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lunes, 5 de febrero de 2024

¿Qué significa la frase?, él que tiene oídos para oír, oiga.

 



Nuestro Señor Jesús, muchas veces dijo esta frase, como se registran en los evangelios sinópticos, El que tiene oídos para oír, oiga”, pero ¿Qué significa realmente esta frase?; hay varias interpretaciones de ello, pero nos es imperiosa necesidad el saber la verdad fidedigna de ello, es decir, que realmente quiso decir con esto.

Bueno, debemos saber que nuestro Señor cuando vino a la tierra y se hizo hombre en Jesús de Nazaret, se hizo judío, y como judío, tenía muchos hebraísmos que hoy debemos entender bien, para no caer en la mala interpretación del texto, y eso nos haga hacer lo contrario, de lo que él, nos indica y realmente espera de nosotros.

Primero, debemos decir que la palabra oír en hebreo es la palabra shamá; ósea acá vemos la palabra para oír, que es la misma palabra para obedecer (muy interesante); oír y obedecer en hebreo, son la misma palabra Shamá.

El “shamá” hebreo, de Israel es este (que es muy conocido):

Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. (Deuteronomio 6:4)

Es también como los cristianos vemos el primer mandamiento de la ley (Torá).

Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. (Marcos 12:29)

Es importante ver esto, el primer mandamiento no es sólo oír, como se diría en español, es también hacer. Es que en hebreo la palabra oír también tiene el significado de OBEDECER (lo digo nuevamente).

 Veamos esto en más detalle:

El Shamá de Israel dice:

Oye (Shamá), Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. (Deuteronomio 6:4)

La palabra que se traduce como OYE, es la palabra OIR; que es la palabra SHAMA (שָׁמַע) en hebreo; que tiene los significados de OIR, como el significado de OBEDECER; ósea, cuando traducimos como oye Israel está bien gramaticalmente, pero nos perdemos que OIR es también obedecer en hebreo, una traducción posible en español sería la siguiente que nos es más clara en nuestro idioma:

Obedece (Shamá), Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. (Deuteronomio 6:4)

Ósea, oír y obedecer, en hebreo van juntos; quien no obedece, es porque NO oyó; y quien obedece, es porque SI oyó. En español no son lo mismo, y eso nos ha dado malos resultados a la hora de entender bien la Biblia.

Sabiendo lo anterior, ¿Cómo podríamos traducir en forma más correcta la frase típica de Jesús de Nazaret, escrita en la Biblia?:

Está muchas veces escrito en nuestra Biblia así:

El que tiene oídos para oír, oiga;

pero su verdadero significado sería, cómo lo vimos reiteradamente:

 El que tiene oídos para oír, obedezca.

Eso sería una mucho mejor traducción en español.

El que tiene oídos para oír la Palabra de Dios, obedezca; eso cambia mucho el significado en español (castellano); la palabra obedecer no es tan popular y en español creemos que podemos oír y entender un mensaje, pero el Señor nos lo dice para que le obedezcamos; no sólo para que lo oigamos.

¿Y que tiene que ver esto, con la fe?

¿No somos salvos por medio de la fe?

¿No son obras estas?

Bueno, estas son preguntas que pueden surgirnos, pero vamos aclarando el tema poco a poco…

Si leemos este versículo del apóstol Pablo vamos entendiendo más el tema:

Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios. (Romanos 10:17)

Acá vemos como la verdadera fe, viene por el oír; y este oír por la Palabra de Dios; entonces vemos que la fe, es consecuencia de oír al Señor; y obedecerlo es también consecuencia de oírlo; entendemos entonces, que obedecer, y creer son parte de lo mismo; porque la forma de mostrar la fe; son las obras vivas.

Ejemplo:
Una forma que el Señor me mostró que creer y obedecer son parte de lo mismo, y si no hay obediencia, es que no hay verdadera fe (creer).

Hace tiempo atrás trabajaba en obras masivas de construcción, y me fui un poco tarde de la oficina que tenía en un conteiner en la obra, estaba oscuro y no veía prácticamente nada; así que me fui a la camioneta que tenía, a tientas, pisando el barro pues era invierno; después de la caminata y del esfuerzo por superar el barro; llegue al lugar en que CREIA que tenia estacionada la camioneta, pero al llegar no estaba… luego me acorde que la había estacionado en el lugar contrario al que había ido, y tuve que hacer la caminata de regreso y luego al lugar correcto. Y allí estaba, ¡qué bien!

¿Qué aprendí de eso?, que yo fui al lugar que YO CREIA que estaba la camioneta, ósea, no se puede desligar la Fe (creer) con la Acción (obediencia a la fe); pero luego recordé donde verdaderamente la estacioné, y actúe conforme a mi nueva creencia (fe) y eureka, ahí estaba.

Esto nos enseña que todo lo que realmente creemos, es lo que realmente hacemos; si le creemos a Dios, entonces le obedecemos. Si no obedecemos, es que realmente no le hemos creído de corazón, podemos decir con la boca que le creemos, pero al no obedecer, estamos negando nuestra fe; es decir, es una fe muerta como dice Santiago.

