lunes, 25 de julio de 2011

EVANGELIO SEGÚN TOMÁS

Bueno, les comparto lo siguiente; y usando el consejo del apóstol Pablo, no será un atarea estéril:

Antes bien, examinadlo todo cuidadosamente , retened lo bueno;
(1Th 5:21)



EVANGELIO SEGÚN TOMÁS

(texto copto de Nag Hammadi)

Estas son las palabras secretas que pronunció Jesús el Viviente y que Dídimo Judas Tomás consignó por escrito.

1. Y dijo: «Quien encuentre el sentido de estas palabras no gustará la muerte».

2. Dijo Jesús: «El que busca no debe dejar de buscar hasta tanto que encuentre. Y cuando encuentre se estremecerá, y tras su estremecimiento se llenará de admiración y reinará sobre el universo».

3. Dijo Jesús: «Si aquellos que os guían os dijeren: Ved, el Reino está en el cielo, entonces las aves del cielo os tomarán la delantera. Y si os dicen: Está en la mar, entonces los peces os tomarán la delantera. Mas el Reino está dentro de vosotros y fuera de vosotros. Cuando lleguéis a conoceros a vosotros mismos, entonces seréis conocidos y caeréis en la cuenta de que sois hijos del Padre Viviente. Pero si no os conocéis a vosotros mismos, estáis sumidos en la pobreza y sois la pobreza misma».

4. Dijo Jesús: «No vacilará un anciano a su edad en preguntar a un niño de siete días por el lugar de la vida, y vivirá; pues muchos primeros vendrán a ser últimos y terminarán siendo uno solo».

5. Dijo Jesús: «Reconoce lo que tienes ante tu vista y se te manifestará lo que te está oculto, pues nada hay escondido que no llegue a ser manifiesto».

6. Le preguntaron sus discípulos diciéndole: «¿Quieres que ayunemos? ¿Y de qué forma hemos de orar y dar limosna, y qué hemos de observar respecto a la comida?» Jesús dijo: «No mintáis ni hagáis lo que aborrecéis, pues ante el cielo todo está patente, ya que nada hay oculto que no termine por quedar manifiesto y nada escondido que pueda mantenerse sin ser revelado».

7. Jesús dijo: «Dichoso el león que al ser ingerido por un hombre se hace hombre; abominable el hombre que se deja devorar por un león y éste se hace hombre».

8. Y dijo: «El hombre se parece a un pescador inteligente que echó su red al mar y la sacó de él llena de peces pequeños. Al encontrar entre ellos un pez grande y bueno, aquel pescador inteligente arrojó todos los peces pequeños al mar y escogió sin vacilar el pez grande».

9. Dijo Jesús: «He aquí que el sembrador salió, llenó su mano y desparramó. Algunos (granos de simiente) cayeron en el camino y vinieron los pájaros y se los llevaron. Otros cayeron sobre piedra y no arraigaron en la tierra ni hicieron germinar espigas hacia el cielo. Otros cayeron entre espinas —éstas ahogaron la simiente— y el gusano se los comió. Otros cayeron en tierra buena y (ésta) dio una buena cosecha, produciendo 60 y 120 veces por medida».

10. Dijo Jesús: «He arrojado fuego sobre el mundo y ved que lo mantengo hasta que arda».

11. Dijo Jesús: «Pasará este cielo y pasará asimismo el que está encima de él. Y los muertos no viven ya, y los que están vivos no morirán. Cuando comíais lo que estaba muerto, lo hacíais revivir; ¿qué vais a hacer cuando estéis en la luz? El día en que erais una misma cosa, os hicisteis dos; después de haberos hecho dos, ¿qué vais a hacer?».

12. Los discípulos dijeron a Jesús: «Sabemos que tú te irás de nuestro lado; ¿quién va a ser el mayor entre nosotros?» Díjoles Jesús: «Dondequiera que os hayáis reunido, dirigíos a Santiago el Justo, por quien el cielo y la tierra fueron creados».

13. Dijo Jesús a sus discípulos: «Haced una comparación y decidme a quién me parezco». Dijóle Simón Pedro: «Te pareces a un ángel justo». Díjole Mateo: «Te pareces a un filósofo, a un hombre sabio». Díjole Tomás: «Maestro, mi boca es absolutamente incapaz de decir a quién te pareces». Respondió Jesús: «Yo ya no soy tu maestro, puesto que has bebido y te has emborrachado del manantial que yo mismo he medido». Luego le tomó consigo, se retiró y le dijo tres palabras. Cuando Tomás se volvió al lado de sus compañeros, le preguntaron éstos: «¿Qué es lo que te ha dicho Jesús?» Tomás respondió: «Si yo os revelara una sola palabra de las que me ha dicho, cogeríais piedras y las arrojaríais sobre mí: entonces saldría fuego de ellas y os abrasaría».

14. Díjoles Jesús: «Si ayunáis, os engendraréis pecados; y si hacéis oración, se os condenará ; y si dais limosnas, haréis mal a vuestros espíritus. Cuando vayáis a un país cualquiera y caminéis por las regiones, si se os recibe, comed lo que os presenten (y) curad a los enfermos entre ellos. Pues lo que entra en vuestra boca no os manchará, mas lo que sale de vuestra boca, eso sí que os manchará».

15. Dijo Jesús: «Cuando veáis al que no nació de mujer, postraos sobre vuestro rostro y adoradle: Él es vuestro padre».

16. Dijo Jesús: «Quizá piensan los hombres que he venido a traer paz al mundo, y no saben que he venido a traer disensiones sobre la tierra: fuego, espada, guerra . Pues cinco habrá en casa: tres estarán contra dos y dos contra tres, el padre contra el hijo y el hijo contra el padre. Y todos ellos se encontrarán en soledad».

17. Dijo Jesús: «Yo os daré lo que ningún ojo ha visto y ningún oído ha escuchado y ninguna mano ha tocado y en ningún corazón humano ha penetrado».

18. Dijeron los discípulos a Jesús: «Dinos cómo va a ser nuestro fin». Respondió Jesús: «¿Es que habéis descubierto ya el principio para que preguntéis por el fin? Sabed que donde está el principio, allí estará también el fin. Dichoso aquel que se encuentra en el principio: él conocerá el fin y no gustará la muerte».

