viernes, 26 de diciembre de 2014

Desde la unidad del Espíritu, a la unidad de la fe.

Apreciados creyentes todos; hoy quiero exponer en este mensaje, un error que ha causado mucha división en el cuerpo de Cristo (la iglesia), y lo sigue haciendo hasta nuestros días. Este error de conocimiento Espiritual, a dividido y cercenado, el cuerpo de Cristo (la iglesia), por ya varios siglos de historia a la fecha; con el dolor que esto significa para Dios, la pérdida de poder del cuerpo de Cristo (iglesia) y la debilitación del testimonio de la Verdad al mundo, para su salvación (recordando que es la unidad, la que debe dar testimonio del Cristo “para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste”. Juan 17:21)

 Como es de conocimiento de ustedes, es el enemigo quien ha introducido este error de entendimiento en la iglesia (como muchos otros); con el fin de oponerse y destruir la obra de Dios en el mundo. Es por esto, que te insto a comprender muy claramente lo siguiente: Los verdaderos creyentes en Dios nuestro Padre y el Señor Jesucristo, debemos avanzar juntos desde la unidad del ESPÍRITU, hasta que lleguemos todos a la unidad de la FE (y no al revés, desde la unidad de la fe, para tener unidad en el Espíritu).

Cito al apóstol Pablo: “… solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos. Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo. Por lo cual dice:
Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad, Y dio dones a los hombres. Y eso de que subió, ¿qué es, sino que también había descendido primero a las partes más bajas de la tierra? El que descendió, es el mismo que también subió por encima de todos los cielos para llenarlo todo. Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo;” (Efe 4:3-13)

Si leemos con atención lo anterior, nos daremos cuenta; que Pablo nos solicita a mantener la unidad del Espíritu (Espíritu Santo) en el vinculo (atadura entre nosotros) de la paz; hasta llegar (dentro de un proceso que es explicado) a la unidad de la fe (como destino final), es decir, partimos de la unidad del Espíritu hasta llegar como meta final todos juntos a la unidad de la fe. Y no es al revés, como hoy muchas iglesias se dividen, no teniendo unidad en la fe; se separan y dividen el cuerpo de Cristo, en múltiples fracciones interminables.

Creo que el trozo que he citado es bastante extenso de explicarlo completo, es por lo anterior, que sólo tomaré lo relevante a este mensaje, para exponerlo lo más claro posible y comprensión del mensaje. La idea es dar a conocer a los creyentes, un mandato del Señor que hoy no se está cumpliendo siempre, ya que primeramente es desconocido, y éste es que debemos procurar diligentemente mantener la unidad del Espíritu; para que lleguemos todos juntos a la unidad de la fe; y no seguir con la división interminable que nos tiene sumidos el enemigo (él sabe que dividiendo tiene el poder); es decir, no porque un grupo de hermanos crea según algún aspecto no fundamental, algo diferente; sea motivo de división, y la formación de otra denominación mas...

Alguno dirá: ¿Esto qué predicas se parece al ecumenismo?

Primero vamos a la definición de la palabra ecumenismo según la RAE:

Ecumenismo.
1. m. Rel. Tendencia o movimiento que intenta la restauración de la unidad entre todas las iglesias cristianas.

No es un movimiento o una tendencia lo que predico, sino el mantener la unidad del Espíritu entre todos los verdaderos creyentes cristianos (es lo que el Señor pide); es una unión desde el interior al exterior; y no una unión desde el exterior (sin interior), es decir, desde la formas; sino desde el interior, desde el fondo (el Espíritu Santo).

Si unimos todas las religiones cristianas (y no cristianas) por el exterior de ellas (consensuando ritos, creencias, cuestiones de doctrina, de historia, de tradición o de práctica); como resultado obtendremos un monstruo (bestia).

Por otro lado, si todos los creyentes verdaderos mantenemos y procuramos con diligencia, mantener la unidad del Espíritu en el vinculo de paz (ojala en el vinculo de amor), obtendremos la completa edificación del cuerpo de Cristo (la iglesia victoriosa y gloriosa)

¿Ves la diferencia?

Con un intento humano de unión consensuado, obtendremos un monstruo.  Pero por otro lado siguiendo el mandato del Señor, llegaremos todos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo” que es nuestro verdadero propósito.

Hoy hay dos fuerzas unificadoras operando, la primera que es de la religiones del mundo; que llegaran a un monstruo (bestia).

Después vi otra bestia que subía de la tierra; y tenía dos cuernos semejantes a los de un cordero, pero hablaba como dragón. Y ejerce toda la autoridad de la primera bestia en presencia de ella, y hace que la tierra y los moradores de ella adoren a la primera bestia, cuya herida mortal fue sanada. También hace grandes señales, de tal manera que aun hace descender fuego del cielo a la tierra delante de los hombres. Y engaña a los moradores de la tierra con las señales que se le ha permitido hacer en presencia de la bestia, mandando a los moradores de la tierra que le hagan imagen a la bestia que tiene la herida de espada, y vivió. Y se le permitió infundir aliento a la imagen de la bestia, para que la imagen hablase e hiciese matar a todo el que no la adorase. Y hacía que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les pusiese una marca en la mano derecha, o en la frente; y que ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviese la marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre. Aquí hay sabiduría. El que tiene entendimiento, cuente el número de la bestia, pues es número de hombre. Y su número es seiscientos sesenta y seis.(Apo 13:11-18)

La segunda, de los verdaderos creyentes cristianos, para la edificación de la iglesia; no te confundas, son diferentes y obtendrán un resultado completamente diferente, ya escrito:

Apareció en el cielo una gran señal: una mujer vestida del sol, con la luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas. (Apo 12:1)

Hoy muchos cristianos no saben, que deben guardar la unidad del Espíritu; y no dividirse si no concuerdan en todo con otros creyentes, en lo que ellos creen, en lo que no es fundamental de la fe.

