domingo, 25 de mayo de 2008

En la boca del necio está la vara de la soberbia


"En la boca del necio está la vara de la soberbia;
Mas los labios de los sabios los guardarán".
(Pro 14:3)

En la boca del necio está la vara de la soberbia ¿Que significa?

Primero, debemos saber que en la Biblia, la palabra necio no se usa con un sentido de medir el Cociente Intelectual conocido como CI (el cual mide las habilidades cognitivas de una persona, normalmente mal llamada "inteligencia").

En la Biblia, la palabra necio denota la persona que (sin importar su CI) desprecia a Dios; como dice el proverbio "El temor del SEÑOR es el principio de la sabiduría; los necios desprecian la sabiduría y la instrucción".

Es muy necio ser necio, ya que no tener en cuanta a Dios; es no tener en cuenta su propia vida; es no tener en cuenta la variable más importante del universo, es camino de muerte por falta de entendimiento. En la boca del necio está la vara de la soberbia. Si ustedes leen lo que Jesús enseño, seguro que lo entenderán:

"Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido". (Mat 7:2)

El necio en su soberbia al juzgar a los demás, establece su propia vara; la vara con que midas serás medido, es decir, solo se atrapa el necio en su palabras. Hace más alta la vara de su juicio...

ES MUY BUENO CONSIDERARLO, PARA NO JUZGAR A LOS DEMÁS. ES MEJOR CALLAR...

Como sigue el proverbio: "Mas los labios de los sabios los guardarán", los sabios son guardados por sus labios; no emitirán juicios prematuros contra nadie; y eso los proteje.

Es bonito ver la armonía que existe entre antiguo y nuevo testamento; es toda la Escritura una unidad en perfección que debemos descubrir con la luz del Espíritu Santo.

Saludos a todos, y que tengan en El Señor una fructífera semana en El.

domingo, 11 de mayo de 2008

Pensaste que yo era tal como tú

(Salmo 50)

Hoy muchos hombres que hacen a Dios como ellos; y ellos ignoran y no creen que Dios es Santo, Puro y sin mancha. Dios aborrece el pecado; y es un juez justo. El Todopoderoso es rico en paciencia y misericordia; y muchas veces guarda silencio. Pero vendrá el gran día en que se manifestará y hará un gran juicio justo sobre toda la tierra; sobre todos los hombres, y dará a cada uno conforme a sus obras. Esto están cierto y fiel; que no fallará y habrá cumplimiento fiel a sus palabras. Muchos hombres cuando escuchan estas palabras, se refugian en sus necios pensamientos y hacen a Dios a su nivel; hacen a Dios según sus ideas y sus vanos pensamientos. Pero Dios no es la imaginación de ningún hombre; de hecho por El existimos y nos movemos; y en El estamos contenidos con toda la creación. Es tan grande que los cielos de los cielos no lo pueden contener; es decir, ni aún su creación, que el hombre aún se asombra por su inmensidad y continúa expansión, puede contener a Dios el Señor. ¿Cómo habremos de pensar que Dios es semejante a nosotros en nuestras con bajezas? ¿Cómo lo haremos semejante a ídolos mudos de yeso, madera, oro o plata, producto de nuestra creación? ¿Cómo no entenderemos que nada sabemos ante El? ¿Cómo no callaremos ante su gloriosa e imponente grandeza? ¿Habrá algún hombre que le aconseje? ¿Habrá algún fuerte delante de El? Nada somos ante El, nada más que polvo de la tierra. Por su amor existimos y respiramos, y por su amor cada día sale el sol sobre nuestras cabezas; la lluvia nos llega según sus ordenanzas, y la vida subsiste por El y en El. Nada escapa de su conocimiento, y su grandeza y majestad no tiene límite. Amén.

¿Cómo pensaremos hacerlo según nuestro humano pensamiento? Aquel dios, según el pensamiento humano, no es más que un ídolo; y sabemos que los ídolos nada son. Mejor es confiar en el Omnipotente que en las muchas riquezas, bienes y dinero; mejor es confiar en el Santo, que en nuestro oscuro entendimiento humano. Mejor es confiar en su Palabra; que en nuestras vanas ideas, prejuicios, entendimiento humano y vista carnal.

Dijo Dios al impío: “pensaste que yo era tal como tú”; cuantas veces los hombres hablan de Dios, pero su dios no es más que sus pensamientos e ideas personales; su dios no son más que sus apetitos transformados en justificación, ¡cuantas veces piensan que dios es amor y por eso piensan que se salvarán del juicio!; no entendiendo que la paga del pecado es muerte; y a menos que se arrepientan y crean al evangelio, están condenados. Cuantos hombres aún no creen ni entienden el evangelio de la gracia de Jesucristo, que dio su vida por los hombres pecadores, pagando con SU SANGRE su salvación, y la de todos los hombres.

Si tú piensas que Dios es como tú, te digo que nada conoces de Dios; es mejor que hoy mismo lo empieces a buscar y le creas; ya que si tú piensas que Dios es como tú; nada has visto aún. Tus ojos están cerrados y tus oídos nada oyen; tu corazón está petrificado y tu vida es sólo muerte. “pensaste que yo era tal como tú” será la sorpresa de muchos en aquel día, que se acomodaron a sus pecados, delitos e injusticias, y no buscaron el Camino, la Verdad y la Vida.

Muchos se justifican como justos a si mismos ¿Cómo responderán a Dios? si Dios dice: Como está escrito: NO HAY JUSTO, NI AUN UNO; NO HAY QUIEN ENTIENDA, NO HAY QUIEN BUSQUE A DIOS; TODOS SE HAN DESVIADO, A UNA SE HICIERON INUTILES; NO HAY QUIEN HAGA LO BUENO, NO HAY NI SIQUIERA UNO. SEPULCRO ABIERTO ES SU GARGANTA, ENGAÑAN DE CONTINUO CON SU LENGUA, VENENO DE SERPIENTES HAY BAJO SUS LABIOS; LLENA ESTA SU BOCA DE MALDICION Y AMARGURA; SUS PIES SON VELOCES PARA DERRAMAR SANGRE; DESTRUCCION Y MISERIA hay EN SUS CAMINOS, Y LA SENDA DE PAZ NO HAN CONOCIDO. NO HAY TEMOR DE DIOS DELANTE DE SUS OJOS. (Rom 3:10-18)

¿Se equivocará Dios y el hombre tendrá razón?, ¿No sería mejor a tales hombres acercarse a Dios y ESCUCHAR, si ESCUCHAR; que esperar a día final y ver que toda su vida fue en vano? ¿Y ver que ya nada tiene? ¿Y que las oscuridad eterna será su morada?

Palabras fuertes dirá alguno, y mirará para otro lado; no creo en eso, dirá otro; y seguirá en sus miserias; estas loco, exclamará un tercero; y seguirá en su soberbia… no puede ser, Dios es amor, exclamara otro y seguirá en su pecado… el infierno no existe, exclama el último, cerrando sus oídos y ojos…

¡Hoy hay una buena noticia para toda la humanidad!; y esa buena noticia es que en el nombre de Jesús hay salvación para todo aquel que cree; sin acepción de personas en Cristo el Salvador y Señor. En su sacrificio en la cruz hay perdón de pecados, y paz para con Dios para todo hombre que lo recibe. He ahí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Esta es la solución perfecta y definitiva del hombre, en Cristo hay salvación eterna; en la cruz vemos el más grande amor inimaginable de Dios por el hombre; y vemos la justicia de Dios; que Cristo pagó nuestros pecados con su aflicción y muerte. Dios no dejó sin paga el pecado del hombre, sino que él mismo lo cargó en sus hombros…

Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él, no es juzgado; pero el que no cree, ya está juzgado, porque no ha creído en el Nombre del Hijo único de Dios. (Juan 3:16-18)

Muchos no creen en el infierno, y piensan de diferentes formas para justificar sus creencias. Mira aquí tienes dos razones muy importantes de considerar, si tú crees que el infierno no existe.