19. Dijo Jesús: «Dichoso aquel que ya existía antes de llegar a ser. Si os hacéis mis discípulos (y) escucháis mis palabras, estas piedras se pondrán a vuestro servicio. Cinco árboles tenéis en el paraíso que ni en verano ni en invierno se mueven y cuyo follaje no cae: quien los conoce no gustará la muerte».

20. Dijeron los discípulos a Jesús: «Dinos a qué se parece el reino de los cielos». Díjoles: «Se parece a un grano de mostaza, que es (ciertamente) la más exigua de todas las semillas, pero cuando cae en tierra de labor hace brotar un tallo (y) se convierte en cobijo para los pájaros del cielo».

21. Dijo Mariham a Jesús: «¿A qué se parecen tus discípulos ?» Él respondió: «Se parecen a unos muchachos que se han acomodado en una parcela ajena. Cuando se presenten los dueños del terreno les dirán: Devolvednos nuestra finca. Ellos se sienten desnudos en su presencia al tener que dejarla y devolvérsela». Por eso os digo: «Si el dueño de la casa se entera de que va a venir el ladrón, se pondrá a vigilar antes de que llegue y no permitirá que éste penetre en la casa de su propiedad y se lleve su ajuar. Así, pues, vosotros estad también alerta ante el mundo, ceñid vuestros lomos con fortaleza para que los ladrones encuentren cerrado el paso hasta vosotros; pues (si no) darán con la recompensa que vosotros esperáis. ¡Ojalá surja de entre vosotros un hombre sabio que —cuando la cosecha hubiere madurado— venga rápidamente con la hoz en la mano y la siegue! El que tenga oídos para oír, que oiga».

22. Jesús vio unas criaturas que estaban siendo amamantadas y dijo a sus discípulos: «Estas criaturas a las que están dando el pecho se parecen a quienes entran en el Reino». Ellos le dijeron: «¿Podremos nosotros —haciéndonos pequeños— entrar en el Reino?» Jesús les dijo: «Cuando seáis capaces de hacer de dos cosas una, y de configurar lo interior con lo exterior, y lo exterior con lo interior, y lo de arriba con lo de abajo, y de reducir a la unidad lo masculino y lo femenino, de manera que el macho deje de ser macho y la hembra hembra; cuando hagáis ojos de un solo ojo y una mano en lugar de una mano y un pie en lugar de un pie y una imagen en lugar de una imagen, entonces podréis entrar [en el Reino]».

23. Dijo Jesús: «Yo os escogeré uno entre mil y dos entre diez mil; y resultará que ellos quedarán como uno solo».

24. Dijeron sus discípulos: «Instruyenos acerca del lugar donde moras, pues sentimos la necesidad de indagarlo». Díjoles: «El que tenga oídos, que escuche: en el interior de un hombre de luz hay siempre luz y él ilumina todo el universo; sin su luz reinan las tinieblas».

25. Dijo Jesús: «Ama a tu hermano como a tu alma; cuídalo como la pupila de tu ojo».

26. Dijo Jesús: «La paja en el ojo de tu hermano, sí que la ves; pero la viga en el tuyo propio, no la ves. Cuando hayas sacado la viga de tu ojo, entonces verás de quitar la paja del ojo de tu hermano».

27. (Dijo Jesús): «Si no os abstenéis del mundo, no encontraréis el Reino; si no hacéis del sábado sábado, no veréis al Padre».

28. Dijo Jesús: «Yo estuve en medio del mundo y me manifesté a ellos en carne. Los hallé a todos ebrios (y) no encontré entre ellos uno siquiera con sed. Y mi alma sintió dolor por los hijos de los hombres, porque son ciegos en su corazón y no se percatan de que han venido vacíos al mundo y vacíos intentan otra vez salir de él. Ahora bien: por el momento están ebrios, pero cuando hayan expulsado su vino, entonces se arrepentirán».

29. Dijo Jesús: «El que la carne haya llegado a ser gracias al espíritu es un prodigio; pero el que el espíritu (haya llegado a ser) gracias al cuerpo, es prodigio [de prodigios]. Y yo me maravillo cómo esta gran riqueza ha venido a alojarse en esta pobreza».

30. Dijo Jesús: «Dondequiera que hubiese tres dioses, dioses son; dondequiera que haya dos o uno, con él estoy yo».

31. Dijo Jesús: «Ningún profeta es aceptado en su aldea; ningún médico cura a aquellos que le conocen».

32. Dijo Jesús: «Una ciudad que está construida (y) fortificada sobre una alta montaña no puede caer ni pasar inadvertida».

33. Dijo Jesús: «Lo que escuchas con uno y otro oído, pregónalo desde la cima de vuestros tejados; pues nadie enciende una lámpara y la coloca bajo el celemín o en otro lugar escondido, sino que la pone sobre el candelero para que todos los que entran y salen vean su resplandor».

34. Dijo Jesús: «Si un ciego guía a otro ciego, ambos caen en el hoyo».

35. Dijo Jesús: «No es posible que uno entre en la casa del fuerte y se apodere de ella (o de él) de no ser que logre atarle las manos a éste: entonces sí que saqueará su casa».

36. Dijo Jesús: «No estéis preocupados desde la mañana hasta la noche y desde la noche hasta la mañana (pensando) qué vais a poneros».

37. Sus discípulos dijeron: «¿Cuándo te nos vas a manifestar y cuándo te vamos a ver?» Dijo Jesús: «Cuando perdáis (el sentido de) la vergüenza y —cogiendo vuestros vestidos— los pongáis bajo los talones como niños pequeños y los pisoteéis, entonces [veréis] al Hijo del Viviente y no tendréis miedo».

38. Dijo Jesús: «Muchas veces deseasteis escuchar estas palabras que os estoy diciendo sin tener a vuestra disposición alguien a quien oírselas. Días llegarán en que me buscaréis (y) no me encontraréis».

39. Dijo Jesús: «Los fariseos y los escribas recibieron las llaves del conocimiento y las han escondido: ni ellos entraron, ni dejaron entrar a los que querían. Pero vosotros sed cautos como las serpientes y sencillos como las palomas».