Expliquémoslo más detalladamente:

Primero: Para guardar la unidad del Espíritu, lo primero que deben tener los verdaderos creyentes es mismo Espíritu (Espíritu Santo); si no lo tienen, obviamente no podrán guardar dicha unidad, por no tenerlo o tener otro, como es obvio.
Quienes no tienen el Espíritu de Cristo no son de él, y por lo tanto, no se puede guardar la unidad con ellos. Por eso Pablo habla a la iglesia, es decir, a quienes tienen dicho Espíritu, es decir, el Espíritu Santo.

Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él. (Rom 8:9)

Recordemos que recibimos dicho Espíritu por oír y creer, la piedra angular de la fe, roca en la cual se funda toda la iglesia (la fe de que Jesús de Nazaret es el Cristo, el Hijo del Dios viviente):

Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos.(Mat 16:16-19)

Y nosotros hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. (Juan 6:69)

Esto solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe? (Gál 3:2)

Entendemos que el fundamento de la fe, y por la cual Dios por su Hijo nos da de su Espíritu, es por creer que Jesús de Nazaret es el Cristo (Mesías) el Hijo del Dios viviente; este es el cimiento del edificio llamado iglesia. Quien tiene este fundamento de fe, ya puede  recibir el Espíritu de Dios, y debe mantener la unidad del Espíritu (quienes no, no).

Segundo: La fe es una, y su fundamento también lo es; quienes creen el fundamento, pueden recibir el Espíritu prometido, quienes no lo creen, no lo pueden recibir. Acá hay que diferenciar, entre la fe, y el fundamento de la fe. El fundamento de la fe, es lo que expresó Pedro, como ya lo citamos; que aquel Jesús era el Cristo, el Hijo del Dios vivo (y sólo sobre este fundamento se puede avanzar en el crecimiento de Dios). Pero hay más cosas que debemos oír y creer de la Palabra de Dios genuina, y todo eso nos lleva a tener la fe completa; como eso es un trabajo y proceso durante todo nuestro peregrinar acá en la tierra, no podremos, como es obvio, en una primera instancia tenerlo completo y de inmediato para creerlo, ya que no lo conocemos completamente, debemos oírlo primero, porque sin oír ¿qué hemos de creer? (todo ese proceso de crecimiento lo explica Pablo, pero no entraremos en detalle por ahora). 

Bueno, entendiendo que un creyente que ha recibido el Espíritu Santo, no tiene la fe completa en un inicio (como es obvio, ya que es un proceso gradual de crecimiento en la fe), no podemos basar nuestra comunión en creer lo mismo (excepto la base de la fe que debe ser la misma, que aquel Jesús de Nazaret es el Cristo, el Hijo del Dios viviente) porque iniciamos esta carrera en el mismo principio de fe (ya expuesto), pero debemos crecer en la fe y eso implica dos cosas:
 1° Derribar falsas creencias en nosotros mismos y nuestro entorno.
 2° Oír y creer lo genuino que enseña el Maestro. 

Sería ilógico tener comunión basada en la fe (excepto en el fundamento) como requisito para estar unidos, ya que si fuera así, nadie podría unirse a otros hermanos, ya que todos tenemos pensamientos y creencia particulares que nos dividen, que deben ser corregidas por aprender del Maestro. Debemos entender que hay verdaderos creyentes, con el Espíritu de Dios, pero que creen cosas diferentes a las propias (con o sin razón). ¿Eso significa que no debemos decir nada? No, eso significa que debemos mantener el vinculo de paz; y debemos ser edificados hasta llegar a la unidad de la fe, es decir, que todos creamos lo mismo.

Tercero: “… solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz”, la unidad del Espíritu, se guarda en el vinculo de la paz (por lo menos). La forma que nos pide el apóstol de guardar la unidad, es la paz; existiendo una forma superior de hacerlo, sólo nos pide que conservemos la paz unos con otros. No nos pide que nos unamos, en esta fase o instancia, en el vínculo perfecto que es el amor, ya que este vínculo debe ir siendo edificado en nosotros, y para iniciar, podemos hacerlo conservando la paz entre hermanos; si es el amor, mucho mejor; y así debe llegar a ser.

Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto. (Col 3:14)

Ahora podemos entender que debemos guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; eso significa ya no más divisiones entre hermanos, por motivos de fe incompleta; en la cual aún debemos ser edificados. Lo anterior, no significa, que no se deban conversar y discutir las diferencias y a la luz del Espíritu por medio de la Sagradas Escrituras, conocer la verdad y avanzar en ella; pero no podemos poner como motivo de división, entendimientos dispares de cosas que no son fundamentos de la fe; sino con mansedumbre y humildad, buscamos y aceptamos juntos la verdad, como cuerpo, ejerciendo cada uno nuestros dones; y los Ministros en su trabajo de edificación por la Palabra, para la obra.

No debemos confundirnos, no digo que sean muchas las fe, sino que la fe es una; lo que sucede, es que nuestros entendimientos están en evolución a comprender la verdad completa, bien lo dice el mismo apóstol, una sola fe.

… un Señor, una fe, un bautismo,… (Efe 4:5)

Pero todos partimos del mismo fundamento (y como tal, nunca puede ser removido), Jesús de Nazaret es el Cristo el Hijo del Dios viviente, dicho de otra forma, Jesucristo ha venido en carne.

Lo podemos ver, en los siguientes versos del apóstol Juan:

En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo. (1Jn 4:2-3)

Porque muchos engañadores han salido por el mundo, que no confiesan que Jesucristo ha venido en carne. Quien esto hace es el engañador y el anticristo. (2Jn 1:7)

Quien no confiesa este fundamento de fe, no es de Dios; así de simple; y con ellos no se puede guardar obviamente la unidad del Espíritu; pues no obedecen al mismo Espíritu que nosotros.