Primero, fue enseñado por Jesús, explícitamente en todos estos pasajes de los evangelios: Mat_5:22; Mat_5:29; Mat_5:30; Mat_10:28; Mat_18:9; Mat_23:15; Mat_23:33; Mar_9:43; Mar_9:45; Mar_9:47; Luc_12:5; Mat_11:23; Mat_16:18; Luc_10:15; Luc_16:23; si te consideras cristiano; debes considerar lo que Jesús dijo. ¿No es verdad? ¿O cómo serás cristiano?

Segundo, ¿Cómo haría justicia Dios si no hay paga para justos e injustos? Si puedes responder esta pregunta, te darás cuenta que la única forma de hacer justicia es dar a cada cual lo que le corresponde ¿no es verdad? Al malo, castigo; y al bueno, recompensa. No hay otra forma de hacer justicia; sin dar a cada cual lo que corresponde.

Veamos lo que Dios dice al hombre impío, al hombre sin Cristo, al hombre sin piedad, el hombre pecador, el hombre errado en la maldad, al hombre natural apartado de Dios:

Salmo 50:16-23
(16) Pero al impío Dios le dice: ¿Qué derecho tienes tú de hablar de mis estatutos, y de tomar mi pacto en tus labios? (17) Pues tú aborreces la disciplina, y a tus espaldas echas mis palabras.

¿Con que derecho estos hombres hablan de Dios, de su leyes y su pacto? Mira como los hombres impíos también muchas veces hablan de cosas que no entienden ni han vivido; es decir, son falsos testigos de Dios. ¿Con que derecho? No tienen ningún derecho, ya que desprecian la disciplina de Dios y su enseñanza; no tienen derecho ya que hablan de las palabras de Dios, pero en realidad las tiran a sus espaldas, no las creen, y por lo tanto, no las guardan; no consideran lo que Dios dice y tropiezan en la palabra; tropiezan en la piedra de tropiezo que hace caer, es decir, en CRISTO JESUS, la palabra de Dios. Ningún incrédulo tiene derecho a hablar de Dios, de su Ley y de su Pacto. Ningún religioso, por muy prominente e importante que sea en el mundo, si no es creyente genuino; tiene derecho a tomar en su boca el nombre de Dios, sus leyes y pacto. Ya que lo tomará sólo para la vanidad de su mente; y satisfacer sus oscuros deseos. Tendrá apariencia de piedad este hombre, pero por dentro es un sepulcro lleno de podredumbre…

Cuantos falsos maestros, pastores, profetas hoy manipulan la palabra de Dios, para su propia condenación eterna ya que con su maldad hacen caer a muchos pequeñitos, y Dios es un justo juez que con paciencia espera que todos se arrepientan y vengan al conocimiento de la verdad…
Ningún hombre que no tema a Dios y crea a su palabra; tiene derecho de tomar en sus labios los estatutos de Dios y su pacto.

(18) Cuando ves a un ladrón, te complaces con él, y con adúlteros te asocias. (19) Das rienda suelta a tu boca para el mal, y tu lengua trama engaño. (20) Te sientas y hablas contra tu hermano; al hijo de tu propia madre calumnias.

No dice que roba este hombre, sino que se complace con el ladrón cuando lo ve; no dice que adultera sino que se asocia con ellos; da rienda suelta a su boca para el mal (pelambre) y es mentiroso, es decir, no siempre dice la verdad.

(21) Estas cosas has hecho, y yo he guardado silencio; pensaste que yo era tal como tú; pero te reprenderé, y delante de tus ojos expondré tus delitos.

Dios ha guardado silencio ante ellos hasta hoy; pero no será siempre así. “PENSASTE QUE YO ERA TAL COMO TU”. Eso es el pensamiento íntimo del corazón del hombre impío, cuando no quiere reconocer su pecado ante Dios y buscar perdón; “PENSASTE QUE YO ERA TAL COMO TU”, se engaña el hombre carnal justificándose a sí mismo, con sus obras muertas. Cuando el hombre está asociado con el pecado y su alma aborrece la luz; en su intimidad el hombre se engaña a sí mismo, en que Dios es como él. Su dios no es más que un engaño de sus pensamientos; no es más que un escondite para huir de la presencia de Dios, no es más que un ídolo que nunca le hablará y ni le corregirá. Su dios no es más que un ídolo inventado por él, que es según sus pensamientos, imaginación y conveniencia; y nunca podrá este ídolo hablar, aconsejar, enseñar, salvar, dar vida eterna a los que los adoran. GUARDAOS DE LOS IDOLOS dice el apóstol; ¡GUARDAOS DE LOS IDOLOS! Que nada saben ni entienden, que NADA SON. Estos hombres quieren un dios mudo, que no los descubra en sus delitos; que no los reprenda y enseñe, ya que ellos están llenos de sí mismos, y de su soberbia carnal, pero Dios expondrá toda las cosas ocultas en su gran día, y todo saldrá a luz.

Que nuestra alma no se asocie con la idolatría, que hace caer a los hombres. Que nuestro Padre y Señor santifiquen nuestras almas, por medio de su Espíritu y la fe en la Verdad; y que todo vestigio de idolatría sea eliminado; ya que sólo nos hace caer y estar engañados; y no ver con claridad la Verdad eterna de Dios; que es Cristo en sus hijos; por la eternidad. Amen.

(22) Entended ahora esto, los que os olvidáis de Dios, no sea que os despedace, y no haya quien os libre.

Entended, entended, ¡ENTENDED!, los que olvidáis a Dios; no sea que su fuego os consuma y tus ídolos se evaporen…

Porque el tiempo ya pasado os es suficiente para haber hecho lo que agrada a los gentiles, habiendo andado en sensualidad, lujurias, borracheras, orgías, embriagueces y abominables idolatrías. (1Pe 4:3)

(23) El que ofrece sacrificio de acción de gracias me honra; y al que ordena bien su camino, le mostraré la salvación de Dios.

¿Acción de gracias?, ¿que más busca Dios de nosotros?, sólo busca que le busquemos para llenarnos de vida y bendiciones; para que luego podamos agradecerle y alabarlo; por siempre en la eternidad. Amen. Así honramos a Dios; con nuestro agradecimiento; el resto que hacemos somos nosotros los beneficiados; ya que a Dios nada podremos dar; ya que todo es de él; la plenitud de la tierra y toda la creación le pertenece. ¿Qué le podremos dar, si todo es de él? Nuestro reconocimiento, nuestra gratitud, alabanza y nosotros mismos por su gracia. Amén.

GRACIAS DIOS PADRE POR TU HIJO JESUS, QUE VINO A LA TIERRA Y MURIO EN LA CRUZ POR CADA PECADOR QUE EXISTE EN LA HUMANIDAD, ES DECIR, POR CADA HOMBRE Y MUJER, Y POR MI. GRACIAS PADRE PORQUE ESTA OBRA ES PERFECTA, SUFICIENTE Y COMPLETA PARA DARNOS SALVACION ETERNA JUNTO A TI Y TU HIJO. EN ELLA VEMOS TU GRAN AMOR Y TU JUSTICIA PERFECTA. AMEN.

sábado, 10 de mayo de 2008

Pues nada me propuse saber entre vosotros, excepto a Jesucristo, y éste crucificado.



Sermón predicado el Domingo 31 de Octubre de 1875
por Charles Haddon Spurgeon

"pues nada me propuse saber entre vosotros, excepto a Jesucristo, y éste crucificado".
(1Co 2:2)
Pablo era un hombre de mucha determinación: todo lo que emprendía lo llevaba a cabo con todo su corazón. Si le oías decir "yo me he propuesto…", podías estar seguro de un vigoroso curso de acción. "Pero una cosa hago" era siempre su lema. La unidad de su alma y una poderosa determinación eran los principales rasgos de su carácter. Había sido antes un gran opositor de Cristo y de Su cruz, y había mostrado su oposición mediante feroces persecuciones.