40. Dijo Jesús: «Una cepa ha sido plantada al margen del Padre y —como no está firmemente arraigada— será arrancada de cuajo y se malogrará».

41. Jesús dijo: «A quien tiene en su mano se le dará; y a quien nada tiene —aun aquello poco que tiene— se le quitará».

42. Dijo Jesús: «Haceos pasajeros».

43. Le dijeron sus discípulos: «¿Quién eres tú para decirnos estas cosas?» [Jesús respondió]: «Basándoos en lo que os estoy diciendo, no sois capaces de entender quién soy yo; os habéis vuelto como los judíos, ya que éstos aman el árbol y odian su fruto, aman el fruto y odian el árbol».

44. Dijo Jesús: «A quien insulte al Padre, se le perdonará; y a quien insulte al Hijo, (también) se le perdonará. Pero quien insulte al Espíritu Santo no encontrará perdón ni en la tierra ni en el cielo».

45. Dijo Jesús: «No se cosechan uvas de los zarzales ni se cogen higos de los espinos, (pues) éstos no dan fruto alguno. [Un] hombre bueno saca cosas buenas de su tesoro; un hombre malo saca cosas malas del mal tesoro que tiene en su corazón y habla maldades, pues de la abundancia del corazón saca él la maldad».

46. Dijo Jesús: «Desde Adán hasta Juan el Bautista no hay entre los nacidos de mujer nadie que esté más alto que Juan el Bautista, de manera que sus ojos no se quiebren. Pero yo he dicho: Cualquiera de entre vosotros que se haga pequeño, vendrá en conocimiento del Reino y llegará a ser encumbrado por encima de Juan».

47. Dijo Jesús: «No es posible que un hombre monte dos caballos y tense dos arcos; no es posible que un esclavo sirva a dos señores, sino que más bien honrará a uno y despreciará al otro. A ningún hombre le apetece —después de haber bebido vino añejo— tomar vino nuevo; no se echa vino nuevo en odres viejos, no sea que éstos se rompan, y no se echa vino añejo en odre nuevo para que éste no le eche a perder. No se pone un remiendo viejo en un vestido nuevo, pues se produciría un rasgón».

48. Dijo Jesús: «Si dos personas hacen la paz entre sí en esta misma casa, dirán a la montaña: ¡Desaparece de aquí! Y ésta desaparecerá».

49. Dijo Jesús: «Bienaventurados los solitarios y los elegidos: vosotros encontraréis el Reino, ya que de él procedéis (y) a él tornaréis».

50. Dijo Jesús: «Si os preguntan: ¿De dónde habéis venido?, decidles: Nosotros procedemos de la luz, del lugar donde la luz tuvo su origen por sí misma; (allí) estaba afincada y se manifestó en su imagen. Si os preguntan: ¿Quién sois vosotros.?, decid: Somos sus hijos y somos los elegidos del Padre Viviente. Si se os pregunta: ¿Cuál es la señal de vuestro Padre que lleváis en vosotros mismos?, decidles: Es el movimiento y a la vez el reposo».

51. Le dijeron sus discípulos: «¿Cuándo sobrevendrá el reposo de los difuntos y cuándo llegará el mundo nuevo?» Él les dijo: «Ya ha llegado (el reposo) que esperáis, pero vosotros no caéis en la cuenta».

52. Sus discípulos le dijeron: «24 profetas alzaron su voz en Israel y todos hablaron de tí». El les dijo: «Habéis dejado a un lado al Viviente (que está) ante vosotros ¡y habláis de los muertos!».

53. Sus discípulos le dijeron: «¿Es de alguna utilidad la circuncisión o no?» Y él les dijo: «Si para algo valiera, ya les engendraría su padre circuncisos en el seno de sus madres; sin embargo, la verdadera circuncisión en espíritu ha sido de gran utilidad».

54. Dijo Jesús: «Bienaventurados los pobres, pues vuestro es el reino de los cielos».

55. Dijo Jesús: «Quien no odie a su padre y a su madre, no podrá ser discípulo mío. Y (quien no) odie a sus hermanos y hermanas (y no cargue) con su cruz como yo, no será digno de mí».

56. Dijo Jesús: «Quien haya comprendido (lo que es) el mundo, ha dado con un cadáver. Y quien haya encontrado un cadáver, de él no es digno el mundo».

57. Dijo Jesús: «El Reino del Padre se parece a un hombre que tenía una [buena] semilla. Vino de noche su enemigo y sembró cizaña entre la buena semilla. Este hombre no consintió que ellos (los jornaleros) arrancasen la cizaña, sino que les dijo: No sea que vayáis a escardar la cizaña y con ella arranquéis el trigo; ya aparecerán las matas de cizaña el día de la siega, (entonces) se las arrancará y se las quemará».

58. Dijo Jesús: «Bienaventurado el hombre que ha sufrido: ha encontrado la vida».

59. Dijo Jesús: «Fijad vuestra mirada en el Viviente mientras estáis vivos, no sea que luego muráis e intentéis contemplarlo y no podáis».

60. (Vieron) a un samaritano que llevaba un cordero camino de Judea y dijo a sus discípulos : «(¿Qué hace) éste con el cordero?» Ellos le dijeron: «(Irá) a sacrificarlo para comérselo.» Y les dijo: «Mientras esté vivo no se lo comerá, sino sólo después de haberlo degollado, cuando (el cordero) se haya convertido en un cadáver». Ellos dijeron: «No podrá obrar de otro modo». El dijo: «Vosotros aseguraos un lugar de reposo para que no os convirtáis en cadáveres y seáis devorados».

61. Dijo Jesús: «Dos reposarán en un mismo lecho: el uno morirá, el otro vivirá». Dijo Salomé: «¿Quién eres tú, hombre, y de quién? Te has subido a mi lecho y has comido de mi mesa». Díjole Jesús: «Yo soy el que procede de quien (me) es idéntico; he sido hecho partícipe de los atributos de mi Padre». (Salomé dijo): «Yo soy tu discípula». (Jesús le dijo): «Por eso es por lo que digo que si uno ha llegado a ser idéntico, se llenará de luz; mas en cuanto se desintegre, se inundará de tinieblas».

62. Dijo Jesús: «Yo comunico mis secretos a los que [son dignos] de ellos. Lo que hace tu derecha, no debe averiguar tu izquierda lo que haga».

63. Dijo Jesús: «Había un hombre rico que poseía una gran fortuna, y dijo: Voy a emplear mis
riquezas en sembrar, cosechar, plantar y llenar mis graneros de frutos de manera que no me falte de nada. Esto es lo que él pensaba en su corazón; y aquella noche se murió. El que tenga oídos, que oiga».

64. Dijo Jesús: «Un hombre tenía invitados. Y cuando hubo preparado la cena, envió a su criado a avisar a los huéspedes. Fue (éste) al primero y le dijo: Mi amo te invita. Él respondió: Tengo (asuntos de) dinero con unos mercaderes; éstos vendrán a mí por la tarde y yo habré de ir y darles instrucciones; pido excusas por la cena. Fuese a otro y le dijo: Estás invitado por mi amo. Él le dijo: He comprado una casa y me requieren por un día; no tengo tiempo. Y fue a otro y le dijo: Mi amo te invita. Y él le dijo: Un amigo mío se va a casar y tendré que organizar el festín. No voy a poder ir; me excuso por lo de la cena. Fuese a otro y le dijo: Mi amo te invita. Éste replicó: Acabo de comprar una hacienda (y) me voy a cobrar la renta; no podré ir, presento mis excusas. Fuese el criado (y) dijo a su amo: Los que invitaste a la cena se han excusado. Dijo el amo a su criado: Sal a la calle (y) tráete a todos los que encuentres para que participen en mi festín; los mercaderes y hombres de negocios [no entrarán] en los lugares de mi Padre».

65. El dijo: «Un hombre de bien poseía un majuelo y se lo arrendó a unos viñadores para que lo trabajaran y así poder percibir de ellos el fruto. Envió, pues, a un criado para que éstos le entregaran la cosecha del majuelo. Ellos prendieron al criado y le golpearon hasta casi matarlo. Éste fue y se lo contó a su amo, quien dijo: Tal vez no les reconoció; y envió otro criado. También éste fue maltratado por los viñadores. Entonces envió a su propio hijo, diciendo ¡A ver si respetan por lo menos a mi hijo! Los viñadores —a quienes no se les ocultaba que éste era el heredero del majuelo— le prendieron (y) le mataron. El que tenga oídos, que oiga».

66. Dijo Jesús: «Mostradme la piedra que los albañiles han rechazado; ésta es la piedra angular».

67. Dijo Jesús: «Quien sea conocedor de todo, pero falle en (lo tocante a) sí mismo, falla en todo».

68. Dijo Jesús: «Dichosos vosotros cuando se os odie y se os persiga, mientras que ellos no encontrarán un lugar allí donde se os ha perseguido a vosotros».

69. Dijo Jesús: «Dichosos los que han sufrido persecución en su corazón: éstos son los que han reconocido al Padre de verdad». (Dijo Jesús): «Dichosos los hambrientos, pues el estómago de aquellos que hambrean se saciará».

70. Dijo Jesús: «Cuando realicéis esto en vosotros mismos, aquello que tenéis os salvará; pero si no lo tenéis dentro, aquello que no tenéis en vosotros mismos os matará».

71. Dijo Jesús: «Voy a des[truir esta] casa y nadie podrá [re]edificarla».

72. [Un hombre] le [dijo]: «Di a mis hermanos que repartan conmigo los bienes de mi padre». El replicó: «¡Hombre! ¿Quién ha hecho de mí un repartidor?» Y se dirigió a sus discípulos, diciéndoles: «¿Es que soy por ventura un repartidor?».

73. Dijo Jesús: «La cosecha es en verdad abundante, pero los obreros son pocos. Rogad, pues, al Señor que envíe obreros para la recolección».

74. El dijo: «Señor, hay muchos alrededor del aljibe, pero no hay nadie dentro del aljibe».

75. Dijo Jesús: «Muchos están ante la puerta, pero son los solitarios los que entrarán en la cámara nupcial».

76. Dijo Jesús: «El reino del Padre se parece a un comerciante poseedor de mercancías, que encontró una perla. Ese comerciante era sabio: vendió sus mercancías y compró aquella perla única. Buscad vosotros también el tesoro imperecedero allí donde no entran ni polillas para devorar(lo) ni gusano para destruir(lo)».

77. Dijo Jesús: «Yo soy la luz que está sobre todos ellos. Yo soy el universo: el universo ha surgido de mí y ha llegado hasta mí. Partid un leño y allí estoy yo; levantad una piedra y allí me encontraréis».

78. Dijo Jesús: «¿A qué salisteis al campo? ¿Fuisteis a ver una caña sacudida por el viento? ¿Fuisteis a ver a un hombre vestido de ropas finas? [Mirad a vuestros] reyes y a vuestros magnates: ellos son los que llevan [ropas] finas, pero no podrán reconocer la verdad».

79. Le dijo una mujer de entre la turba: «Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron». El [le] respondió: «Bienaventurados aquellos que han escuchado la palabra del Padre (y) la han guardado de verdad, pues días vendrán en que diréis: Dichoso el vientre que no concibió y los pechos que no amamantaron».

80. Dijo Jesús: «El que haya reconocido al mundo, ha encontrado el cuerpo. Pero de quien haya encontrado el cuerpo, de éste no es digno el mundo».

81. Dijo Jesús: «Quien haya llegado a ser rico, que se haga rey; y quien detente el poder, que renuncie».

82. Dijo Jesús: «Quien esté cerca de mí, está cerca del fuego; quien esté lejos de mí, está lejos del Reino».

83. Dijo Jesús: «Las imágenes se manifiestan al hombre, y la luz que hay en ellas permanece latente en la imagen de la luz del Padre. Él se manifestará, quedando eclipsada su imagen por su luz».

84. Dijo Jesús: «Cuando contempláis lo que se os parece, os alegráis; pero cuando veáis vuestras propias imágenes hechas antes que vosotros —imperecederas y a la vez invisibles—, ¿cuánto podréis aguantar?».

85. Dijo Jesús: «El que Adán llegara a existir se debió a una gran fuerza y a una gran riqueza; (sin embargo), no llegó a ser digno de vosotros, pues en el supuesto de que hubiera conseguido ser digno, [no hubiera gustado] la muerte».

86. Dijo Jesús: «[Las zorras tienen su guarida] y los pájaros [su] nido, pero el Hijo del hombre no tiene lugar donde reclinar su cabeza (y) descansar».

87. Dijo Jesús: «Miserable es el cuerpo que depende de un cuerpo, y miserable es el alma que depende de entrambos».

88. Dijo Jesús: «Los ángeles y los profetas vendrán a vuestro encuentro y os darán lo que os corresponde; vosotros dadles asimismo lo que está en vuestra mano, dádselo (y) decíos: ¿Cuándo vendrán ellos a recoger lo que les pertenece?».

89. Dijo Jesús: «¿Por qué laváis lo exterior del vaso? ¿Es que no comprendéis que aquel que hizo el interior no es otro que quien hizo el exterior?».

90. Dijo Jesús: «Venid a mí, pues mi yugo es adecuado y mi dominio suave, y encontraréis reposo para vosotros mismos».

91. Ellos le dijeron: «Dinos quién eres tú, para que creamos en ti». El les dijo: «Vosotros observáis el aspecto del cielo y de la tierra, y no habéis sido capaces de reconocer a aquel que está ante vosotros ni de intuir el momento presente».

92. Dijo Jesús: «Buscad y encontraréis: mas aquello por lo que me preguntabais antaño —sin que yo entonces os diera respuesta alguna— quisiera manifestároslo ahora, y vosotros no me hacéis preguntas en este sentido».

93. [Dijo Jesús]: «No echéis las cosas santas a los perros, no sea que vengan a parar en el muladar; no arrojéis las perlas a los puercos, para que ellos no las [....]».

94. [Dijo] Jesús: «El que busca encontrará, [y al que llama] se le abrirá».

95. [Dijo Jesús]: «Si tenéis algún dinero, no lo prestéis con interés, sino dádselo a aquel que no va a devolvéroslo».

96. [Dijo] Jesús: «El reino del Padre se parece a [una] mujer que tomó un poco de levadura, la [introdujo] en la masa (y) la convirtió en grandes hogazas de pan. Quien tenga oídos, que oiga».

97. Dijo Jesús: «El reino del [Padre] se parece a una mujer que transporta(ba) un recipiente lleno de harina. Mientras iba [por un] largo camino, se rompió el asa (y) la harina se fue desparramando a sus espaldas por el camino. Ella no se dio cuenta (ni) se percató del accidente. Al llegar a casa puso el recipiente en el suelo (y) lo encontró vacío».

98. Dijo Jesús: «El reino del Padre se parece a un hombre que tiene la intención de matar a un gigante: desenvainó (primero) la espada en su casa (y) la hundió en la pared para comprobar la fuerza de su mano. Entonces dio muerte al gigante».

99. Los discípulos le dijeron: «Tus hermanos y tu madre están afuera». El les dijo: «Los aquí (presentes) que hacen la voluntad de mi Padre, éstos son mis hermanos y mi madre; ellos son los que entrarán en el reino de mi Padre».

100. Le mostraron a Jesús una moneda de oro, diciéndole: «Los agentes de César nos piden los impuestos». El les dijo: «Dad a César lo que es de César, dad a Dios lo que es de Dios y dadme a mí lo que me pertenece».

101. (Dijo Jesús): «El que no aborreció a su padre y a su madre como yo, no podrá ser [discípulo] mío; y quien [no] amó [a su padre] y a su madre como yo, no podrá ser [discípulo] mío; pues mi madre, la que [...], pero [mi madre] de verdad me ha dado la vida».

102. Dijo Jesús: «¡Ay de ellos, los fariseos, pues se parecen a un perro echado en un pesebre de bueyes!: ni come, ni deja comer a los bueyes».

103. Dijo Jesús: «Dichoso el hombre que sabe [por qué] flanco van a entrar los ladrones, de manera que (le dé tiempo a) levantarse, recoger sus [...] y ceñirse los lomos antes de que entren».

104. [Le] dijeron: «Ven, vamos hoy a hacer oración y a ayunar». Respondió Jesús: «¿Qué clase de pecado he cometido yo, o en qué he sido derrotado? Cuando el novio haya abandonado la cámara nupcial, ¡que ayunen y oren entonces!».

105. Dijo Jesús: «Quien conociere al padre y a la madre, será llamado hijo de prostituta».

106. Dijo Jesús: «Cuando seáis capaces de hacer de dos cosas una sola, seréis hijos del hombre; y si decís: ¡Montaña, trasládate de aquí!, se trasladará».

107. Dijo Jesús: «El Reino se parece a un pastor que poseía cien ovejas. Una de ellas —la más grande— se extravió. Entonces dejó abandonadas (las) noventa y nueve (y) se dio a la búsqueda de ésta hasta que la encontró. Luego —tras la fatiga— dijo a la oveja: Te quiero más que a (las) noventa y nueve».

108. Dijo Jesús: «Quien bebe de mi boca, vendrá a ser como yo; y yo mismo me convertiré en él, y lo que está oculto le será revelado».

109. Dijo Jesús: «El Reino se parece a un hombre que tiene [escondido] un tesoro en su campo sin saberlo. Al morir dejó el terreno en herencia a su [hijo, que tampoco] sabía nada de ello: éste tomó el campo y lo vendió. Vino, pues, el comprador y —al arar— [dio] con el tesoro; y empezó a prestar dinero con interés a quienes le plugo».

110. Dijo Jesús: «Quien haya encontrado el mundo y se haya hecho rico, ¡que renuncie al mundo!».

111. Dijo Jesús: «Arrollados serán los cielos y la tierra en vuestra presencia, mientras que quien vive del Viviente no conocerá muerte ni (...); pues Jesús dice: Quien se encuentra a sí mismo, de él no es digno el mundo».

112. Dijo Jesús: «¡Ay de la carne que depende del alma! ¡Ay del alma que depende de la carne!».

113. Le dijeron sus discípulos: «¿Cuándo va a llegar el Reino?» (Dijo Jesús): «No vendrá con expectación. No dirán: ¡Helo aquí! o ¡Helo allá!, sino que el reino del Padre está extendido sobre la tierra y los hombres no lo ven».

114. Simón Pedro les dijo: «¡Que se aleje Mariham de nosotros!, pues las mujeres no son dignas de la vida». Dijo Jesús: «Mira, yo me encargaré de hacerla macho, de manera que también ella se convierta en un espíritu viviente, idéntico a vosotros los hombres: pues toda mujer que se haga varón, entrará en el reino del cielo».

El Evangelio según Tomás.

Fuente: Los Evangelios Apócrifos, por Aurelio De Santos Otero, BAC


(fragmentos griegos de Oxyrhynchus)

Oxyrh. Pap. 1 (logia 26-33 y 77)

... «y entonces verás de quitar la pajita que está en el ojo de tu hermano».

Jesús: «Si no hacéis abstinencia del mundo, no encontraréis el reino de Dios; y si no observáis el sábado, no veréis al Padre».

Dice Jesús: «Estuve en medio del mundo y me dejé ver de ellos en carne; y encontré a todos ebrios y no di con ninguno que estuviera sediento entre ellos».

«Y se aflije mi alma por los hijos de los hombres, porque están ciegos en su corazón y no miran a ... la pobreza».

Dice Jesús: «Donde estén [...], y donde hay uno solo [...] yo estoy con él. Levanta la piedra y allí me ancontrarás, hiende el leño y yo allí estoy».

Dice Jesús: «No es acepto un profeta en su patria, ni un médico obra curaciones entre los que le conocen».

Dice Jesús: «Una ciudad edificada sobre la cumbre de un alto monte y fortificada, ni ca[e]r puede, ni estar escondida».

Dice Jesús: «Tú escuchas con uno de tus oídos ... »


Oxyrh. Pap. 654 (logia 1-6)

... Tales son los [...] discursos que tuvo Jesús, Señor viviente a [...] y a Tomás. Y les dijo: «Todo el que oyere estas palabras, no gustará la muerte».

Dice Jesús: «El que busca ... no cese hasta que encuentre; y cuando haya encontrado, se quedará consternado; y consternado, reinará; y en reinando, descansará».

Dice Judas: «¿Quiénes son, pues, los que nos arrastran a lo alto del cielo, si es que el reino está en el cielo?» Dice Jesús: «Las aves del cielo, las bestias y todo lo que puede haber bajo la tierra, o sobre ella, y los peces del mar, son los que os arrastran hasta Dios. Y el reino de los cielos dentro de vosotros está. Quien, pues, conozca a Dios, lo encontrará, porque, conociéndole a Él, os conoceréis a vosotros mismos y entenderéis que sois hijos del Padre, el Perfecto, y, a la vez, os daréis cuenta de que sois ciudadanos del cielo. Vosotros sois la ciudad de Dios».

Dice Jesús: «Todo lo que no está ante tu vista y lo que te está oculto, te será revelado; pues no hay cosa oculta que no llegue a ser manifiesta y sepultada que no se desentierre».

Le preguntan sus discípulos y (le) dicen: «¿Cómo ayunaremos y cómo oraremos y cómo haremos limosna y qué observaremos de cosas semejantes?» Díce(les) Jesús: «Mirad, no sea que perdáis la recompensa. No hagáis sino las obras de la verdad. Pues, si hacéis éstas, conoceréis el misterio escondido. Dígoos: Bienaventurado es el que ... »


Oxyrh. Pap. 655 (logia 36-37 y 39)

No estéis preocupados desde la mañana hasta la tarde, ni desde la tarde hasta la mañana, ni por vuestra comida, qué vais a comer, ni por vuestro vestido, qué vais a poneros. Mucho más valéis que los lirios, los cuales crecen y no hilan. Teniendo un vestido, ¿por qué [...] también vosotros?.

¿Quién sería capaz de añadir (algo) a vuestra estatura? Él (Dios) os dará vuestro vestido. Dícenle sus discípulos: ¿Cuándo te manifestarás a nosotros u cuándo te podremos ver? Díce(les Jesús): Cuando os despojéis (de vuestros vestidos) y no sintáis verguenza.

[Laguna]

Decía: han ocultado las llaves del reino; ellos no entraron ni dejaron pasar a los que entraban.

Pero vosotros sed prudentes como serpientes y sencillos como palomas.

Fuente: http://escrituras.tripod.com/Textos/EvTomasGn.htm


domingo, 10 de julio de 2011

Las dos simientes



Y pondré enemistad entre ti y la mujer, Y entre tu simiente y su simiente. Él te herirá la cabeza cuando tú hieras su calcañar. (Gen 3:15)

Me parece que todos han leído o escuchado el pasaje anterior; y bueno, muchas cosas habremos escuchado respecto de el, o hasta muy pocas; pero cualquiera sea el caso; hasta ahora, son muy pocos los que lo comprenden, y varios que creen entenderlo o dicen entenderlo. Muchas teorías hay, y muchas doctrinas contradictorias. Pero la verdad, la revela el Espíritu de Verdad, como nuestro Señor nos enseñó; de modo que buesque mos su ayuda para comprenderlo mejor.

Empezemos:

Cuando el hombre cayó, Dios dijo a la serpiente (diablo): y enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu simiente y su simiente; El te herirá la cabeza, y le herirás el calcañar.

Ahora yo les pregunto: ¿Quiénes o que son ambas simientes (semillas)?

Vamos por partes (y al grano o simiente):

Primero, la simiente de la mujer:

¿Quién o que es la simiente de la mujer?

Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo. (Gal 3:16)
A Abraham y su simiente fueron hechas la promesas (de Abraham), y claramente la simiente de la que habla la Biblia es Cristo, es decir, la simiente de la mujer es Cristo. Esto lo puedes ver en diversos pasajes; y los puedes buscar con atención.

Segundo, la simiente de la serpiente (diablo):

¿Y quien o que es la simiente de la serpiente?

Algunos dicen que Caín, otros dicen que la simiente de la serpiente es el anticristo; otros que es el conocimiento del pecado, al haber comido del fruto prohibido, otros dicen que es Judas Iscariote, otros los fariseos, otros los hijos del mal, otros el eslabón perdido, etc. No se tu cuantas teorías has escuchado aparte de las que te menciono, deben haber muchas más…

Nuevamente, ¿Y quien o que, es la simiente de la serpiente?

La simiente de la serpiente, es la semilla que la serpiente sembró en la mujer (y el hombre); al pecar estos, y no haber creído a Dios; sino haber obedecido a la serpiente (diablo); en el acto del hombre de creer y obedecer los engaños del enemigo, esté sembró su semilla corrupta en la humanidad; y esa semilla o semiente es el pecado. Así es, el pecado, es la simiente de la serpiente; pues es lo que el diablo sembró en el hombre.

¿Acaso se me ocurrió a mí esta teoría? No, mira como el apóstol Pablo lo identifica como algo en él, que lo lleva al mal (semilla de Satanás), algo que está en su carne y lo lleva cautivo al pecado en la carne:

De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí. Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí. (Rom 7:17-20)

Todos nacemos con el pecado en nuestra carne, herencia de nuestros padres, y de los padres de nuestros padres, y de los padres de los padres de nuestros padres, hasta llegar a Adán y Eva; quienes recibieron el pecado de la serpiente, la simiente del diablo.

¿Y como lo recibieron? Lo recibieron de la misma manera, en que los que hemos nacido de nuevo, recibimos la nueva simiente de Dios es decir, a Cristo; por creer. La humanidad recibió la simiente del diablo por creerle al maligno; y en el evangelio recibimos la buena simiente (Cristo) por creerle a Dios. ¿No es maravilloso, como Dios es perfecto en armonía y justicia?

Adán y Eva, le creyeron a Satanás, y no pensaron que comiendo del árbol del conocimiento del bien y del mal morirían, como Dios lo dijo; creyeron la mentira del diablo (que no morirían) y desobedecieron a Dios; y recibieron la simiente del diablo, el pecado en su carne.

Cuando nosotros creemos a Dios, por medio de la Palabra del evangelio; ¿Qué recibimos? La simiente de Dios. ¿Quién es dicha simiente? Sabemos que es Cristo.

Ambas simientes están en enemistad, en cada uno de nosotros, los que hemos creído, como dice la Biblia:” y enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu simiente y su simiente”

Mira como vemos lo mismo acá, dicho por el apóstol Pablo:
Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis.
(Gal 5:17)

El pecado que mora en la carne, está en contra con el Espíritu del Señor (que mora en nuestro corazón); hay una lucha en cada verdadero hijo de Dios, hay una batalla, una guerra; entre la simiente de Satanás y la simiente incorruptible de Dios. Hay dos naturalezas en nosotros que combaten a muerte.

No es así, en los que son aún esclavos del pecado; que no han recibido la buena simiente (la buena semilla que es la Palabra de Dios, quien es Cristo).

Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado. (Juan 8:34)

¿Y para que vino Jesús a la tierra?

El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo. (1Jn 3:8)

Jesús nos vino a libertar del pecado, de la simiente de la serpiente que mora en nuestra carne.

El aposto Pablo lo ratifica, ya somos libres del pecado:

Pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregados; y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia. (Rom 6:17-18)

Así como hay dos simientes, una de Dios, Cristo; y otra del maligno, el pecado. Y hay dos posiciones o formas de andar, para los hombres:

- En la carne: para quienes no tienen la simiente de Dios; o aquellos que si la tienen, pero la tienen guardada en un pañuelo.

- En Cristo: para los nacidos de nuevo. Es en la posición que debemos andar, la cual nos libera de la simiente del maligno, el pecado.

Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. (Rom 8:1)

Esto es hermoso; Cristo hizo morir al pecado en la carne, haciéndose semejante a nuestra carne; condenó al pecado en la carne. Destruyó la simiente del maligno en el hombre que estaba en la carne. El haciéndose semejante a nuestra carne, condenó al pecado en la carne; es decir, le destruyó el hábitat a la simiente del maligno (la carne).

Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. (Rom 8:3-4)

Esto es sabiduría pura de Dios, el pecado ha sido condenado en la carne (al matar la carne, muere la simiente que está en ella); y ya no vivimos por la carne; sino que estamos muertos en la carne, pero vivos para Dios. Cristo vive en nosotros, la simiente de Dios; y esa simiente nos vivifica, de la misma manera que la simiente del diablo nos arrastraba a la muerte. La simiente de Dios, Cristo; nos santifica; la simiente del diablo, en la carne; nos destruye.

Nota: La simiente del diablo, el pecado; no es lo mismo que pecados; el pecado produce como "resultados" los pecados; es la fuente y origen en nosotros, de nuestros pecados; es la semilla de los pecados.

Ahora vemos lo importante que es andar y permanecer EN CRISTO, el hábitat natural de la nueva simiente, de la nueva vida; y no andar en la carne;que es donde gobierna satanás, a través de su simiente, es decir, el pecado (cuyos "resultados" son los pecados).

¿Y como sabemos cuando andamos en la carne, y cuando andamos en el Espíritu?

Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. (Rom 8:5)

Es claro entonces, donde debe estar y permanecer nuestra mente; de esta manera detectamos si andamos en la carne o en el Espíritu (observando nuestros pensamientos).

¿Y cual es el consejo del Señor? (algunos ejemplos):

- Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. (Rom 8:6)

- Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne; porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. (Rom 8:12-14)

- Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne.
(Gal 5:16)

- Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna. (Gal 6:8)

Después de leer los pasajes anteriores ¿A quien le cave duda de cómo debemos andar? Creo que no es necesario agregar más, es clarísimo lo que el apóstol  Pablo nos dice, andemos en el Espíritu, y no en la carne.

Vemos también que cuando dice la Biblia; y enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu simiente y su simiente; esa batalla está en cada uno de nosotros; pero en Jesucristo tenemos la VICTORIA, contra el pecado.

¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley. Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo. (1Co 15:55-57)

Al ser muertos en la carne, estamos muertos a la ley (la ley ya no nos puede condenar dos veces, porque ya lo hizo y morimos en al carne, en Cristo); para pertenecer a nuestro Dios y Señor; y ya no bajo el poder del pecado; podemos libremente servir al Señor. Sólo que debemos permanecer en esa nueva posición celestial y espiritual; EN CRISTO; que ahí (en Cristo) está la victoria; siguiéndolo a El, y no a nuestra carne (mente antigua y carnal; nuestros propios consejos y deseos).

También lo podemos ver en el siguiente pasaje; como en la nueva naturaleza en Cristo, dejamos la antigua naturaleza de Adán (nuestra herencia en la carne):

Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados. (1Co 15:22)

Volviendo, dice:  Él te aplastará la cabeza cuando tú hieras su calcañar. 

El Señor Jesucristo venció al diablo, cuando éste (el diablo) le hería el calcañar; lo venció en su misma mordida, es decir, lo venció por medio de la muerte (al que tenía el imperio de la muerte).

 Así que, por cuanto los hijos fueron consubstanciales con sangre y carne, de igual manera Él también participó de estas, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, (Heb 2:14) 

El diablo fue vencido en su principal fortaleza, su cabeza; recuerden que es el más astuto de la creación; pero fue vencido por medio de la muerte, a quien tenia el reino de la muerte; el Señor lo venció, y a nosotros en particular nos corresponde hacer nuestra esa victoria, como su cuerpo.

Miren lo que Pablo escribió a los romanos: Y el Dios de paz aplastará en breve a Satanás bajo vuestros pies. (Rom 16:20)

Hay un momento en el cual todos debemos aplastar a Satanás bajo nuestros pies. ¿Increíble?

Bueno el evangelio se trata de CREER la Palabra de Dios; si Pablo se lo dijo a los creyentes en Roma, era porque eso había de ocurrir, y ocurriría en breve, y eso debe suceder en cada hijo de Dios, ya que lo que es nacido de Dios vence al mundo; y por supuesto, al dios de este mundo (o sistema) quien es el diablo.

Veamos como también, el apóstol Juan lo dice:

.Os escribo a vosotros, jóvenes, porque habéis vencido al maligno…. Os he escrito a vosotros, jóvenes, porque sois fuertes, y la palabra de Dios permanece en vosotros, y habéis vencido al maligno.(1Jn 2:13-14)

Hay un momento en que un discípulo de Cristo debe vencer al maligno, y esto es, herirlo en su cabeza. Y esto lo logramos por medio de la Palabra de Dios, quien es Cristo Jesús. En la etapa de Juventud de cada hijo de Dios, debemos vencer al maligno. Lo vencemos cuando OÍMOS, CREEMOS, ENTENDEMOS, RETENEMOS, ACEPTAMOS y OBEDECEMOS la Palabra de Dios, quien es Cristo, es decir, por FE en la Palabra.

Es diferente lo que te digo, que lo que comúnmente te enseñarían en cualquier congregación; donde te harían esperar en forma inerte, hasta que al final de los tiempos Jesús venza por ti al maligno. Eso no es así, él ya nos dotó de lo necesario (él habita en nosotros, la buena semilla); y hoy debemos crecer en El, para vencer el maligno (que él ya venció).

¿Y por que la cabeza es la que herimos al enemigo? La cabeza no sólo es el órgano principal de un ser viviente, sino en especial del diablo; es su súper órgano; y es su súper arma, con la que prepara sus engaños contra nosotros y el mundo entero; mira lo que dice la Biblia:

Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que el SEÑOR Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios dijo: No comáis de ningún árbol del huerto? (Gen 3:1)

La vencemos es su fortaleza, en su astucia, en su mente, en su inteligencia y sabiduría diabólica; al alcanzar la mente de Cristo y obedecerla; la herimos en la cabeza; y ya no puede con la iglesia; que es guiada por el Espíritu Santo, el Espíritu del Dios vivo.

¿Y cual es el medio por la cual lo vencemos?

Con Cristo y en Cristo, por su Palabra de Verdad; que nos hace madurar. Todo hijo de Dios, debe, llegado el momento, vencer al maligno; y decir como lo dijo nuestro Señor acá en la tierra: No hablaré ya mucho con vosotros; porque viene el príncipe de este mundo, y él nada tiene en mí.(Juan 14:30)

Cuando Satanás nos herirá el talón, si permanecemos en obediencia a la fe, lo pisamos y vencemos.

Algunas reflexiones finales:

Mira como el apóstol Pedro, también nos enseñaba que ya hemos nacido de una nueva simiente incorruptible, no como la que nos tenía corrompidos, el pecado. Y nos dice que esa simiente es la Palabra de Dios, quien sabemos que es Cristo Jesús.

…siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre.(1Pe 1:23)

Acá el apóstol Juan nos enseña que los que hemos nacido de la simiente de la mujer, es decir, de Cristo la buena semilla, ya no practicamos el pecado; porque Cristo permanece en nosotros.

Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios.(1Jn 3:9)

Dos naturalezas, para dos simientes; en la carne heredamos el pecado; en Cristo, heredamos de Dios.

El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo. Cual el terrenal, tales también los terrenales; y cual el celestial, tales también los celestiales. Y así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial.(1Co 15:47-49)

Y por último, ya fuimos crucificados con Cristo, y por lo tanto, estamos muertos en la carne, y el cuerpo de pecado fue destruido (la simiente del diablo está en un medio muerto, en Cristo, y por lo tanto, sin poder).

…sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado. Porque el que ha muerto, ha sido justificado del pecado.(Rom 6:6-7)

Este es un tema muy importante para orar y reflexionar; las dos simientes.

¿Cual gobierna tu vida?

Saludos; y que la gracia y paz, de nuestro Padre y Señor os abunden.


Nota: Corrección hecha el 01/11/2016.- según traducción correcta que es la simiente (Cristo) quien hiere la cabeza del diablo. 

Y pondré enemistad entre ti y la mujer, Y entre tu simiente y su simiente. Él te herirá la cabeza cuando tú hieras su calcañar. (Gen 3:15) 


Este tema que es muy interesante, se puede complementar tremendamente con este mensaje de este sitio: 

El hombre cayó por incredulidad

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