Ahora, os muestro algunos ejemplos de cómo se lleva a la práctica este guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz (ver capítulo 14 de Romanos completo):


Recibid al débil en la fe, pero no para contender sobre opiniones. Porque uno cree que se ha de comer de todo; otro, que es débil, come legumbres. El que come, no menosprecie al que no come, y el que no come, no juzgue al que come; porque Dios le ha recibido. (Rom 14:1-3)

Uno hace diferencia entre día y día; otro juzga iguales todos los días. Cada uno esté plenamente convencido en su propia mente. El que hace caso del día, lo hace para el Señor; y el que no hace caso del día, para el Señor no lo hace. El que come, para el Señor come, porque da gracias a Dios; y el que no come, para el Señor no come, y da gracias a Dios.(Rom 14:5-6)


Debemos mantener la unidad del Espíritu, pero no con cualquier espíritu, como se ve en las cartas de Juan, no es esa unidad con el espíritu del anticristo; que ya opera en este mundo; y por el cual, se elabora esa bestia que citamos de apocalipsis 13. No debemos causar divisiones, a no ser con el espíritu del anticristo; con el cual no hay ninguna comunión posible (obviamente). Hoy vemos muchas divisiones entre verdaderos creyentes, y arrastrados por el error, separándose de hermanos por tener un entendimiento diferente, de cosas que muchos ni siquiera comprenden a cabalidad. Muchos lobos “apacientan” dichos rebaños, y su trabajo es causar más dolor y divisiones en el cuerpo de Cristo; hoy debemos entender que no es la voluntad del Señor esa, y él nos manda a mantener la unidad del Espíritu, hasta que lleguemos a la unidad de la fe “y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”; es decir, al propósito de nuestra carrera, todos juntos. Pero no por eso justificando el error, sino con paciencia, soportándonos unos a otros, en amor. Amén.

sábado, 13 de septiembre de 2014

Haced morir por el Espíritu, las obras de la carne

Este mensaje, es una continuación del mensaje anterior No salves al viejo; en el cual vimos que los que son de Cristo, ya fueron muertos con él, y no tiene ningún sentido tratar de salvar lo que Dios ya condenó. Hoy veremos la forma práctica que nos enseña el mismo Espíritu, de llevar a cabo la tarea de la cruz en nosotros.

Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros.  Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne;  porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis. Rom 8:11-13 

Voy a partir de la siguiente sentencia: “más si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis”; acá vemos una condición, es decir, un si condicional; si por medio del Espíritu Santo hacemos morir la obras de la carne, viviremos. Por el contrario, si vivimos conforme a la carne, moriremos. Fíjate que el texto está referido a cristianos que ya tienen el Espíritu Santo, a personas que ya han nacido de nuevo; esta enseñanza y advertencia es para creyentes verdaderos (la iglesia); y no para incrédulos.

Por eso dice, haced morir las obras de la carne por medio del Espíritu; no dice que él Espíritu lo hará sólo (sin tu participación), sino que nosotros debemos hacerlo por medio del Espíritu Santo. Tampoco dice que debemos hacerlo sin él Espíritu (tarea imposible sin el Espíritu); dice que es una tarea que debemos hacer nosotros, por medio del Espíritu que nos ha sido dado; ya que ese Espíritu tuvo el poder de levantar a Jesús de en medio de los muertos; y tiene el poder suficiente en nosotros de hacer morir nuestras obras de la carne. Es un Espíritu PODEROSO que tenemos, y debemos utilizarlo para cumplir esta tarea en nosotros, hacer morir las obras de la carne; de otro modo moriremos (si vivimos conforme a la carne).

Por si alguno, no recuerda las obras de la carne, copio lo siguiente:

Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. Gal 5:19-21 


¿Crees que con el Espíritu que mora en ti, tienes el poder de hacer morir las obras de tú carne?

El poder de Dios se manifiesta por medio de la fe (al que cree, todo le es posible), si lo crees vencerás, y ese mismo poder te levantará (porque es poderoso para hacerlo); si no lo crees, naufragarás en tu incredulidad.

NO tiene sentido creer en Jesucristo, sin creer lo que su mismo Espíritu nos enseña; y hoy nos enseña a utilizar su Espíritu para vencer las obras de nuestra carne, de tal manera de hacerlas morir en nosotros, porque si no lo creemos; tampoco podemos creer que ese mismo Espíritu tiene el poder de vivificar nuestros cuerpos mortales, y levantarnos de entre los muertos. Y si no lo creemos, ¿Como lo obtendremos? Imposible, ya que las promesas se alcanzan por medio de la fe.

Si vivimos derrotados conforme al poder del Espíritu poderoso que tenemos en nosotros ¿Cómo creeremos que es mismo Espíritu nos levantará de entre los muertos? IMPOSIBLE.

Hoy tenemos un Espíritu poderoso en nosotros y que por medio de Él, podemos hacer morir la obras de nuestra carne; y de esa misma forma, ese Espíritu nos levantará de entre los muertos, como lo hizo con Jesús nuestro Señor y Maestro. Amén.

No escondas el talento que te dieron en tierra, hazlo producir para tu Señor. Un abrazo a todos, y la gracia y paz de nuestro amado Padre y su Hijo sea con todos vosotros. Amen.

domingo, 31 de agosto de 2014

No salves al viejo

Con este título “No salves al viejo” les comparto este nuevo mensaje el día de hoy; a lo mejor, les parecerá un poco extraño y extravagante el titulo que le he puesto, pero creo que es el más apropiado que puede encontrar, a lo que les voy a compartir.

Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados. 1Co 15:22 

En el evangelio se explica que sólo existen dos posiciones o estados para el hombre (no hay otros); el primero es EN ADAN, y el segundo es EN CRISTO. No hay otra posición en la que podamos estar, o estamos en Adán o estamos en Cristo. Adán representa al hombre natural, y Cristo representa al hombre espiritual; Adán representa al hombre terrenal, y Cristo representa al hombre celestial; el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán (Cristo), espíritu vivificante.

Cuando nacimos en la carne, nacimos del linaje de Adán; cuando nacimos del Espíritu nacimos del linaje de Cristo. Los que hemos nacido de nuevo, tenemos la posibilidad de permanecer en Cristo, quienes sólo han nacido de Adán aún (hombre natural), no pueden estar en Cristo aún; posición que sólo la alcanzamos por la fe en él.

Así es como en Adán hay una historia que se repite miles de millones de veces, y se seguirá repitiendo; los hombres nacen y todos mueren. No hay otra posibilidad, la muerte entró al mundo por un hombre, Adán el hombre natural (nuestro antepasado) quien pecó y cayó; y luego todos pecamos.

Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron. Rom 5:12 

Así también, hay una historia que se repite y repetirá muchas veces; en Cristo, todos serán vivificados; ya la muerte no tiene dominio sobre nosotros, en él.

Esta es la historia de sólo dos hombres que viven y coexisten en nosotros; Adán (quien ya está muerto para con Dios); y Cristo quien está vivo en nosotros y para Dios (y vive por los siglos de los siglos, amén).

Cristo vino en semejanza de carne de Adán (pero sin pecado); para que por medio de la muerte, condenara el pecado en la carne

… Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne;  Rom 8:3 

Condenó al pecado en la carne; es decir, el pecado sólo tiene dominio en la carne; y si la carne muere; ya no tiene dominio de nosotros en Cristo; es más el pecado murió en ella (la carne).

Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado en su cuerpo de carne, por medio de la muerte, para presentaros santos y sin mancha e irreprensibles delante de él; si en verdad permanecéis fundados y firmes en la fe, y sin moveros de la esperanza del evangelio que habéis oído, el cual se predica en toda la creación que está debajo del cielo; del cual yo Pablo fui hecho ministro. Col 1:21 -23

Dice, si en verdad permanecemos fundados y firmes en la fe, sin movernos de la esperanza del evangelio (note que esta es la condición exigida): nos ha reconciliado con Dios en su cuerpo de carne, por medio de la muerte (note que no dice su muerte, sino dice la muerte), para presentarnos santos y sin mancha e irreprensibles delante de él; y ya no ser más enemigos de Dios en nuestras mentes y hechos.

No salvemos al viejo hombre (Adán), no salvemos a quien Dios condenó; dice el evangelio que ya morimos; así es, por extraño que te parezca:

Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Col 3:3 
Con Cristo fuimos juntamente crucificados, esa es una realidad para el viejo hombre en nosotros (Adán):

Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. Gal 2:20 

Con Cristo estamos juntamente crucificados, todos aquellos que somos de él; no es algo que sólo le sucedió a Cristo; sino que también a nosotros en él, tenemos esa relación con nuestra carne; es decir, crucificada con Cristo. Para que en él, participemos de todo lo que en él es y tiene; unidos en Cristo; el nuevo hombre.

Hoy hay un error muy recurrente en el evangelio que se predica comúnmente, pues ponen a Cristo sólo en la cruz (sin nosotros), olvidando que nosotros también estamos con él en esa cruz; si queremos participar de su plenitud, debemos participar de su muerte (nada podemos separados de él). Ese error en el evangelio que se predica hoy, hace que muchos cristianos, nunca vean que su vida en Adán ya murió, y fue condenada en la cruz con Cristo; y siguen tratando de salvarla para sí mismos y el mundo; haciendo caso a sus mentes naturales; y no entendiendo la mente de Cristo. Estamos muertos al pecado, muertos al mudo y muertos a la ley; pero estamos vivos para Dios.

En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él? Rom_6:2 

Porque el que ha muerto, ha sido justificado del pecado. Rom_6:7 

Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro. Rom_6:11 

Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo. Gal 6:14 

Pues si habéis muerto con Cristo en cuanto a los rudimentos del mundo, ¿por qué, como si vivieseis en el mundo, os sometéis a preceptos tales como: No manejes, ni gustes, ni aun toques  (en conformidad a mandamientos y doctrinas de hombres), cosas que todas se destruyen con el uso? Col 2:20-22 

Así también vosotros, hermanos míos, habéis muerto a la ley mediante el cuerpo de Cristo, para que seáis de otro, del que resucitó de los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios. Rom_7:4 

Pero ahora estamos libres de la ley, por haber muerto para aquella en que estábamos sujetos, de modo que sirvamos bajo el régimen nuevo del Espíritu y no bajo el régimen viejo de la letra. Rom_7:6 

Porque yo por la ley soy muerto para la ley, a fin de vivir para Dios. Gal_2:19 

Fíjate que primero es la muerte, luego la vida para con Dios; si no hay muerte; no hay vida.

El error en el evangelio que se predica hoy, hace que los hermanos tengan una fe deficiente, es decir, creyendo o ignorando un hecho esencial en ellos (que se predicaba en el evangelio de los apóstoles), cuando han nacido de nuevo; su viejo hombre ya ha sido crucificado. ¿Y cómo seguirán tratando de salvar lo que ya fue condenado y muerto?; el evangelio es poder de Dios (dice la Biblia), pero ese poder no se puede manifestar en nosotros, si primero no oímos el verdadero evangelio, sin omisiones o errores; sin conocer lo que ocurrió en esa cruz y como es nuestra posición para con la carne, el mundo, Satanás y la ley.

Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego. Rom_1:16 

Este punto es esencial del verdadero evangelio, de que así como participamos de su vida; debemos antes participar de su muerte.

¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva. Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección;  sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado. Rom 6:3-6

Muchos ponen a Cristo sólo en la cruz (sin nosotros), pero en él todos fuimos ya crucificados. Y en creer y entender esto, tendremos el poder de Dios en nosotros, para andar en una vida nueva; ya no dominada por el pecado en la carne, ya no dominada por los engaños e ilusiones del mundo, ya donde el enemigo no tiene poder; y donde la ley ya no nos puede condenar; porque ya lo hizo y morimos con Cristo.

Hay dos estorbos importantes para los creyentes que les impiden dar frutos (ver parábola del sembrador); uno son las piedras y otro los espinos. Estos estorbos, sólo pueden ser quitados en la cruz, es decir, si no entendemos que ya fuimos muertos con Cristo; siempre estas piedras (pecado) y espinos (mundo); nos causarán problemas, para tener la tierra (corazón) limpia para con Dios; y así dar mucho fruto, para el Padre.

No salvemos al viejo hombre, a quién Dios ya condenó; cuando tratamos de salvar nuestra vieja vida en este mundo, la perdemos. Pero, cuando por causa del evangelio (entendiendo que ya fuimos muertos) la perdemos (perdemos el viejo hombre),  la salvamos. No hay otra forma de seguir a Cristo, a los lugares celestiales.

Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará. Mar_8:35

Cuál es el viejo hombre (Adán), Nicodemo nos da la respuesta:

Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? Juan 3:4 

Acá vemos, que el viejo hombre; quien no puede ni ver, ni entrar al reino de los cielos. Por eso es necesario nacer de nuevo; donde nace el nuevo hombre en nosotros del Espíritu; y es quien puede entrar acá en el reino de los cielos.

Debemos saber que ese viejo hombre ya fue crucificado, y de esa forma debemos conducirnos, entendiéndolo:

…sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado. Rom 6:6 

Despojándonos de esa antigua naturaleza, la cual está viciada (y ya no tiene arreglo), cuyos deseos son errados; obviando este viejo hombre, nos conducimos en el Espíritu renovando nuestra mente (un nuevo entendimiento es necesario), vestidos del nuevo hombre, es decir, nuestras obras deben ser inspiradas y sustentadas por el nuevo hombre (eso es el vestido, nuestras obras); que es creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.

En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos,  y renovaos en el espíritu de vuestra mente,  y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad. Efesios 4:22 -24

Nos revestimos del nuevo hombre, ya no con obras malas, sino con obras conforme a la imagen de quien lo creó (eso es el vestido, las obras de justicia y santidad); las cuales se alcanzan en Cristo, en la medida que somos renovados hasta el conocimiento pleno. Note usted que el hombre nuevo, es un hombre interior, nació en nuestro interior, pero debemos revestirnos de él por el exterior, es decir, permitir que sus obras salgan a nuestro exterior, eso es la vestimenta. Y no vestidos del viejo hombre con sus hechos enemigos de Dios.

No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos,  y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno,  donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita, siervo ni libre, sino que Cristo es el todo, y en todos. Col 3:9 -11
El hombre interior, es el nuevo hombre, lo vemos porque se deleita en la ley de Dios:

Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; Rom 7:22 

Día a día en nuestra carrera en Cristo, nuestro viejo hombre se va desgastando y el nuevo se renueva.

Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día. 2Co 4:16 

No salves al viejo hombre, que en tu vida gobierne tu nuevo hombre; que ha nacido del agua y el Espíritu; este nuevo hombre debe guiar tu vida; y debes entender que tu vieja naturaleza ya fue crucificada con Cristo, y está muerta para Dios; cuando tratamos de salvar nuestra vida, la perdemos, CUANDO LA DAMOS POR MUERTA (que es la verdad), LA SALVAMOS. Sólo así obtenemos libertad de nuestra carne, que es la que nos atrapa por el pecado.

Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado. Juan 8:34 

Cuando realmente creemos que estamos muertos con Cristo; realmente empezamos a ser libres del pecado, del mundo y del enemigo. No es sino por el evangelio correcto, que se manifiesta el poder de Dios en los creyentes para salvación, si estos lo creen.


¿CREES REALMENTE QUE ESTAS MUERTO CON CRISTO EN LA CRUZ?

Ve como actúas, y mira tus preferencias y aspiraciones; tus temores y sueños, tus anhelos acá en la tierra; ¿que es lo que te motiva y mueve...?

Cuanto lo crees, se manifiesta en tus obras; son las obras de tu fe, ellas manifiestan tu verdadera fe; ya que la fe sin obras, está muerta; y la fe se muestra por las obras.

Primero, no podemos creer que estamos muertos, si quienes nos predican el evangelio no lo dicen (por ignorancia o omisión); luego si nos lo dicen, está en nosotros oír y creer. En esto está la puerta del reino de Dios, en el nuevo hombre; quien debe ser el conductor de nuestra vida en Cristo; pero si no queremos perder el viejo; quien no puede ni ver, ni entrar en el reino de Dios, que está acá entre nosotros; perdemos la oportunidad.

La sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado; pero sólo la cruz nos libra del pecado; y nos posibilita a seguir al Maestro a donde quiera que vaya. Amén.