No era de sorprender que cuando se convirtió en un discípulo de este mismo Jesús al que había perseguido, lo hiciera de manera ardiente y pusiera todas sus facultades al servicio de la predicación de Cristo crucificado. Su conversión fue tan notable, tan completa y total, que es natural verlo tan lleno de energía por la verdad como antes había sido su violento enemigo. Un hombre tan íntegro como era el apóstol Pablo, tan completamente capaz de concentrar todas sus fuerzas, tan enteramente entregado a la fe de Jesús, tenía que incorporarse a Su causa con todo su corazón y su alma y su fuerza, dispuesto a no saber de nada más, excepto de su Señor crucificado.

Sin embargo, no piensen que el apóstol era un hombre al que fácilmente absorbía un solo pensamiento. Por encima de la mayoría de los hombres, Pablo era alguien que razonaba, calmado, juicioso, franco y prudente. Veía las implicaciones y las relaciones de las cosas y no daba importancia a los asuntos triviales. Tal vez, aun más allá de lo que fuera perfectamente justificable, llegó a ser todo para todos, para de todos modos salvar a algunos y, por tanto, cualquier resolución que tomara, la tomaba sólo después de consultar con la sabiduría. Pablo no era un fanático del tipo que puede ser comparado a un toro que cierra sus ojos y embiste de frente, sin ver nada de lo que está a su derecha o a su izquierda; él veía con calma, con quietud, todo lo que estaba a su alrededor, y aunque al final se lanzaba en línea recta hacia su objetivo, lo hacía con sus ojos bien abiertos, sabiendo perfectamente que lo que hacía, era lo mejor y lo más sabio en favor de la causa que quería promover.

Si, por ejemplo, en Corinto se hubiera requerido que su ministerio comenzara con la proclamación de la unidad de la Deidad o con la reflexión filosófica acerca de las posibilidades de que Dios se encarnara; si éstos hubieran sido los planes más sabios para dar a conocer el reino del Redentor, Pablo los hubiera adoptado. Pero él los consideró detenidamente, y una vez que los examinó con sumo cuidado, concluyó que nada se podía conseguir con una predicación indirecta, presentando la verdad a medias. Por tanto, decidió proseguir de frente promoviendo el Evangelio mediante la proclamación del Evangelio. Ya fuera que los hombres escucharan o que se abstuvieran de escuchar, resolvió ir al grano de una vez y predicar la cruz en su desnuda simplicidad. En vez de saber muchas cosas que lo podían conducir al tema principal, no quiso saber nada en Corinto, sino a Jesucristo, y a él crucificado.

Pablo pudo haber dicho: "Voy a tantear el terreno y educar a la gente hasta una determinada medida antes de presentar mi tema más importante; descubrir mi verdadera intención desde el principio puede resultar como el despliegue de la red a la vista de los pájaros, lo cual no hace sino ahuyentarlos. Seré precavido y reticente y los llevaré con astucia, atrayéndolos a la búsqueda de la verdad." Pero no fue así: evaluando completamente la situación como un hombre prudente debe hacerlo, llega a esta decisión: que no sabrá nada entre ellos excepto a Jesucristo, y a él crucificado.

Sería muy bueno que la "cultura" de la que escuchamos en estos días y el tan celebrado "pensamiento moderno" llegaran a la misma conclusión. Este teólogo tan renombrado y erudito, después de leer, tomar notas, aprender y asimilar internamente todo como pocos hombres podrían hacerlo, llegó a esto como la esencia de todo: "Me propuse no saber nada entre vosotros, sino a Jesucristo, y a él crucificado."

Quiera Dios que la habilidad crítica de nuestros contemporáneos y sus laboriosas invenciones los lleven a esa misma conclusión, por la bendición del Espíritu Santo.

I. Nuestra primera consideración esta mañana será: ¿CUÁL ERA ESE TEMA QUE PABLO CONSIDERÓ CON EXCLUSIÓN DE TODO LO DEMÁS CUANDO PREDICABA A LA IGLESIA DE CORINTO? Ese tema era uno, aunque muy bien pudiera ser dividido en dos: era la persona y la obra de nuestro Señor Jesucristo, poniendo especial énfasis en aquella parte de Su obra que siempre se enfrenta a las mayores objeciones, es decir, Su sacrificio sustitutivo, Su muerte redentora. Pablo predicaba a Cristo en todos Sus oficios, pero daba particular importancia a Cristo crucificado.

El apóstol primeramente predicaba sobre la persona de su grandioso maestro, Jesucristo. Cuando Pablo hablaba de Jesús de Nazaret, no había ningún margen de duda. Lo presentaba como un hombre real -y no un fantasma- que fue crucificado, muerto y sepultado, y que resucitó de los muertos con una existencia corporal real. Tampoco había ninguna duda acerca de Su Divinidad. Pablo predicaba a Jesús como el Hijo del Altísimo, como la sabiduría y el poder de Dios, "en el que habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad". Al escuchar a Pablo, no existía ninguna duda que creía tanto en la divinidad como en la humanidad de nuestro Señor Jesucristo, y le rendía culto y lo adoraba como al Dios verdadero del Dios verdadero. Predicaba Su persona con toda claridad de lenguaje y con amor cálido. El Cristo de Dios era todo en todo para Pablo.

El apóstol hablaba igualmente con toda claridad del trabajo del Redentor, poniendo especial énfasis sobre Su muerte. "¡Horrible" -decía el judío-, "cómo puedes presumir acerca de un hombre que murió como un criminal y era maldito ya que fue colgado de un madero!" "¡Ah" -decía el griego- "no queremos saber más de un Dios que murió! Ya deja de hablar acerca de la resurrección. Nunca vamos a creer en semejante locura."

Sin embargo, Pablo no hizo de lado estas cosas diciendo "Señores, comenzaré por contarles la vida de Cristo y la excelencia de su ejemplo y mediante esto espero convencerlos de que había algo de divino en Él, para posteriormente concluir que hizo una expiación por el pecado." Todo lo contrario, empezaba con Su bendita persona y claramente lo describía según había sido enseñado por el Espíritu Santo, y en cuanto a la crucifixión, la ponía en primer plano, dándole el lugar de prominencia. No decía: "Bien, por lo pronto no tocaremos el tema de su muerte" o "Lo consideraremos desde la perspectiva de un martirio mediante el cual Él ratificó su testimonio", sino que se gloriaba en el Redentor crucificado, el Cristo muerto y sepultado, el Cristo que cargó con los pecados, el Cristo hecho maldición por nosotros, como está escrito: "Maldito todo el que es colgado en un madero." Éste fue el tema en que se concentró en Corinto: y no tocó ningún otro. Más aún, no solamente decidió limitar su predicación a ese punto, sino que resolvió no saber de ningún otro tema; quería excluir de su mente cualquier otro pensamiento, excepto el de Jesucristo y Él crucificado.

Esto debió de parecer muy poco político. Consúltenlo en una asamblea de sabios según el mundo, y seguramente condenarán este enfoque imprudente; en primer lugar, este tipo de predicación alejaría a todos los judíos. Estando los judíos apegados a las Escrituras del Antiguo Testamento y conociendo las enseñanzas acerca del Mesías y creyendo firmemente en la unidad de la Deidad, ellos habían avanzado un buen trecho hacia la luz, y si Pablo hubiera evitado los puntos de discordia por un poco de tiempo más, ¿no los habría acercado un poco más y así, gradualmente, los conduciría a la cruz? Los sabios habrían señalado la esperanza que había para los israelitas, si se les trataba con discreción, y su consejo habría sido: "No te pedimos que renuncies a tus sentimientos, Pablo, simplemente disfrázalos un poco de tiempo más. No digas lo que no es verdad, pero, a la vez, puedes decir sólo parte de la verdad para no espantar a estos judíos llenos de esperanza."