Así también la fe, si no tiene obras (hechos, obediencia, etc.), es muerta en sí misma. (Santiago 2:17)

Entonces podemos concluir que la mejor traducción de la frase El que tiene oídos para oír, oiga.   típica del Señores esta:

El que tiene oídos para oír, obedezca.

Sin obediencia no hay verdadera fe, y la persona nada oyó; aunque diga que si oyó.  Vemos que el Señor Jesucristo busca nuestra obediencia si le podemos oír; sin obediencia; no hay verdadera fe.

Ahora como segunda derivada (así se dice en matemáticas), y es muy importante decir, por eso lo expongo; si lo oímos y obedecemos; afirmaos nuestra fe, y como consecuencia, es la forma que DIOS TIENE DE AUMENTARNOS LA FE, es decir, obedeciendo a lo que Él nos dice. Porque la Fe viene por el OIR y el OIR por la PALABRA de DIOS.

Saludos, que el Señor con su Espíritu alumbre este mensaje, gracias y a oír y obedecer, para no perder el tiempo que el Padre nos da.

 

El que tiene oídos para oír, obedezca.




domingo, 18 de marzo de 2018

Tres “Heme aquí” según la Biblia


Mis queridos amigos y lectores, hoy les quiero compartir el mensaje, Tres “Heme aquí” que hayamos en la Biblia, en ello podremos encontrar una edificadora enseñanza de nuestros padres de la fe (como es del caso de Abraham) que no debemos dejar de aprovechar.

Heme aquí, es la palabra en hebreo  הנה אני (HINÉNI); y es con estas palabras que Abraham respondió a Dios, cuando Este le llamaba en su gran prueba de fe, veámoslo:

Aconteció después de estas cosas que Dios probó a Abraham, y le dijo: ¡Abraham! Él respondió: Heme aquí. Y dijo: Toma ahora a tu hijo, tú único, a Isaac, a quien amas, y ve a tierra de Moriah,  y tú mismo sacrifícalo allí en holocausto sobre uno de los montes que Yo te diré. Y Abraham se levantó temprano por la mañana, enalbardó su asno y tomó consigo a dos de sus mozos y a su hijo Isaac. Luego cortó troncos para el holocausto, se levantó, y se fue al lugar que le había dicho Dios. (Génesis 22:1-3)

En el texto anterior, vemos como Abraham después de escuchar la orden de Dios, y después de decir, Heme aquí, se levantó muy temprano de mañana, para obedecer el llamado de Dios.

La traducción de  HINÉNI (הנה אני)  sería: heme aquí ó aquí estoy; es como decir, ¡aquí estoy atento escuchando y presto a obedecer sus órdenes mi Señor! Indica un estado de atención plena, a lo que se va a decir, para obedecerlo prontamente. Con estas palabras vemos como los grandes hombres de Dios como Abraham, Israel, Moisés, Samuel, Isaías, María respondieron a Dios, como lo hizo también el mismo Señor Jesucristo, su Hijo Unigénito.

Citaré 7 ejemplos de la Biblia, que debemos imitar, donde vemos estos grandes de Dios, y sus respuestas a El:

ABRAHAM: Pero el ángel del  Señor lo llamó desde los cielos, y le dijo: ¡Abraham! ¡Abraham! Y él dijo: ¡Heme aquí! (Génesis 22:11)

JACOB: Y el ángel de Dios me dijo en el sueño: Jacob. Y yo dije: Heme aquí. (Génesis 31:11)

MOISES: Vio el Señor que se desviaba para observar, y Dios lo llamó de en medio de la zarza, y le dijo: ¡Moisés! ¡Moisés! Y él respondió: ¡Heme aquí!  (Éxodo 3:4)

SAMUEL: El Señor  llamó a Samuel, y él respondió: ¡Heme aquí! (1 Samuel 3:4)

ISAIAS: Entonces oí la voz de Adonay que decía: ¿A quién enviaré? ¿Quién irá por nosotros? Y dije: ¡Heme aquí, envíame a mí! (Isaías 6:8)

MARIA: Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase á mí conforme á tu palabra. Y el ángel partió de ella. (Lucas 1:38)

CRISTO: Entonces dijo: Heme aquí para que haga, oh Dios, tu voluntad. Quita lo primero, para establecer lo postrero. (Hebreos 10:9)

Claramente en los 7 ejemplos anteriores, vemos como estos hombres de Dios (cuando digo hombres, como lo pueden notar, no descarto las mujeres, pues somos uno para Dios), responden con un profundo y reverente Heme aquí

Hasta aquí, hemos hablado del PRIMER Heme aquí (HINENI), que es como debemos nosotros responderle a Dios, cuando nos llama; atentos a su mensaje y listo para obedecer sus palabras. Vimos como hasta el mismo Señor Jesucristo respondió de esa manera a su Padre; y de la misma forma 6 ejemplos de grandes hombres de la fe, lo hicieron. Hoy tenemos la oportunidad de seguir sus pisadas, al responder de similar forma a nuestro Dios y Señor; cuando nos llame; cuando oigamos su voz. En resumen el primer Heme aquí, es de nosotros para con nuestro Dios.

El SEGUNDO Heme aquí (HINENI), lo vemos en la forma que debemos comportarnos con nuestros semejantes, prestos y listos para atender sus llamados y necesidades.

Veamos algunos ejemplos, como grandes de la fe, se dispusieron ante sus semejantes:

ABRAHAM: Entonces habló Isaac á Abraham su padre, y dijo: Padre mío. Y él respondió: Heme aquí, mi hijo. Y él dijo: He aquí el fuego y la leña; mas ¿dónde está el cordero para el holocausto? Y respondió Abraham: Dios se proveerá de cordero para el holocausto, hijo mío. E iban juntos. (Génesis 22:7-8)

Abraham atiende rápidamente la inquietud y solicitud de su hijo camino al sacrificio; con esto demuestra su amor y como le explica que Dios proveerá del cordero. Es muy preciosa esta expresión “e iban juntos”, la Biblia al recalcar esto, nos muestra que no sólo iban juntos en forma física que es algo muy obvio, sino que iban juntos en un mismo sentir, en una misma misión, en un mismo propósito y en un mismo corazón.

JOSE: Y dijo Israel á José: Tus hermanos apacientan las ovejas en Sichêm: ven, y te enviaré á ellos. Y él respondió: Heme aquí. (Génesis 37:13)

José ante la solicitud de su padre Jacob respondió Heme aquí, luego de esta pronta respuesta y obediencia vemos que se desata en José su travesía y odisea,  hasta llegar a ser segundo después de Faraón rey de Egipto y salvar al pueblo de Israel del hambre, y preservarlos multiplicándolos en Egipto.

SAMUEL: Llamando pues Eli á Samuel, díjole: Hijo mío, Samuel. Y él respondió: Heme aquí. (1 Samuel 3:16)

Vemos como en sus inicios juveniles, el profeta Samuel se somete y está presto a escuchar y obedecer a Elí, su mentor. Y llegó a ser Samuel fue un gran profeta de Dios en Israel.

En los ejemplos anteriores, vemos la disposición que debemos tener ante nuestros semejantes, ya sean estos puestos para guiarnos o a nosotros como sus guías; debemos tener la misma disposición de corazón de un “Heme aquí” ante sus solicitudes.

A lo mejor estas pensando lo mismo que yo; si cumplimos la ley, es decir, primero amar a Dios sobre todas las cosas, cumpliremos fácilmente el primer Heme aquí para con Dios; y si cumplimos el segundo de amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, cumpliremos el segundo Heme aquí, también con facilidad, pues estaremos dispuesto a obedecerles por su bien.

Vemos que en la perfección de la ley de Dios en nuestros corazones,  que es el propósito del Nuevo Pacto, el escribir la ley de Dios en nuestras mentes y corazones, cumplimos fácilmente estos dos Heme Aquí, para con Dios y para con nuestros hermanos y cercanos.

Este es el pacto que haré con ellos: Después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, Y en sus mentes las escribiré; (Hebreos 10:16)

Mis estimadísimos amigos y lectores, creo que aquí estamos llegado al Heme aquí más importante de todos; y es cuando el mismo Dios y Señor nos dice Heme aquí a nosotros, es decir, cuando nos contesta Heme aquí a nuestras solicitudes y oraciones.

Luego de los dos Heme aquí anteriores, nosotros respondiendo a nuestro Dios y Señor, y respondiendo a nuestro prójimo de la misma manera; viene el poder de Dios en nuestras oraciones, efectividad total en el poder de Dios. ¿Cómo?

El TERCER Heme aquí, es cuando Dios nos responde de esa manera a nosotros; es decir, El se pone presto en atención y listo para actuar ante nuestras palabras, ¿No es algo tremendo? ¡Dios con una atención máxima a escucharnos y actuar a nuestro favor!, Parece increíble ¿no?. Pues no lo es, veamos cuando es que ocurre de esa manera, cuando Dios nos dice o nos dirá Heme aquí a nuestras solicitudes y oraciones. Lo podemos ver explicado en el capitulo 58 del libro de  Isaías; Isaias nos muestra la forma de conseguirlo, es la respuesta de Dios que debemos buscar y procurar, para todas nuestras oraciones y solicitudes:

Isaías 58:1-14  ¡Clama a voz en cuello, no te detengas, Alza tu voz como una trompeta! ¡Denuncia a mi pueblo su rebelión, A la casa de Jacob sus pecados!  (2)  Que me buscan de día en día, Y muestran deseos de conocer mis caminos, Como un pueblo que practicara la justicia, Y que no abandonara la Ley de su Dios. Me piden las ordenanzas de justicia, Se complacen en la cercanía de Dios.  (3)  Decís: ¿Para qué ayunar, si no haces caso? ¿Afligir nuestra alma, si no te enteras? Pero he aquí, el día de ayuno buscáis vuestro interés, Y apremiáis todos vuestros trabajos.  (4)  He aquí, para contiendas y debates ayunáis, Para herir con puño inicuamente. No ayunéis como ahora, Si queréis que vuestra voz sea oída en lo alto.  (5)  ¿Es tal el ayuno que Yo escogí, Que de día aflija el hombre su alma, Que mueva la cabeza como un junco, Y se acueste sobre saco y ceniza? ¿Llamaréis a eso ayuno, Día agradable al SEÑOR?  (6)  ¿No es más bien el ayuno que Yo escogí, Desatar las ligaduras de maldad, Soltar las cargas de opresión, Y dejar ir libres a los quebrantados, Y que rompáis todo yugo?  (7)  ¿No es que partas tu pan con el hambriento, Y a los pobres errantes albergues en casa; Que cuando veas al desnudo, lo cubras, Y no te escondas de tu hermano?  (8)  Entonces nacerá tu luz como el alba, Y tu salvación se dejará ver pronto, Tu justicia irá delante de ti, Y la gloria del SEÑOR será tu retaguardia.  (9)  Entonces invocarás, y al SEÑOR responderá; Suplicarás, y Él dirá: ¡Heme aquí! Si quitas en medio de ti la opresión, El dedo amenazador y las palabras arrogantes;  (10)  Si de tu alma sacas para el hambriento, Y sacias al alma afligida, En las tinieblas nacerá tu luz, Y tu oscuridad será como el mediodía.  (11)  El SEÑOR te pastoreará siempre, Y en las sequías saciará tu alma y dará vigor a tus huesos. Serás un huerto bien regado; Un manantial cuyas aguas nunca faltan,  (12)  Los tuyos reedificarán las ruinas antiguas, Volverás a levantar los cimientos de muchas generaciones, Y serás llamado reparador de brechas, Restaurador de senderos para descansar.  (13)  Si detienes tus pies en el sábado, Para no hacer lo que te plazca en mi día santo, Si llamas al sábado tu delicia, Santo, glorioso del SEÑOR, y lo honras, No yendo en tus propios caminos, Ni buscando tus propios placeres, Ni hablando de tus propios asuntos,  (14)  Entonces el SEÑOR será tu delicia; Te haré subir sobre las alturas de la tierra, Y te alimentaré con la herencia de tu padre Jacob, Porque lo habló la boca del SEÑOR.

Vemos que cuando amamos sinceramente a Dios y a nuestro prójimo, vemos también que seremos rápidos en decirles Heme aquí; y tras ello es nuestro mismo Señor que cuando le oremos nos dirá Heme aquí; es decir, aquí estoy, dirá el SEÑOR, atento a escuchar y obedecer tu llamado.

¡¿NO ES TREMENDO LO QUE ESTAMOS DICIENDO?! Dios mismo estará presto a oír y obedecer nuestras oraciones; con un tremendo ¡Heme aquí!!!

Lo que estamos expresando es algo tremendo, y debemos guardarlo en nuestros corazones, pues es algo muy importante y glorioso, es algo que vale la pena seguir y alcanzar con todo nuestra alma, fuerzas, mente y corazón; alcanzar tal poder y amor, con nuestro Dios juntos como hermanos; extendernos de tal manera de alcanzar el ¡HEME AQUI, de DIOS!!! A nuestros llamados.

Entonces, si todo lo anterior es tan impactantemente bello, poderoso y glorioso; ¿Cuál es la dificultad que tenemos?

Lo que debemos rechazar es el pecado, que nos separa de nuestro Dios...

Vámonos al primer libro de la Biblia, al libro de Génesis, al tercer capítulo y en el leemos:

Y oyeron la voz del SEÑOR Dios que se paseaba en el huerto al aire del día; y se escondió el hombre y su mujer de delante del SEÑOR Dios entre los árboles del huerto. Y llamó el SEÑOR Dios al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú? Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí. (Génesis 3:8-10)

Adam, al oír la voz del SEÑOR Dios; no respondió con un Heme aquí; sino que se escondió; y a Su llamado, sólo obtuvo una explicación a su ocultamiento de El.  Vemos como el hombre después de pecar, ya no está dispuesto a oír a Dios rápidamente y exponerse a Sus órdenes; sino que al oír Su voz se esconde; y a Su llamado especifico, antes que el arrepentimiento por su pecado Adam, da una explicación para justificarse. Lejos de un Heme Aquí, estuvo la respuesta de Adam.

Lo anterior nos muestra que es el pecado, el estorbo que nos dificulta los Heme aquí que deseamos tener en nuestra vidas; y es el pecado, lo que debemos vencer en Cristo, para restaurar completamente nuestra relación con Dios y nuestros semejantes. Para que ante la voz de Dios, digamos Heme aquí, y ante el clamor de nuestros cercanos, podamos decir Heme aquí; y así obtener el gran HEME AQUI que viene del mismísimo DIOS y SEÑOR ante nuestro llamado. Amén.

El que hace pecado, es del diablo, porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para que deshaga las obras del diablo. (1 Juan 3:8)

Un saludo a todos, me gustaría invitarlos a leer el siguiente mensaje:

A la estatura de un varón perfecto (La perfección cristiana)


Y avanzar en resolver esta pregunta: ¿Qué es la perfección cristiana?


domingo, 3 de diciembre de 2017

Nada nos podrá separar del amor de Dios...

Un afectuoso saludo, para todos los que hoy leen este mensaje; yo creo que la mayoría hemos escuchado esta promesa “nada nos podrá separar del amor de Dios”, y es una tremenda promesa, pero me gustaría desmenuzarla un poco más, pues creo que a veces se mal entiende; pero antes leámosla:

Romanos 8:37-39  Antes, en todas estas cosas hacemos más que vencer por medio de aquel que nos amó.  (38)  Por lo cual estoy cierto que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir,  (39)  Ni lo alto, ni lo bajo, ni ninguna criatura (cosa creada) nos podrá apartar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.

Primero, nos debemos fijar que la promesa debe incluir algo importante, que son las últimas palabras de esta, copio:

Romanos 8:39 Ni lo alto, ni lo bajo, ni ninguna criatura (cosa creada) nos podrá apartar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.

Las últimas palabras que pongo en negrillas son muy importantes de tener en cuenta, pues sin ellas la promesa NO SE CUMPLE, estas son: que es en Cristo Jesús Señor nuestro.

Nada nos puede separar del amor de Dios, QUE ES EN CRISTO JESUS SEÑOR NUESTRO.

No hay cosa o criatura en el universo que nos pueda apartar del amor de Dios, pero eso tiene un “lugar”, que es EN CRISTO JESUS SEÑOR NUESTRO.

Sólo en la permanecía en el Señor, somos invencibles y nada nos puede separar del amor de Dios, es decir, cuando no andamos en la carne, sino en el Espíritu. Sólo en Jesucristo como nuestro SEÑOR, somos vencedores, y es esa la posición que debemos mantener día a día, EN CRISTO.

En la práctica, veo en nosotros algunas excusas para no tener una vida de vencedores, muchas de ellas pueden ser: mi marido que no es creyente, mi mujer que no es creyente, mis hijos, si tuviera una familia creyente, es que no encuentro hermanos que compartan mi fe, es que no tengo tiempo, es que no puedo..., etc. Hay muchas excusas que nos hacen creer que si nuestro entorno fuera diferente, podríamos ser vencedores en la fe, pero lo anterior es una excusa y contradicción; pues le estamos dando a las cosas creadas, o a las criaturas (personas), el poder de evitar que seamos vencedores en la fe.

Hermano(a), aunque el mundo entero esté contra tuyo; si tú estás EN CRISTO, puedes ser vencedor y no hay nada que te lo pueda impedir, absolutamente NADA. Es lo que Dios dice, que EN CRISTO JESÚS SEÑOR NUESTRO tendremos siempre victoria!!!

1 Juan 5:4  Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo: nuestra fe.

Nada de lo dificl que veamos en nuestro alrededor nos puede apartar del Amor de Dios que es en Su Hijo; absolutamente nada… excepto…

Segunda parte: Hay una excepción a lo anterior, como bien leímos somos invencibles EN CRISTO; pero el apóstol no niega que esa posición privilegiada que podemos mantener EN CRISTO, no sea abandonable por el cristiano, de hecho podemos salirnos de ella con mucha facilidad, cuando le damos la conducción de nuestra vida a la carne, es decir, al viejo hombre (Adam), más que al Espíritu de Dios (cuando no andamos por fe).

Lo que el apóstol Pablo nos quiere explicar, es que no hay nada en este mudo que te pueda impedir ser un vencedor en la fe, a pesar de todas las circunstancias desfavorables que tu puedas ver; lo único importante que debemos entender que esas victorias sólo se obtienen EN CRISTO; y esa posición es nuestra responsabilidad mantenerla , como Jesús nos mando:

Juan 15:4  Permaneced en mí, y Yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.

Debemos permanecer en El, porque El ya permanece en nosotros por medio de su Santo Espíritu; nosotros debemos permanecer unidos a EL día a día por medio de la fe; es decir, creyéndole, y por lo tanto, obedeciéndole como NUESTRO SEÑOR; para que se cumpla en nosotros:

...ni ninguna criatura (cosa creada) nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.


domingo, 13 de agosto de 2017

La lámpara del cuerpo es el ojo

Un afectuoso saludo, mi querido lector; hoy les quiero compartir el siguiente mensaje “La lámpara del cuerpo es el ojo”, donde veremos y entenderemos (si Dios lo permite), que nos quiso decir nuestro Maestro y Señor Jesús, con estas palabras; enseñándonos que la lámpara que alumbra en nosotros es el ojo, y veremos como con ella también podremos iluminar a los demás hombres, para gloria de Dios Padre.

Antes de seguir, cito el texto principal involucrado:

La lámpara del cuerpo es el ojo. Así que, si tu ojo está sano, todo tu cuerpo estará lleno de luz. Pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará sumido en tinieblas, y si la luz que hay en ti es oscuridad, ¿cuánto más no lo serán las tinieblas mismas? (Mat 6:22-23)

Como vemos en el texto anterior, se nos enseña que la lámpara (artefacto para iluminar nuestro cuerpo), es el ojo; si nuestro ojo es sano, bueno, sincero, claro; entonces, todo nuestro cuerpo estará en luz. ¿Qué significa eso? Significa que dependiendo de cómo vemos las cosas, es como nos conduciremos, si es en luz o es en oscuridad. Si vemos las cosas como las ve el Espíritu del Señor, como nos las enseña el Señor, seremos iluminados y andaremos en luz; por el contrario, si vemos las cosas con los ojos de la carne; nuestro cuerpo estará en tinieblas; y andaremos en oscuridad (tropezaremos y haremos tropezar).

El ojo bueno, sano, sincero, etc. es la forma de ver la realidad en forma real y transparente, es como las ve el Señor Jesucristo, es decir, ver las cosas como realmente son; es la visión espiritual y celestial que necesitamos día a día, para conducirnos en luz. Por el contrario, el ojo malo, es la visión del viejo hombre, la de la carne; la del hombre ciego que el Señor vino a restaurar. Con esa caída visión en Adán  (viejo hombre),  las cosas no se ven realmente como realmente son, es decir, se ven en forma engañosa y distorsionada por el pecado, y por ello, si nos guiamos por esta visión caída, andaremos en oscuridad y obtendremos pérdida.

Resumiendo, podemos decir que el ojo bueno es ver las cosas como las ve el Señor (quien es bueno); y el ojo malo es ver las cosas como las ve el hombre natural (quien es malo Mat 7:11). Según sea nuestra visión, andaremos en luz u oscuridad.

Repito, tenemos dos opciones para ver las cosas; o como las ve el segundo Adán (es decir Jesucristo), es decir, con el ojo bueno; o verlas como las ve el primer Adán, con el ojo malo. Si nos conducimos por la primera o segunda visión; andaremos en luz o tinieblas respectivamente; y actuaremos conforme a estas formas de ver la realidad a nuestro alrededor.

Debemos aprender a guiarnos con la nueva visión (ojo bueno); la que viene del cielo; como las ve el Espíritu Santo; para estar llenos de luz y poder actuar conforme a la verdad, es decir, a la verdadera realidad.

Esto es lo que se nos enseña en la Biblia, el ser guaridos por el Espíritu de Dios, estos verdaderamente son sus hijos.

Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. (Rom 8:14)

Los hijos de Dios se deben guiar por el Espíritu de Dios, quien les da la buena visión que necesitan para andar en luz; y conducirse sin tropiezos. No debemos conducirnos por el viejo hombre, el cual es ciego respecto a la verdadera realidad, y por lo tanto, caerá en el hoyo (pues no ve realmente).

Entendiendo lo anterior, ahora podemos relacionarlo de la siguiente manera, como lo relaciona el evangelio de Lucas:

Nadie que enciende una lámpara la pone en un lugar oculto, sino sobre el candelero, para que los que entran vean la luz. La lámpara del cuerpo es tu ojo. Cuando tu ojo esté sano, todo tu cuerpo estará lleno de luz, pero cuando esté malo, también tu cuerpo estará oscuro. (Lucas 11:33-34)

En el texto anterior, vemos como el Señor relaciona la lámpara del cuerpo que es el ojo; con su enseñanza que poner la lámpara sobre el candelero y no en oculto (bajo almud o cama).

Veámoslo como nos lo dice Mateo:
Tampoco encienden una lámpara y la ponen debajo del almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en la casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, de forma que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos. (Mateo 5:15-16)

Creo que lo más seguro, es que nunca te enseñaron a relacionar estas dos enseñanzas de Jesús, la del ojo bueno que es lámpara del cuerpo con la de no poner la lámpara bajo al almud o cama. Bueno, a mi tampoco; pero vamos adelante con este mensaje, para poder ver mejor y su luz brille más intensamente en nosotros.

Sabemos que la lámpara es el ojo bueno, luego en otras figuras Jesús nos insta a no poner la lámpara bajo el almud, cama u oculto; sino en el candelero, esto nos enseña que debemos andar conforme a esa nueva visión que tenemos, y al conducirnos y actuar con respecto a esta nueva visión;  alumbraremos delante de los hombres por nuestras buenas obras, es decir, por la forma en que nos conduciremos.

Lo anterior, nos enseña que lo que alumbra a los hombres no son sólo las palabras, sino las buenas obras que haremos al ser conducidos por el ojo bueno; y esa buenas obras no son las que se nos ocurran, sino las que vernos con nuestra nueva visión.

Por el contrario, si esta nueva visión (lámpara) la ponemos en oculto (bajo almud o cama), es cuando tapamos esta visión con la carne, y nos conducimos por la carne, y no por el Espíritu de Dios, cuando nos conducimos por la carne, también podremos hacer “buenas obras” según la carne, pero estas no alumbrarán a los hombres y Dios no será glorificado.

¡Las obras como resultado de conducirnos con la lámpara encendida del cuerpo (el ojo bueno), iluminarán a los hombres y darán gloria a nuestro Padre que está en el cielo!!!

Por el contrario, cuando hablamos de Dios a los hombres, pero nos conducimos por la carne (por el ojo malo); los hombres blasfemarán el nombre de Dios. Veamos como el apóstol Pablo nos lo dice:

Rom 2:17-24  Pero si tú, que te llamas judío y te apoyas en la ley, y te enorgulleces en Dios,  (18)  y conoces la voluntad, e instruido por la ley apruebas las cosas mejores,  (19)  y estás confiado en que eres guía de ciegos, luz de los que están en tinieblas,  (20)  instructor de indoctos, maestro de niños, que tienes en la ley la esencia del conocimiento y de la verdad.  (21)  Tú pues, que enseñas a otro, ¿no te enseñas a ti mismo? Tú, que predicas que no se hurte, ¿hurtas?  (22)  Tú, que dices que no se adultere, ¿adulteras? Tú, que abominas de los ídolos, ¿profanas templos?  (23)  Tú, que te jactas de la ley, ¿por medio de la infracción de la ley deshonras a Dios?  (24)  Porque, como está escrito: el nombre de Dios es blasfemado entre los gentiles por causa de vosotros.

Entendamos entonces, que debemos andar en luz; y eso significa con la visión del Señor, el ojo bueno; y de esa manera daremos verdadero testimonio y los hombres glorificaran a nuestro Padre; y no nos conduzcamos por la carne (el ojo maligno), pues por mucho que hablemos de Dios a los hombres, conseguiremos sólo que los hombres desprecien a Dios, por nuestra malas obras.


Ojo bueno u ojo maligno; tú decides que visión usarás; que sea la de luz, para vida y prosperidad eterna!!!

Pero bienaventurados vuestros ojos porque ven, y vuestros oídos porque oyen. (Mat 13:16)

Gracia y paz (shalom) a todos los creyentes.

Un tema muy interesante, relacionado con este tema, está en este sitio con el titulo: 

Porque al que tiene le será dado y tendrá más; Y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.


martes, 22 de abril de 2014

Fe, esperanza y amor.



Mas ahora permanece la fe, la esperanza, y el amor, estas tres cosas. (1Co 13:13)

Hoy les quiero entregar una reflexión, respecto a la fe, la esperanza y el amor. A lo mejor, estas palabras las hemos escuchado muchas veces, pero veo que es muy importante poder examinarlas en conjunto en más detalle y poder ver en alguna manera su importancia; por lo anterior,  hoy las compararé a los motores (o turbinas) de un avión JET que debe volar a máxima potencia y velocidad, con sus tres turbinas (motores); en una forma de parábola, de nuestra carrera en la fe; en el camino que es en Cristo al Padre.

Con este mensaje, quiero responder en parte a la pregunta que a lo mejor muchos nos hemos hecho, ¿Cómo podemos acelerar nuestro viaje en este Camino?; ¿Cómo puedo darle mayor potencia  a mi carrera?, ¿Estoy utilizando todos los recursos disponibles para llegar a la meta? Bueno, para en el fondo tener claro, como funcionan los motores o motivos de nuestros avances, y entenderlos, de manera de poder hacer un uso más efectivo de ellos, al entender mejor estos tres aspectos.

A la manera que un avión debe hacer un largo viaje por el cielo, así nosotros debemos elevarnos a las alturas, y como un avión necesita un motor o turbina para hacerlo; nosotros también; hoy tenemos cada uno de nosotros un avión disponible con tres motores o turbinas (ver imagen adjunta), que nos posibilita despegar, avanzar y darle máxima potencia a nuestra carrera, estos motores o turbinas son: la fe,  la esperanza y el amor; a la manera de los tres motores (turbinas) que vemos en la foto del avión.

Hoy permanecen estos tres motores a nuestra disponibilidad para elevarnos y correr la carrera, pero debemos saber usarlos y potenciarlos cada uno de ellos, ya que son los tres necesarios para terminar exitosamente nuestra carrera espiritual. Ninguno de los tres debe ser menospreciado, pero el último tiene la ventaja de ser eterno, me refiero al amor; nos durará toda la eternidad.


 Primera turbina de nuestro JET al cielo, La FE:

La fe es el primer motor o turbina, que nos permite despegar y avanzar en el Camino al Padre; sin encender este motor no podremos ni despegar, ni encender los siguientes dos motores (esperanza y amor). Este elemento, la fe; nos provee la potencia necesaria de Dios, para avanzar y alcanzar nuestra salvación completa (como este es una carrera celestial, necesitamos potencia divina):

Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego. (Rom 1:16)

Cuando creemos al evangelio, es decir, cuando ejercemos la fe; hay poder de Dios en nuestra vidas que nos mueve a salvación. Este es un ejemplo gráfico, del como encendemos y ejercemos el primer motor de nuestro jet al cielo. La fe nos potencia, y el combustible de la fe, es la palabra de Dios, es decir, para creer primero hay que oír al Señor en sus palabras, cuando las creemos, nos catapulta con potencia a las alturas… comenzamos el viaje… ya hemos despegado…

¿Y cómo le damos potencia a este primer motor o turbina de nuestro JET al cielo?
Conociendo y entendiendo lo que el Señor nos enseña, es decir, conociendo la Palabra de Dios, es decir, conociendo el evangelio y creyéndolo de corazón. Su palabra es nuestro combustible divino, nosotros encendemos el motor y lo aceleramos creyéndole.

Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios. (Rom 10:17)


Segunda turbina de nuestro JET al cielo, La Esperanza:

La Esperanza, es el segundo motor o turbina, que sólo lo podemos encender, si ya hemos prendido el de la fe, sin fe, no hay esperanza; pues estos motores funcionan en paralelo; la fe nos lleva a esperanza.

Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado en su cuerpo de carne, por medio de la muerte, para presentaros santos y sin mancha e irreprensibles delante de él; si en verdad permanecéis fundados y firmes en la fe, y sin moveros de la esperanza del evangelio que habéis oído, el cual se predica en toda la creación que está debajo del cielo; del cual yo Pablo fui hecho ministro.  (Col 1:21-23)

¿Cuál es la diferencia entre la fe y la esperanza? La fe es creer lo que el Señor nos dice; la esperanza es creer lo que el Señor nos promete, y cuando creemos sus promesas, las esperamos… se podría decir, que la esperanza es la fe en sus promesas…, de lo anterior entendemos que el combustible de este motor son las promesas del Señor, sin conocer sus promesas, no tenemos combustible para el motor de la esperanza. Nuevamente acá el combustible es celestial, pues viene del cielo, son sus promesas…

¿Y cómo le damos potencia a este segundo motor o turbina de nuestro JET al cielo?

Es una buena pregunta, mientras mejor sepamos usar estos motores que tenemos disponibles, mejor será nuestro viaje a las alturas…

Para aumentar nuestra esperanza, debemos conocer y entender lo que el Señor nos ha prometido; si lo ignoramos… ¿Cómo lo esperaremos?

…para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él, alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza, (Efe 1:17-19)

Acá vemos un ejemplo de cómo Pablo ora por la iglesia en Efeso, para que puedan conocer y entender, por medio del Espíritu, cual es la grandiosa esperanza a la que hemos sido llamados…, sin conocerlo y entenderlo, dejamos un poderoso motor sin funcionar en nuestra carrera celestial.

Entonces entendemos que para darle potencia a esta segunda turbina o motor, debemos conocer y entender, la gloriosa esperanza que tenemos en Cristo; si lo ignoramos y no lo entendemos, o si sólo lo conocemos en parte y comprendemos en parte, no utilizaremos toda la potencia de este segundo motor del JET.

Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo. (Rom 15:13)


Tercera turbina de nuestro JET al cielo, El Amor:

Este tercer motor o turbina, es un motor eterno, es un motivo que perdurará en nosotros por toda la eternidad, es por eso Pablo indica que es mayor, que los anteriores, es decir, que la fe y la esperanza; pues la fe se acabara, ya que no necesitaremos creer porque veremos cara a cara al Señor, y no necesitaremos esperanza, porque recibiremos lo prometido y esperado; pero el amor perdurará por la eternidad. Es como los motores de los cohetes espaciales que son desechados después de ciertas faces del vuelo, así será con la fe y la esperanza (ellos cumplirán su función temporal); ellos hoy son el medio que tenemos provisto por Dios para avanzar y darle potencia a nuestra carrera, pero el motor que nos moverá por la eternidad y hoy también lo debe hacer, es el amor.

El Señor acá en la tierra se movió por estos tres motivos, por fe, por esperanza y por amor. Nosotros debemos andar como él anduvo, por fe, por esperanza y por amor. Todos sabemos que Jesús caminó en fe y en amor, pero ¿Qué esperanza tenía si él era el hijo unigénito del Padre?

…puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. (Heb 12:2)

No es el fin de este mensaje explicar lo que el Señor ganó en su carrera acá en la tierra, pero ciertamente tenía algo que alcanzar y esa esperanza le producía fuerza… (Si él lo hubiese ignorado, no habría sido posible tener esperanza en ese gozo por alcanzar lo prometido…, y por lo tanto, la cruz se habría visto mucho más grande y difícil…, si ignoraba el objetivo a alcanzar, pero no lo ignoraba; en otro mensaje podemos hablar de ello…).

Este motor se resume en un mandato del Señor, su nuevo mandato en El:

Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. (Juan 13:34)

¿y cuál es el combustible de este motor? Todas las oportunidades que Dios nos da de ejercer ese amor, recuerden que andamos en las buenas obras que El preparó de antemano…

Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas. (Efe 2:10)

Bueno, esto del amor, además nos enseña que esta no es una carrera individual; sino que es una carrera en equipo, somos un cuerpo y estaremos unidos por la eternidad en Cristo; y de  modo que lo que hoy me motiva a escribirte, es poder participar con lo que tengo, en poder entregarlo para que puedas avanzar a toda potencia con  los recursos del JET que tenemos en Cristo a lo alto. Todo esto no tendría ningún valor, si llegáramos solos a la meta…, es una carrera de una familia, la familia de Dios a la meta, con Dios nuestro Padre; y el amor es un potente aliciente que nos transporta a la naturaleza de nuestro Padre, es su ADN, el amor.

Es hermoso lo que tenemos en nuestras manos para transportarnos a las alturas que nos quiere Dios, debemos potenciar nuestra fe, esperanza y amor;  saber y entender que con estos tres motores tendremos la potencia suficiente para terminar juntos con existo esta carrera al Padre, nuestro objetivo, en Cristo Jesús nuestro Señor. Amén.

No lo olvides son tres poderosas turbinas a nuestra disposición… úsalas y poténcialas; llena tus estanques de combustible, por el Espíritu.


Fe, esperanza y amor; nos vemos… en Cristo.

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