NO SALVES LO QUE DIOS YA DIO POR MUERTO, NO SACARAS NI UN SOLO FRUTO DE ELLO, PERDERÁS TU TRABAJO. Será como quien edificó en la arena, todo ese esfuerzo será vano, obedezcamos las palabras del Señor que nos enseñan el verdadero evangelio.

viernes, 6 de junio de 2014

Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham



Libro de la generación de Jesús, el Cristo, hijo de David, hijo de Abraham.  (Mat 1:1)

Cuando leemos el primer versículo del primer evangelio, en el Nuevo Testamento, escrito por Mateo, apóstol del Señor; vemos que a Jesús se le nombra explícitamente como hijo de David e Hijo de Abraham; siendo estas dos personas muy relevantes de destacar en su genealogía, por el autor del Evangelio (en este caso Mateo, inspirado por el Espíritu Santo).

¿Por qué se nombran sólo estos dos hombres en forma separada, y no tantos otros tan relevantes e importantes, que también estaban en su ascendencia? 

Si miramos bien, veremos que en su ascendencia estaban también: Isaac, Jacob, Judá, Booz, Salomón, etc. por nombrar algunos…

Ahora, otro punto importante de destacar, que es que primero se nombra a David antes que Abraham; siendo que Abraham es antes que David; David desciende Abraham varios siglos y generaciones después.

Bueno, lo que el Espíritu Santo nos está enseñando, son dos características fundamentales que están presentes en Jesús, que son características de estos dos hombres de Dios (David y Abraham); y estas características deben repetirse en todos los discípulos de Jesucristo, es decir, los que siguen al Maestro. De hecho, por eso son mencionados explícitamente en forma muy especial por el evangelista, teniendo en el Nuevo Testamento, el primer lugar en lo escrito (en primer evangelio y en primer versículo de éste).

Vamos a lo que estos dos hombres nos representan, y deben ser nuestros ejemplos fundamentales; ya que así nos lo insinúa el autor:

Abraham
Abraham representa la fe, es llamado padre de los creyentes, sean estos Judíos o gentiles; es la fe lo que caracteriza Abraham en su vida, y por la obediencia a esta, llegó a ser llamado amigo de Dios. Es un ejemplo a conocer y seguir, para alcanzar la promesas de Dios.

David
David representa el amor; recordemos que este hombre llegó a escribir gran parte de los salmos escritos en el Antiguo Testamento (canciones y/o poesías); y era su corazón lo que a Dios le agradó. Fue quien estaba dispuesto a humillarse por exaltar Su Nombre; fue el dulce cantor de Israel. Su amor por el Señor lo hizo desear construir el primer Templo al Señor, cosa que Dios no le permitió. Incluso podemos decir, que su nombre en Hebreo significa amante, amoroso (דָּוִד).


Ambos hombres ejemplifican dos características fundamentales de los hijos de Dios, es decir, de los discípulos de Jesucristo; Abraham ejemplifica la vida de fe. David ejemplifica la vida de amor. Es importante notar, que el amor y la fe, estuvieron presentes en ambos patriarcas; de hecho, no podría ser de otra manera; ya que el llegar a ser amigo de Dios para Abraham, significó una relación de amistad que lleva en sí misma, el amor. Y en el caso de David, vemos que fue un luchador y guerrero de la fe (recuerda, por ejemplo,como venció a Goliat, por fe). Pero lo que la Biblia nos quiere recalcar, es el ejemplo de estos dos hombres, para que los CONOZCAMOS e IMITEMOS, y lleguemos a la perfección en nuestra carrera, con ambos modelos, que son exhalados como padres de Jesús el Mesías.

Es importante, después de lo que te he compartido, que puedas encontrar la motivación de poder conocer más las vida de estos dos hombres y saques ejemplos prácticos que te podrán ayudar en esta carrera, a la excelencia en Cristo Jesús.

Por último, ¿Por qué la Biblia primero destaca a David antes que Abraham, siendo que Abraham fue antes que David? Bueno, ellos están en la Biblia en un orden cronológico, como lo es la fe y el amor, la fe antecede al amor; pero el amor es el propósito. Nadie puede tener amor, sin fe; pero la fe acabará y el amor perdurará por siempre. Así también es en la Biblia, la fe es caracterizada antes por Abraham, luego el amor por David (como dije ambos tenían fe y amor, sólo estamos hablando de ejemplos de vida en ellos).

Por eso Jesucristo es llamado hijo de David e hijo de Abraham, porque lo más profundo e importante es el amor, que es nacido de la fe verdadera. Como David nació de Abraham, así el amor nace de la fe.


Un abrazo, y recuerda que no es sólo por fe; sino por fe y amor; no sólo por agua, sino por agua y sangre.

Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. (Juan 13:34)


viernes, 9 de mayo de 2014

Ignorancia en incredulidad.

El apóstol Pablo escribió: Y doy gracias al que me fortificó, a Cristo Jesús, señor nuestro, de que me tuvo por fiel, poniéndome en el ministerio;  habiendo sido antes blasfemo y perseguidor e injuriador; mas fui recibido a misericordia, porque lo hice con ignorancia en incredulidad. (1Ti 1:13)

¿Sabías que la ignorancia es fuente de incredulidad? El apóstol Pablo explica su razón de haber sido perseguidor de la iglesia, y lo resume que fue con ignorancia en incredulidad…

Veo dos razones para la incredulidad del hombre, primero la ignorancia y segunda la dureza del corazón.

Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.
(Rom 10:10)

Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente, teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón; (Efe 4:18)

Creo que todos tenemos claro que la dureza del corazón del hombre es razón de la incredulidad ante Dios; pero hay algo que quiero resaltar, cuando no hay conocimiento, tampoco puede haber fe, es decir, la ignorancia es fuente de incredulidad.

¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? (Rom 10:14)

El no oír primero del Señor y segundo al Señor, es fuente de ignorancia, y por lo tanto, fuente de incredulidad… ¿lo ves?

Por algo el apóstol Pedro nos enseña: vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; (2Pe 1:5-6)

El conocimiento es muy importante, la ignorancia no tiene beneficios...