El apóstol no cedía ante tales políticas; no iba a ganar ni a judíos ni a gentiles diciendo verdades a medias, puesto que sabía que tales convertidos no son verdaderos. Si el hombre que está cerca del reino va a ser ahuyentado del Evangelio al oír la cruda verdad, no es la responsabilidad de Pablo; él sabe que el Evangelio debe de ser a los unos "olor de muerte para muerte", mientras que a los otros "olor de vida para vida" y, por lo tanto, independientemente del resultado, él debía entregar su propia alma: los resultados no le correspondían a él, sino al Señor.

A nosotros nos corresponde decir la verdad con denuedo, y en cada caso seremos olor grato a Dios; pero querer contemporizar esperando obtener conversiones, es hacer un mal para obtener un bien, y esto debe estar fuera de nuestra consideración en todo momento. Otro diría: "Pero Pablo, si tú haces esto, vas a generar oposición. ¿No sabes que el Cristo crucificado es un objeto de escarnio y un reproche para todos los seres pensantes? En Corinto hay un buen número de filósofos y, créeme, harás el ridículo de manera monumental con sólo que abras tu boca para hablar del Crucificado y de Su resurrección. ¿No te acuerdas cómo se burlaron de ti en la Colina de Marte, cuando predicaste sobre ese tema? No los provoques a desprecio. Debate con su gnosticismo y muéstrales que tú también eres un filósofo. Sé todo para todos, sé un intelectual entre los intelectuales y muestra tu retórica entre los oradores. Mediante estas técnicas harás muchas amistades y así gradualmente tu conducta conciliatoria los conducirá a aceptar el Evangelio." El apóstol sacude su cabeza, su pie golpea el suelo y con voz firme declara: "Ya lo he decidido" -dice-, "he llegado a una conclusión, están desperdiciando sus comentarios y su consejo en lo que a mí concierne; he decidido no saber nada en medio de los corintios sin importar cuán cultos sean los que son gentiles allí o cuánto amen la retórica; sólo quiero saber de Jesucristo, y él crucificado." Ésa es la posición de Pablo.

Es muy importante observar adicionalmente que el apóstol estaba convencido que su tema iba a atraer de tal manera a sus oyentes, que no necesitaba recurrir a la excelencia de palabras para presentarlo ni adornarlo con sabiduría humana. Tal vez han escuchado ustedes del famoso pintor que pintó al rey Jaime I. Lo representó sentado bajo una enramada con todas las flores de la estación a su alrededor y nadie prestó la menor atención al semblante del rey, puesto que todas las miradas eran cautivadas por la belleza de las flores. Pablo resolvió no tener flores a su alrededor, sino que el cuadro que él iba a dibujar debía ser de Cristo crucificado sin adornos y la doctrina de la cruz, con la exclusión de cualquier flor que proviniera de poetas o de filósofos.

Algunos de nosotros debemos ser discretos acerca de nuestra resolución de evitar un lenguaje florido, ya que podemos ser muy poco dotados al respecto; pero el apóstol era un hombre de poderes naturales sutiles y de amplios logros, un hombre al que no podrían despreciar los críticos de Corinto. Sin embargo, Pablo se despojó de todo ornamento para dar paso a la belleza sin adornos de la cruz.

De la misma manera que él no agregaría flores, tampoco iba a ennegrecer la cruz con humo: pues hay una forma de predicar el Evangelio que lo asfixia en el misterio y la duda, de tal manera que los hombres no pueden entenderlo. Un grupo numeroso de personas está siempre calentando y removiendo un gigantesco caldero filosófico, humeante con un denso vapor, que oculta a la cruz de Cristo de la manera más horrible. ¡Ay de aquella sabiduría que oculta la sabiduría de Dios! Es la forma más culpable de locura. Algunas personas predican a Cristo de la misma manera que es representado, a veces, un buque de guerra en alguna pintura. El pintor ha plasmado únicamente el humo de tal forma que te preguntas: "¿Y dónde está el barco?" Pues bien, si revisas con detenimiento, puedes eventualmente discernir un fragmento de la parte superior de uno de los mástiles y, tal vez, una porción de su estructura; el barco estaba allí, indudablemente, pero el humo lo ocultaba.

De la misma manera Cristo puede estar en la predicación de algunos hombres, pero esta predicación se encuentra rodeada de tanta nube de pensamiento, de tan densa cortina de profundidad, de tan horrible ropaje de filosofía, que te impiden ver al Señor. Pablo pintaba bajo un limpio cielo. No quería utilizar ninguna oscuridad ilustrada; decidió abandonar cualquier técnica de la oratoria cuando hablaba; no pensar con la profundidad que presumen los filósofos, sino sólo saber de Jesucristo, y él crucificado, y presentarlo en Su propia belleza natural, sin adornos. Prescindió de todo elemento accesorio que tendiera a distraer el ojo de la mente del punto más importante: Cristo crucificado.

"Un experimento imprudente", diría alguien. ¡Ah!, hermanos, es el experimento de la fe, y la fe es justificada por sus hijos. Si confiamos en el simple poder de persuasión, confiamos en lo que es nacido de la carne; si dependemos del poder de la argumentación lógica, entonces nuevamente confiamos en lo que es nacido de la razón del hombre; si confiamos en las expresiones poéticas y en los atractivos giros del lenguaje, estamos buscando medios carnales; pero si descansamos en la omnipotencia desnuda de un Salvador crucificado, en el poder innato de la maravillosa obra de amor que fue consumada sobre el Calvario, y creemos que el Espíritu de Dios hará de esta obra el instrumento de la conversión de los hombres, el experimento no puede terminar en el fracaso.

¡Oh, queridos hermanos, qué tarea debe haber sido esta para Pablo! Él no era como algunos de nosotros, que ni estamos familiarizados con la filosofía ni somos capaces en la oratoria. Él dominaba ambos campos de tal manera que seguramente necesitaba controlarse continuamente.
A veces me parece verlo, acosado en su mente por un pensamiento profundamente intelectual y asediado a la vez por una bella forma de expresarlo, y lo veo controlarse poniéndose riendas él mismo y diciendo a su mente: "Dejaré estos profundos pensamientos a los romanos, compartiré esto con ellos en el capítulo octavo de la carta que les escribiré; pero en cuanto a estos corintios, no tendrán nada sino a Cristo crucificado, puesto que son muy carnales, crudamente esclavos del talento, y se irán con la idea de que la excelente manera en que presenté la verdad constituyó su fuerza. Tendrán a Cristo solamente, y solamente a Cristo. Ellos son unos niños y como a tales tengo que hablarles; ellos son unos niños en Cristo, y tienen necesidad de leche y yo tengo que darles sólo leche. Ellos se consideran inteligentes y cultos; son arrogantes, altaneros, repletos de divisiones y controversias; no les diré nada excepto la historia, "la vieja, vieja historia de Jesús y de su amor", y les diré esa historia con toda simpleza como a un niño chiquito. Un amor sin límites hacia sus almas hizo que enfocara su testimonio hacia el tema central de Jesús crucificado.
Así les he mostrado cuál era su tema. II. Ahora, en segundo lugar, AUNQUE PABLO CONCENTRABA SUS ENERGÍAS EN UN PUNTO DE SU TESTIMONIO, ESTO ERA MÁS QUE SUFICIENTE PARA SU PROPÓSITO. Si la meta del apóstol hubiese sido halagar a un auditorio inteligente, el tema de Cristo y Él crucificado no lo habría logrado. Si de igual manera Pablo hubiera querido mostrarse como un sabio maestro, naturalmente habría buscado un tema nuevo, algo un poco más deslumbrante que la persona y la obra del Redentor. Y si Pablo hubiera deseado (como me temo que algunos de mis hermanos lo desean) reunir a un grupo de mentes altamente independientes, que es una manera elegante de describir a los libre-pensadores; reunir, digo, en un grupo a una selecta iglesia de hombres de cultura y de intelecto, que generalmente quiere decir un club de hombres que desprecian el Evangelio, ciertamente no se hubiera ceñido a predicar a Jesucristo y Él crucificado.

Esta clase de hombres le negaría toda esperanza de éxito con un tema como ése. Ellos le asegurarían que una predicación de ese tipo sólo le permitiría atraer a la clase más pobre y menos educada, a las sirvientas y a las ancianas; pero Pablo no se habría desconcertado con tales observaciones, puesto que él amaba las almas de los más pobres y de los más débiles, y, además, él sabía que lo que había ejercido poder sobre su mente educada podía con toda certeza ejercer poder también sobre otras personas inteligentes, y así se apegó a la doctrina de la cruz, con la fe que tenía en el instrumento que podría lograr de manera efectiva su único designio con toda clase de hombres.

Hermanos, ¿qué era lo que Pablo deseaba hacer? Ante todo, Pablo deseaba despertar en los pecadores la conciencia del pecado. Y lo que logra esto de manera perfecta es la doctrina que el pecado fue llevado por Cristo y fue la causa de Su muerte. El pecador, iluminado por el Espíritu Santo, ve de inmediato que el pecado no es algo insignificante, que no puede ser perdonado sin una expiación, que conlleva un castigo que debe ser aplicado al pecador. Cuando el culpable ha visto al Hijo de Dios sangrar hasta Su muerte en medio de dolores indecibles a consecuencia del pecado, ha aprendido entonces que el pecado es una carga enorme y aplastante. Si el mismo Hijo de Dios clama bajo su peso, si Su agonía de muerte rasga los cielos y sacude la tierra, ¡qué terrible mal debe de ser el pecado! ¿Qué efecto tendrá sobre mi alma si en mi propia persona estoy condenado a llevar sus consecuencias? Así argumenta de manera correcta el pecador y así es llevado a la conciencia de su culpa.

Pero Pablo también quería despertar en las mentes de los culpables esa humilde esperanza que constituye el grandioso instrumento que lleva a los hombres a Jesús. Deseaba llevarlos a la esperanza de que se puede otorgar el perdón de manera consistente con la justicia. Oh, hermanos, Cristo crucificado es el único rayo de luz que puede penetrar la densa oscuridad de la desesperación, llevando el corazón arrepentido a esperar el perdón del justo Juez. ¿Acaso puede dudar el pecador que ha visto a Jesús crucificado? Cuando entiende que hay un perdón para cada transgresión, albergado en las heridas sangrantes de Jesús, ¿no se enciende de inmediato en su pecho la mejor clase de esperanza y es conducido a exclamar: "Me levantaré, iré a mi padre y le diré: Padre, he pecado"?

Pablo anhelaba mucho llevar a los hombres a una fe real en Jesucristo. Pero la fe en Jesucristo sólo puede darse por medio de la predicación de Jesucristo. La fe viene por el oír, pero ese oír tiene que ser en relación con el tema sobre el que descansa la fe. ¿Quieres tener creyentes en Cristo? Predica a Cristo. Las cosas de Cristo, aplicadas por el Espíritu, conducen a los hombres a poner su confianza en Cristo. Y eso no era todo. Pablo quería que los hombres abandonaran sus pecados, y ¿qué los podía llevar a odiar el mal de tal manera sino ver los sufrimientos de Jesús a causa de los pecados?

Nosotros conocemos el poder del sangrante Salvador que nos hace querer vengarnos del pecado. ¿Cuánta indignación, cuánto examen de conciencia, cuánta firme determinación, cuánto remordimiento amargo, cuánto arrepentimiento profundo no hemos sentido cuando hemos comprendido que nuestros pecados se convirtieron en los clavos, el martillo, la lanza, sí, los verdugos del Bienamado?

Y Pablo anhelaba formar en Corinto una iglesia de hombres consagrados, llenos de amor, conocedores de la abnegación, una nación santa, celosos en la realización de buenas obras. Y permítanme preguntarles, ¿qué más se le puede predicar a alguien para promover su santificación y su consagración, fuera de Jesucristo, quien nos ha redimido y así nos ha hecho siervos Suyos para siempre? ¿Qué argumento es más fuerte que el hecho de que no nos pertenecemos a nosotros mismos, puesto que hemos sido comprados por un precio?

Afirmo que Pablo tenía en Cristo crucificado el tema que correspondía a su objetivo; un tema que respondería al caso particular de cualquier hombre sin importar su nivel de degradación o su grado de cultura, y un tema que sería muy útil para los hombres en las primeras horas después de su nuevo nacimiento, e igualmente útil para cuando estuviesen listos a participar de la herencia de los santos en la luz. Pablo tenía el tema para hoy y mañana, y un tema para el siguiente año, pues Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre. Tenía en Jesús crucificado el tema adecuado tanto para el palacio del príncipe como para la choza del campesino, el tema para la plaza pública y para la academia, para el templo pagano y para la sinagoga.

Adondequiera que Pablo fuera, Cristo sería la sabiduría de Dios y el poder de Dios tanto para el judío como para el gentil, y esto, no sólo como una benéfica influencia, sino para la salvación definitiva de todo aquel que cree.

III. Pero debo proseguir al tercer comentario, que EL APÓSTOL NO PODRÍA CAUSAR DAÑO A NADIE AL LIMITARSE A EXPONER ESTE TEMA. Ustedes saben, hermanos, que cuando alguien se encasilla en un solo tema se vuelve muy fuerte en eso, pero se torna muy débil en otras áreas, de tal forma que el hombre de un solo pensamiento es descrito generalmente según el dicho: 'cada loco con su tema'. Pues bien, éste era el tema favorito de Pablo, pero era el tipo de tema en el que un hombre se puede concentrar sin lesionarse a sí mismo o a su vecino: seguirá siendo un hombre íntegro y completo, aunque se someta de manera total y única a este tema.

Pero déjenme decirles que Cristo crucificado es el único tema con esta característica. Permítanme mostrarles que esto es así. Ustedes conocen a una clase de ministros que predican doctrina y únicamente doctrina. Su modo de predicar se parece al conteo de los dedos de una mano: "uno, dos, tres, cuatro, cinco", y para variar: "cinco, cuatro, tres, dos, uno", siempre un conjunto de verdades determinadas y nada más. ¿Cuál es el impacto de este ministerio? Pues es, generalmente, formar una generación de hombres que piensan que lo saben todo, pero que en realidad saben muy poco: muy decididos y esto es positivo; pero muy estrechos, muy limitados, muy intolerantes, lo cual es negativo. No puedes predicar únicamente doctrina sin que tu mente se contraiga y contraigas la mente de tus oyentes.

Hay otros que predican experiencia únicamente. Son muy buenas personas; no los estoy condenando como tampoco a sus amigos, los predicadores doctrinales, aunque ellos también pueden causar daño. Algunos de ellos tocan únicamente las notas sombrías de la experiencia, diciéndonos que nadie puede ser un hijo de Dios, a menos que esté consciente del horrible carácter de su pecado innato, y gima cada día bajo el peso que le oprime. Hace algunos años escuchábamos bastante acerca de estas notas sombrías, aunque ahora hay menos abundancia de ellas. ¿Me equivoco al afirmar que esta enseñanza forma una raza de hombres que muestran su humildad, juzgando a todos aquellos que no pueden gemir de una manera tan grave como ellos?

Una nueva clase se ha levantado recientemente que predica acerca de la experiencia, pero su entonación se da en las notas altas de la escala. Ellos flotan muy arriba, pienso, al estilo de los globos. Sólo reconocen el lado brillante de la experiencia, sin querer enfrentar el lado oscuro y la muerte. Para ellos no existe la noche; elevan sus cantos en días de perpetuo verano. Han conquistado el pecado y se han ignorado a sí mismos. Bueno, eso afirman ellos, aunque nosotros no nos hubiéramos dado cuenta si no nos lo hubiesen dicho; al contrario, nos hubiéramos imaginado que tenían una muy enriquecida idea acerca de ellos mismos y de sus logros.

Espero equivocarme, pero nos ha parecido a algunos de nosotros, en recientes fechas, que el ego ha crecido de manera descomunal en algunos de nuestros hermanos; ciertamente sus prácticas y su predicación consisten en gran medida en declaraciones verdaderamente maravillosas acerca de su propia condición admirable. Me encantaría saber acerca de su progreso en la gracia, si acaso éste es real; pero yo quisiera verificar esto personalmente o comprobarlo por medio de terceros, puesto que hay un inspirado proverbio que dice: "Deja que otros te alaben, mas no tus propios labios."

En lo que a mí respecta, si alguien considerara adecuado alabarme, preferiría que guardara su lengua, porque el engrandecimiento de los hombres no es un buen negocio. Únicamente el Señor debe ser engrandecido. Me parece que es claro que se originan graves fallas en el hecho de predicar una vida interior, en lugar de predicar a Cristo, que es la vida misma.

Otra clase de ministros han predicado casi sólo sobre preceptos. Necesitamos a estos hombres como también necesitamos a los otros; todos son útiles y funcionan como antídoto los unos contra los otros, pero sus ministerios son incompletos. Si escuchan predicaciones acerca de deberes y mandamientos, está muy bien, pero si ése es el único tema, la enseñanza se torna legalista a la larga; y en poco tiempo el verdadero Evangelio que tiene el poder de hacernos cumplir el precepto, es desplazado a un segundo plano, y ni el precepto puede ser cumplido después de todo. Tienen que hacer esto, tienen que hacer aquello, tienen que hacer lo de más allá y terminan por no hacer nada. Si un hermano pretendiese predicar sobre ordenanzas únicamente, como aquellos que siempre están ensalzando lo que se conoce como los santos sacramentos -bien, ustedes saben hacia dónde va esa enseñanza-, se encamina hacia el sureste, y su línea favorita atraviesa la ciudad de Roma.

Más aún, querido hermano, aun si predicas a Jesucristo únicamente, te debes concentrar en el punto en que se concentró Pablo, esto es, "él crucificado", ya que no lo debes ver bajo ningún otro aspecto exclusivamente. Por ejemplo, la predicación de la segunda venida, que en su lugar y proporción, es admirable, ha sido tomada fuera de su lugar por algunos, y se ha convertido en el fin último y en el todo de su ministerio. Eso, ustedes lo pueden ver, no es lo que Pablo había elegido, y no es una selección segura. En muchos casos, el más flagrante fanatismo ha sido el resultado de concentrarse exclusivamente en la profecía, y probablemente más hombres han enloquecido a causa de ese tema, que a causa de cualquier otra cuestión religiosa. Yo no sabría si alguien puede volverse fanático acerca de Cristo crucificado, pero nunca he escuchado nada al respecto. Si un hombre puede volverse loco por su amor hacia el Redentor crucificado, no lo sé, nunca me he encontrado con un caso así. Pero si yo me volviera loco, me gustaría que fuera por esa causa, y me gustaría transmitir esa locura a muchos, puesto que es el tema ideal para perder la razón: ser irrazonablemente absorbido en Cristo crucificado, perder el sentido por la fe en Jesús. La realidad es que no puede afectar la mente, es una doctrina que puede ser escuchada eternamente, y siempre tendrá frescura, será nueva y adecuada para nuestra total humanidad.

Digo que la adhesión a esta doctrina no puede causar ningún daño, y la razón es ésta: contiene todo lo que es vital en sí misma. Si te mantienes en el límite de Cristo y Él crucificado, habrás presentado a los hombres todo lo esencial para esta vida y para la venidera; les habrás dado la raíz de la cual puede brotar tanto la rama como la flor, y el fruto del pensamiento santo y la palabra y la obra. Basta que un hombre conozca a Cristo crucificado y conocerá a Quien es la fuente de vida eterna. Éste es un tema que no despierta una parte del hombre, mientras la otra parte permanece dormida; no estimula su imaginación y deja sin ninguna enseñanza a su juicio; no alimenta el intelecto y mata de hambre el corazón. No hay ninguna facultad de nuestro ser que no sea afectada permanentemente por Cristo crucificado. La humanidad perfecta de Cristo crucificado afecta la mente, el corazón, la memoria, la imaginación, el pensamiento, todo. Así como en la leche se encuentran todos los ingredientes necesarios para la vida, así en Cristo crucificado se encuentra todo lo que necesitamos para el sustento de nuestra alma. Así como la mano del músico principal de David tocaba cada una de las diez cuerdas de su arpa, así Jesús extrae una dulce música de toda nuestra humanidad.

En relación con predicar a Cristo exclusivamente, también debemos agregar que esta predicación nunca despertará rencores. Nunca saturará las mentes de los hombres con preguntas y contiendas, a diferencia de esos temas sutiles que prefieren tratar algunos hombres.

Cuando algunos temas son decididos por mi opinión y por tu opinión, y por la opinión de un tercero e incluso de un cuarto individuos, seguramente se va generar una contienda; pero el que se mantiene al pie de la cruz de Cristo, y se acoge a ella, está precisamente donde puede abrazar a toda la hermandad de verdaderos cristianos, puesto que todos estamos perfectamente unidos en una sola mente y en una sola opinión allí. No cabe gloriarse de la opinión del hombre en la cruz. "Yo soy de Pablo, yo de Apolo, yo de Cristo", vienen por no apegarse a Jesús crucificado; pero si nos apegamos a la cruz como pecadores culpables que necesitan ser limpiados por medio de la sangre preciosa, y que encuentran toda su salvación en ese lugar, entonces no tendremos el tiempo para erigirnos como líderes religiosos y para causar divisiones en la iglesia de Cristo. ¿Ha existido alguna secta en la cristiandad generada por la predicación de Cristo crucificado? No, mis hermanos, las sectas son creadas por la predicación de algo muy por encima de esto, pero esto es el alma y la esencia del cristianismo, y por consiguiente, el vínculo perfecto de amor que mantiene a los cristianos unidos.

IV. No diré nada más, pero pasaré a mi última reflexión, que es ésta: Debido a que Pablo hizo de éste su único tema cuando estaba en Corinto, y no hizo ningún daño a nadie con este único tema, cosa que no podemos afirmar de ningún otro tema, LES RECOMIENDO QUE TODOS NOSOTROS HAGAMOS DE ESTE TEMA EL CENTRO DE NUESTROS PENSAMIENTOS, DE NUESTRA PREDICACIÓN Y DE NUESTROS ESFUERZOS.

Hombres y mujeres inconversos, a ustedes me dirijo en primer lugar. No tengo nada más que predicar para ustedes que a Jesucristo y a Él crucificado. Pablo sabía que había grandes pecadores en Corinto, ya que era costumbre en el mundo de entonces llamar a un hombre licencioso, 'un corintio'. Ellos eran un pueblo que llevaban la depravación y la lascivia a sus máximos excesos posibles, y, sin embargo, en medio de ellos, Pablo no sabía de nada excepto de Cristo y Él crucificado, ya que todo lo que el pecador más grande puede necesitar se encuentra allí.

No tienes nada en ti, pecador, y no tienes necesidad de nada que le lleves a Jesús. Me dices que no sabes nada acerca de las profundas doctrinas del Evangelio: no las necesitas conocer al momento de venir a Cristo. La única cosa que debes conocer es ésta: que Jesucristo, el Hijo de Dios, vino al mundo para salvar a los pecadores y cualquiera que crea en Él no perecerá, sino que vivirá eternamente. Me dará mucho gusto que recibas instrucción en la fe posteriormente, y que conozcas las alturas y las profundidades de ese amor que sobrepasa todo conocimiento, pero en este momento lo único que necesitas conocer es a Jesucristo crucificado, y si nunca pasas de allí, si tu mente es de una naturaleza tan débil que nunca puedas entender nada de mayor profundidad que esto, yo, por lo menos, no sentiré ninguna preocupación, ya que habrás encontrado lo que te librará del poder y del castigo del pecado, y lo que te llevará al cielo para estar donde ese mismo Jesús que fue crucificado se sienta en el trono a la diestra de Dios.

¡Oh, querido corazón abrumado por la pena, si quieres encontrar alivio, podrás hacerlo en sus heridas! Si quieres encontrar descanso, tienes que encontrarlo en las heridas de sus manos. Si quieres escuchar tu absolución, tiene que provenir de los mismos labios que pronunciaron dulcemente: "Consumado es". Dios quiera que no sepamos nada en medio de los pecadores excepto Cristo y él crucificado. Mírenlo a Él, y únicamente a Él y encontrarán el descanso para sus almas.

En cuanto a ustedes, mis hermanos y hermanas, que conocen a Cristo, tengo esto que decirles: mantengan esto a la vanguardia, y ninguna otra cosa sino sólo esto, porque es contra esto que el enemigo se enfurece. La parte de la línea de batalla que es atacada más fieramente por el enemigo, es ciertamente la más estratégica. Los hombres odian a aquellos a quienes temen. El antagonismo de los enemigos del Evangelio es principalmente contra la cruz. Desde el principio fue así. Ellos gritaban: "Que descienda ahora de la cruz para que veamos y creamos." Escribirán para nuestro beneficio bellas vidas de Cristo y nos dirán que fue un hombre excelente y darán a nuestro Señor el homenaje que sus labios de Judas pueden otorgarle; se referirán también a Su sermón del monte y dirán qué profundidad de percepción tuvo del corazón humano y nos dirán que enseñaba un espléndido código moral, y así sucesivamente. Dirán: "Seremos cristianos pero rechazamos totalmente el dogma de la expiación."

Nuestra respuesta es que nos importa un bledo lo que tengan que decir acerca de nuestro Señor si niegan Su sacrificio sustitutivo. Si le dan vino o vinagre, no es un tema relevante en tanto que rechacen lo que nos dice el Crucificado.

Las alabanzas de los incrédulos nos dan asco; ¿quién quiere escuchar las alabanzas a Dios provenientes de labios contaminados? Esas palabras dulzonas son muy semejantes a aquellas que salieron de la boca del diablo cuando dijo: "Yo sé quién eres: ¡el Santo de Dios!" Jesús le reprendió diciendo: "¡Cállate y sal de él!" De la misma manera queremos decirles a los incrédulos que exaltan la vida de Cristo: ¡Cállate! Conocemos tu enemistad, aunque la disfraces como quieras. O Jesús es el Salvador de los hombres o no es nada; si no aceptan a Cristo crucificado, no lo pueden aceptar de ninguna otra manera.

Mis hermanos en Jesús, los invito a gloriarnos en la sangre de Jesús; hagan que sea manifiesta como si hubiese sido rociada en el dintel y en los dos postes laterales de nuestras puertas y dejemos que el mundo sepa que la redención por medio de la sangre está escrita en las más íntimas partes de las tablas de nuestros corazones. Hermanos, éste es el punto de prueba de cada maestro. Cuando un pescado se descompone, comienza a apestar por la cabeza, según dicen, y ciertamente cuando un predicador se vuelve un hereje, siempre es en relación con Cristo. Si no entiende con claridad a Jesús crucificado -y escuchas uno de sus sermones-, ésa es tu mala suerte; pero si regresaras para escucharlo de nuevo y oyeras un sermón igual al primero, entonces ésa sería culpa tuya: si fueras por tercera vez, habrías cometido un crimen. Si algún hombre tiene dudas acerca de Cristo crucificado, que recuerde los versos de Hart, porque dicen la verdad:

"No puedes tener razón en todo lo demás,a menos que pienses la verdad acerca de Él."

No quiero examinar a los hombres en relación con las doctrinas de la Confesión de Fe de Westminster. Yo comienzo aquí: "¿Qué piensas tú de Cristo?" Si no puedes contestar esa pregunta, anda y publica tus puntos de vista donde quieras, pero tú y yo estamos tan separados como lo están los polos, y no deseo tener ninguna comunión contigo. Debemos de hablar muy claramente aquí.

Es "Cristo crucificado" lo que Dios bendice para conversión. Dios bendijo a William Huntingdon para convertir almas por su medio: estoy seguro de eso, aunque no soy un partidario de Huntingdon. Dios bendijo a John Wesley para convertir almas por su medio: también me queda muy claro eso, aunque no soy un partidario de Wesley. Dios bendijo a ambos en tanto dieron testimonio de Cristo; y encontrarán que en la proporción que la expiación de Cristo esté presente en un sermón, es la sangre vital de ese sermón, y eso es lo que Dios santifica para la conversión de los hijos de los hombres. Por tanto, ten el tema siempre en un lugar muy prominente.

Y ahora les pregunto, hermanos míos, una cosa más: ¿No es acaso Cristo y Él crucificado la cosa por la que debemos vivir y por la que debemos morir? Los hombres del mundo pueden vivir para sus vanidades; pueden sentir mucho gozo bajo sus respectivas calabaceras, como la de Jonás, mientras les duren; pero cuando un hombre tiene depresión de espíritu y es torturado en su cuerpo, ¿adónde puede mirar? Si es un cristiano, ¿en dónde puede refugiarse? ¡En dónde más sino en Cristo crucificado! Cuán a menudo he sentido mucho gozo al arrastrarme para entrar al templo y ponerme en los zapatos del pobre publicano y decir: "Dios, sé propicio a mí, que soy pecador", mirando únicamente a ese propiciatorio rociado con la preciosa sangre de Jesús. Esto es lo que servirá a la hora de la muerte.

No creo que a la hora de nuestra muerte busquemos el consuelo de nuestras peculiares iglesias; ni vamos a morir aferrados a las puras ordenanzas o a las doctrinas, en medio de los estertores de la muerte. Nuestra alma debe de vivir y morir por Jesús crucificado. Miren a todos los santos al momento de su muerte, y verán que regresan al gran sacrificio del Calvario. Ellos creían en una gran variedad de cosas; algunos de ellos se apoyaban en muchas muletas y caprichos y rarezas, pero el punto principal prevalece a la hora de la muerte. "Jesús murió por mí, Jesús murió por mí", todos llegan a eso.

Bien, ¿no te parecería bueno ir desde el principio al punto al que han llegado ellos al final? Y si ese punto es la base de todo, y ciertamente lo es, ¿no sería adecuado que nos apegáramos a él? Mientras algunos se glorían en esto y otros se glorían en aquello, y algunos tienen una forma de culto, y otros, otra forma, nosotros digamos: "Pero lejos esté de mí el gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por medio de quien el mundo me ha sido crucificado a mí y yo al mundo."

Hermanos, les recomiendo que hagan cada vez más prominente la cruz de Cristo, porque es lo que nos dará más cohesión y nos mantendrá en una bendita unidad. No todos podemos entender esas verdades sutiles que dependen tanto de bonitas variaciones y esas sutilezas de significado en el griego que sólo los críticos pueden descubrir. Si buscas estas bellezas, hermano, entonces debes de olvidarte de muchos de nosotros, pobres tontos, porque no podemos correr tras ellas y sólo nos confundirás. Sé que tienes ese delicado concepto bellamente fijado en tu mente y lo tienes en muy alta estima, y no me sorprende, ya que te ha costado mucha reflexión y muestra tu poder de discernimiento. Al mismo tiempo, ¿no crees que debes de bajar al nivel de algunos de nosotros, que nunca podremos alcanzar esos temas intrincados mientras vivamos? Algunos de nuestros cerebros son ordinarios. Tenemos que ganar nuestro pan y relacionarnos con gente ordinaria; sabemos que dos por dos hacen cuatro; pero no estamos familiarizados con los principios tan escondidos y ocultos en la alta filosofía a la que ustedes han subido. Yo no sé mucho de eso, yo no me remonto a esas alturas y nunca subiré allí con ustedes. Por lo tanto, ¿no sería mejor por la unidad de la fe que dejaran estos temas de lado, que practicaran más la amistad en casa, que mostraran más amor hacia sus colegas cristianos y que se aplicaran un poco más hacia los deberes de naturaleza más común? Sólo les haría un gran bien, y haría un poco más visible su humildad, si se quedaran allá abajo con Jesucristo y él crucificado.

Personalmente puedo saber muchas cosas; especialmente yo podría hacerlo, ya que todo mundo trata de enseñarme algo. Recibo carretadas de consejos: uno me jala de esta oreja y el otro me jala de la otra. Bien, yo podría saber mucho, pero me doy cuenta de que tendría que dejar a algunos de ustedes atrás si quisiera ir tras esas cosas, y los amo demasiado para hacer eso. Tengo la determinación de no saber nada entre ustedes excepto a Jesucristo y Él crucificado. A cualquier hombre que se sujete a eso le diré: "Dame tu mano, mi hermano, Jesús la lavó con Su sangre de la misma manera que lavó la mía. Ven, hermano, y miremos juntos a la misma cruz. ¿Qué piensas de ella? Hay una lágrima en tu ojo, y hay una lágrima en el mío, pero nuestros rostros se sonrojan de gozo a causa del profundo amor que clavó a Jesús allí. ¿Qué haremos con esta cruz frente a nosotros?"

Mi hermano dice: "Yo me iré a ganar almas." Le respondo: "yo también." Mi hermano dice: "Yo tengo una forma de hablar", y yo le contesto: "Yo tengo otra manera, pues nuestros dones son diferentes, pero nunca chocaremos, ya que servimos a un solo Señor y a un solo Dios, y no seremos divididos, ni en este mundo presente ni en el venidero." Dejen que Apolo diga lo que quiera, o Pablo o Pedro, y aprenderemos de todos ellos; nos dará mucho gusto hacerlo. Pero, de todos modos, no nos moveremos de la cruz, sino que estaremos muy firmes allí, ya que Jesús es el primero y el último, el Alfa y la Omega. Amén.

miércoles, 7 de mayo de 2008

Que hacer cuando no hay una Iglesia fiel donde vives

Consejos Sanos en una Carta por John Knox dirigida a sus hermanos en Escocia

por John Knox (7 de Julio de 1556).

Mis queridos Hermanos, no tanto para instruirles como en dejarles algo del testimonio de mi amor por ustedes, he tenido como algo bueno en comunicarles mis débiles consejos de cómo quiero que se conduzcan en medio de esta generación maligna y perversa, tocante al ejercicio de la más santísima Palabra de Dios, sin la cual ni puede aumentar el conocimiento, ni puede manifestarse la piedad, ni puede continuar el fervor espiritual entre vosotros. Porque como la Palabra de Dios es el principio de la vida espiritual, sin la cual toda carne está muerta en la presencia de Dios, y como es lámpara a nuestros pies sin cuyo resplandor toda la posteridad de Adán camina en tinieblas; y como es el fundamento de la fe, sin la cual ningún hombre puede comprender la buena voluntad de Dios, así también es el único órgano e instrumento que Dios usa para fortalecer a los débiles, para consolar a los afligidos, para traer bajo misericordia por el arrepentimiento aquellos que se han desviado, y finalmente para preservar y guardar la misma vida en el alma contra todo asalto y tentación.

Por tanto, si queréis que vuestro conocimiento crezca, que vuestra fe sea confirmada, que vuestras conciencias sean aquietadas y consoladas, o que finalmente la vida se preserve en vuestra alma, mirad que os ejercitéis frecuentemente en la ley del Señor vuestro Dios. No tengáis en poco los preceptos que Moisés dio a los Israelitas en estas palabras, “Estas palabras que yo te mando hoy estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas” (Deut. 6:6-9). Y Moisés, en otro lugar, les mandó en “acordarse de la ley del Señor Dios, en hacerla para que les vaya bien a ellos y sus hijos en la tierra que el Señor su Dios les daría.” Dando a entender, que así como frecuencia de recordar y de repetir los preceptos de Dios es el medio por el cual el temor de Dios (que es el principio de toda sabiduría y dicha), se mantiene vivo en la mente; así también la negligencia y el olvido de los beneficios recibidos de Dios es el primer paso para alejarse de Dios.

Ahora, si la Ley, la cual por causa de nuestra debilidad no obra cosa alguna mas que ira y enojo, fue tan eficaz (que recordada y repetida para hacerla) trajo al pueblo una bendición corporal, ¿qué diremos qué no traerá el glorioso Evangelio de Cristo Jesús cuando se trata con reverencia? Pablo le llama olor de vida para aquellos que recibirán vida, usando la semejanza de hierbas aromáticas o ungüentos preciosos, cuya naturaleza es que cuantos más estos se frotan envían su aroma más agradable y deleitable; así también, amados hermanos, es el bendito Evangelio de Jesús nuestro Señor. Porque cuanto más lo tratamos, más confortable y agradable es para aquellos que lo escuchan, lo leen, o se ejercitan en el mismo. No ignoro, que como los israelitas se fastidiaron del maná, porque era lo único que veían y comían a diario, así también ahora hay algunos que después de leer algunas porciones de la Escritura, se vuelven del todo a escritores profanos o escritos humanos. Porque la variedad de asuntos que estos contienen traen con ello deleite diario. Por otro lado dentro de las Escrituras de Dios que no tienen mucho adorno humano en si, la repetición de una cosa les es fastidiosa y cansada. Confieso que esta tentación puede entrar en los mismos elegidos por un tiempo, pero es imposible que continúen en ello hasta al fin. Porque los elegidos de Dios, además de otras señales evidentes, tienen siempre esta unida con las demás, que los elegidos de Dios son llamados fuera de la ignorancia (hablo de los que ya tienen edad de comprensión) para gustar y sentir algo de la misericordia de Dios, de la cual nunca están satisfechos en esta vida, sino que ocasionalmente tiene hambre y sed para comer el pan que descendió del cielo y beber el agua que salta para vida eterna. Lo cual no pueden hacer más que por el medio o el instrumento de la Fe, y la Fe siempre mira a la voluntad de Dios revelada por la Palabra, de manera que la Fe tiene tanto su principio como su continuación por la Palabra de Dios. Y por eso digo, que es imposible que los hijos escogidos de Dios puedan despreciar o rechazar la palabra de su salvación por mucho tiempo, como tampoco pueden fastidiarse de ella al final.

Es cosa común que los elegidos de Dios son mantenidos en tal esclavitud y servidumbre, de tal manera que ellos no pueden conseguir que se les imparta el pan de vida, como tampoco tienen la libertad para ejercitarse ellos mismos en la Palabra de Dios. Pero ellos no se fastidian, antes bien anhelan con gusto el alimento de sus almas, antes bien acusan su negligencia anterior, antes bien lamentan la miserable aflicción de sus hermanos, y claman y piden en sus corazones ( y también en público donde pueden) que corra libremente el Evangelio. Esta hambre y sed confirma que hay vida en sus almas. Pero si tales hombres, que teniendo la libertad para leer y ejercitarse asimismo en las Sagradas Escrituras, comienzan a fatigarse porque casi siempre leen lo mismo, yo les pregunto, ¿Por qué no se cansan también de comer a diario pan? ