplo con sus hijos, y tiene una relación
más armónica de amor, paz y respeto, en su familia.
Vemos que sería injusto obligar a esta mujer a permanecer en
esta relación insana, no sólo para ella, sino para sus hijos. Lo justo es que
ella pueda dar a sus hijos un ejemplo digno de padre, un marido protector y no
abusador. Acá opera la justicia de esta ley de divorcio.
Tampoco sería justo que esta mujer se separe y no pueda
volver a casarse, cuando el que causó el divorcio no fue ella, al contrario,
ella procuró seguir con su matrimonio; pero su marido no colaboró en lo más
mínimo. Ella una vez divorciada, si estuviera impedida de volverse a casar,
seguiría siendo una víctima de su antiguo marido; y eso no es justo.
Vemos además, que sería muy poco misericordioso el dejar como
victimas eternas a esta mujer y sus tres hijos, de los abusos de este hombre;
por misericordia puede separarse.
Claramente esta mujer hizo una mala elección; pero no podemos
condenarla por ello, además esta elección, a lo mejor, la hizo antes de conocer
al Señor; sin haber entendido la siguiente advertencia:
No estéis unidos en yugo desigual con
incrédulos, pues ¿qué compañerismo
hay entre la justicia y la iniquidad? ¿Y qué comunión hay de la luz con las
tinieblas? (2Co 6:14)
Y por último; si El Señor que permitió esta concesión por
causa de la dureza del corazón (del adultero marido) este mandato de la Ley de
divorcio; no es fe, no obedecer su voz. La fe, implica, obedecer, y tomar la
posibilidad de libertad que Dios nos da, si ya estamos subyugados en una
relación sin sentido, viciosa y destructiva.
Bueno hermanos, esta es mi exposición del tema, creo que hay
mucho más que decir; pero no debemos suprimir en forma ligera ningún
mandamiento del Señor; pues en ese caso estamos restando Justicia, Misericordia
y Fe; a nuestras vidas y la Iglesia del Señor.
Un abrazo a todos los creyentes, en la gracias y shalom del
Señor. Amén.