El conocimiento del Señor es fundamental para combatir nuestra incredulidad, porque ¿quién puede creer lo que nunca ha oído?; si somos creyentes, debemos entender que sólo hemos creído lo que hemos podido oír, lo que nunca hemos oído, nunca lo hemos podido creer (por razones obvias, pues para creer algo primero hay que oírlo), así de tremendo es esto. Y como también sabemos que las promesas de Dios se alcanzan por fe, es importantísimo OÍR AL SEÑOR para superar nuestra IGNORANCIA, y poder CREER lo que hoy IGNORAMOS.

Sin fe es imposible agradar a Dios, para crecer en la fe; nuestra actitud es de ser tardos en hablar y prontos en oír. La ignorancia, es fuente de incredulidad; y la incredulidad es fuente de pecado. …y todo lo que no proviene de fe, es pecado. (Rom 14:23)

El pecado es error, y el fruto del error es muerte… Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro. (Rom 6:23)

El error, nunca produce vida, sino pérdida, muerte y destrucción… El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. (Jua 10:10)

El enemigo nos quiere sacar de la fe, nos quiere en incredulidad, ¿y como lo hace? Lo hace cambiando la verdad por el error, y ocultando la verdad, es decir, nos quiere en IGNORANCIA, es decir, el enemigo COMBATE EL CONOCIMIENTO.

Por eso hoy tenemos el Espíritu Santo, quien tiene la misión de enseñarnos y guiarnos en todo, para que cada día seamos menos IGNORANTES, y por lo tanto, menos incrédulos por desconocimiento.

Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho. (Jua 14:26)

Mira como el Espíritu no sólo nos enseña, sino que nos recuerda todo lo que él (Señor) dijo; y muchas cosas que el Señor dijo están registradas en la Biblia (no todas, pero todas las que están registradas son verdaderas).

Concluimos, que no debemos endurecer nuestro corazón y estar prestos día a día para oír al Señor; sólo así creceremos en la fe; ya que el desconocimiento de la verdad, nos hacer errar (pecado), y sus frutos no son de provecho. El enemigo combate la verdad, enseñando mentiras y ocultando la verdad; de modo que no podamos creer la verdad, ya que él sabe, que en la fe alcanzamos la victoria sobre él.

Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento. Por cuanto desechaste el conocimiento, yo te echaré del sacerdocio; y porque olvidaste la ley de tu Dios, también yo me olvidaré de tus hijos. (Ose 4:6)


Un abrazo, y que el Señor nos aumente en su conocimiento por su Espíritu. Amén.


martes, 22 de abril de 2014

Fe, esperanza y amor.



Mas ahora permanece la fe, la esperanza, y el amor, estas tres cosas. (1Co 13:13)

Hoy les quiero entregar una reflexión, respecto a la fe, la esperanza y el amor. A lo mejor, estas palabras las hemos escuchado muchas veces, pero veo que es muy importante poder examinarlas en conjunto en más detalle y poder ver en alguna manera su importancia; por lo anterior,  hoy las compararé a los motores (o turbinas) de un avión JET que debe volar a máxima potencia y velocidad, con sus tres turbinas (motores); en una forma de parábola, de nuestra carrera en la fe; en el camino que es en Cristo al Padre.

Con este mensaje, quiero responder en parte a la pregunta que a lo mejor muchos nos hemos hecho, ¿Cómo podemos acelerar nuestro viaje en este Camino?; ¿Cómo puedo darle mayor potencia  a mi carrera?, ¿Estoy utilizando todos los recursos disponibles para llegar a la meta? Bueno, para en el fondo tener claro, como funcionan los motores o motivos de nuestros avances, y entenderlos, de manera de poder hacer un uso más efectivo de ellos, al entender mejor estos tres aspectos.

A la manera que un avión debe hacer un largo viaje por el cielo, así nosotros debemos elevarnos a las alturas, y como un avión necesita un motor o turbina para hacerlo; nosotros también; hoy tenemos cada uno de nosotros un avión disponible con tres motores o turbinas (ver imagen adjunta), que nos posibilita despegar, avanzar y darle máxima potencia a nuestra carrera, estos motores o turbinas son: la fe,  la esperanza y el amor; a la manera de los tres motores (turbinas) que vemos en la foto del avión.

Hoy permanecen estos tres motores a nuestra disponibilidad para elevarnos y correr la carrera, pero debemos saber usarlos y potenciarlos cada uno de ellos, ya que son los tres necesarios para terminar exitosamente nuestra carrera espiritual. Ninguno de los tres debe ser menospreciado, pero el último tiene la ventaja de ser eterno, me refiero al amor; nos durará toda la eternidad.


 Primera turbina de nuestro JET al cielo, La FE:

La fe es el primer motor o turbina, que nos permite despegar y avanzar en el Camino al Padre; sin encender este motor no podremos ni despegar, ni encender los siguientes dos motores (esperanza y amor). Este elemento, la fe; nos provee la potencia necesaria de Dios, para avanzar y alcanzar nuestra salvación completa (como este es una carrera celestial, necesitamos potencia divina):

Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego. (Rom 1:16)

Cuando creemos al evangelio, es decir, cuando ejercemos la fe; hay poder de Dios en nuestra vidas que nos mueve a salvación. Este es un ejemplo gráfico, del como encendemos y ejercemos el primer motor de nuestro jet al cielo. La fe nos potencia, y el combustible de la fe, es la palabra de Dios, es decir, para creer primero hay que oír al Señor en sus palabras, cuando las creemos, nos catapulta con potencia a las alturas… comenzamos el viaje… ya hemos despegado…

¿Y cómo le damos potencia a este primer motor o turbina de nuestro JET al cielo?
Conociendo y entendiendo lo que el Señor nos enseña, es decir, conociendo la Palabra de Dios, es decir, conociendo el evangelio y creyéndolo de corazón. Su palabra es nuestro combustible divino, nosotros encendemos el motor y lo aceleramos creyéndole.

Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios. (Rom 10:17)


Segunda turbina de nuestro JET al cielo, La Esperanza:

La Esperanza, es el segundo motor o turbina, que sólo lo podemos encender, si ya hemos prendido el de la fe, sin fe, no hay esperanza; pues estos motores funcionan en paralelo; la fe nos lleva a esperanza.

Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado en su cuerpo de carne, por medio de la muerte, para presentaros santos y sin mancha e irreprensibles delante de él; si en verdad permanecéis fundados y firmes en la fe, y sin moveros de la esperanza del evangelio que habéis oído, el cual se predica en toda la creación que está debajo del cielo; del cual yo Pablo fui hecho ministro.  (Col 1:21-23)

¿Cuál es la diferencia entre la fe y la esperanza? La fe es creer lo que el Señor nos dice; la esperanza es creer lo que el Señor nos promete, y cuando creemos sus promesas, las esperamos… se podría decir, que la esperanza es la fe en sus promesas…, de lo anterior entendemos que el combustible de este motor son las promesas del Señor, sin conocer sus promesas, no tenemos combustible para el motor de la esperanza. Nuevamente acá el combustible es celestial, pues viene del cielo, son sus promesas…

¿Y cómo le damos potencia a este segundo motor o turbina de nuestro JET al cielo?

Es una buena pregunta, mientras mejor sepamos usar estos motores que tenemos disponibles, mejor será nuestro viaje a las alturas…

Para aumentar nuestra esperanza, debemos conocer y entender lo que el Señor nos ha prometido; si lo ignoramos… ¿Cómo lo esperaremos?

…para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él, alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza, (Efe 1:17-19)

Acá vemos un ejemplo de cómo Pablo ora por la iglesia en Efeso, para que puedan conocer y entender, por medio del Espíritu, cual es la grandiosa esperanza a la que hemos sido llamados…, sin conocerlo y entenderlo, dejamos un poderoso motor sin funcionar en nuestra carrera celestial.

Entonces entendemos que para darle potencia a esta segunda turbina o motor, debemos conocer y entender, la gloriosa esperanza que tenemos en Cristo; si lo ignoramos y no lo entendemos, o si sólo lo conocemos en parte y comprendemos en parte, no utilizaremos toda la potencia de este segundo motor del JET.

Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo. (Rom 15:13)


Tercera turbina de nuestro JET al cielo, El Amor:

Este tercer motor o turbina, es un motor eterno, es un motivo que perdurará en nosotros por toda la eternidad, es por eso Pablo indica que es mayor, que los anteriores, es decir, que la fe y la esperanza; pues la fe se acabara, ya que no necesitaremos creer porque veremos cara a cara al Señor, y no necesitaremos esperanza, porque recibiremos lo prometido y esperado; pero el amor perdurará por la eternidad. Es como los motores de los cohetes espaciales que son desechados después de ciertas faces del vuelo, así será con la fe y la esperanza (ellos cumplirán su función temporal); ellos hoy son el medio que tenemos provisto por Dios para avanzar y darle potencia a nuestra carrera, pero el motor que nos moverá por la eternidad y hoy también lo debe hacer, es el amor.

El Señor acá en la tierra se movió por estos tres motivos, por fe, por esperanza y por amor. Nosotros debemos andar como él anduvo, por fe, por esperanza y por amor. Todos sabemos que Jesús caminó en fe y en amor, pero ¿Qué esperanza tenía si él era el hijo unigénito del Padre?

…puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. (Heb 12:2)

No es el fin de este mensaje explicar lo que el Señor ganó en su carrera acá en la tierra, pero ciertamente tenía algo que alcanzar y esa esperanza le producía fuerza… (Si él lo hubiese ignorado, no habría sido posible tener esperanza en ese gozo por alcanzar lo prometido…, y por lo tanto, la cruz se habría visto mucho más grande y difícil…, si ignoraba el objetivo a alcanzar, pero no lo ignoraba; en otro mensaje podemos hablar de ello…).

Este motor se resume en un mandato del Señor, su nuevo mandato en El:

Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. (Juan 13:34)

¿y cuál es el combustible de este motor? Todas las oportunidades que Dios nos da de ejercer ese amor, recuerden que andamos en las buenas obras que El preparó de antemano…

Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas. (Efe 2:10)

Bueno, esto del amor, además nos enseña que esta no es una carrera individual; sino que es una carrera en equipo, somos un cuerpo y estaremos unidos por la eternidad en Cristo; y de  modo que lo que hoy me motiva a escribirte, es poder participar con lo que tengo, en poder entregarlo para que puedas avanzar a toda potencia con  los recursos del JET que tenemos en Cristo a lo alto. Todo esto no tendría ningún valor, si llegáramos solos a la meta…, es una carrera de una familia, la familia de Dios a la meta, con Dios nuestro Padre; y el amor es un potente aliciente que nos transporta a la naturaleza de nuestro Padre, es su ADN, el amor.

Es hermoso lo que tenemos en nuestras manos para transportarnos a las alturas que nos quiere Dios, debemos potenciar nuestra fe, esperanza y amor;  saber y entender que con estos tres motores tendremos la potencia suficiente para terminar juntos con existo esta carrera al Padre, nuestro objetivo, en Cristo Jesús nuestro Señor. Amén.

No lo olvides son tres poderosas turbinas a nuestra disposición… úsalas y poténcialas; llena tus estanques de combustible, por el Espíritu.


Fe, esperanza y amor; nos vemos… en Cristo.

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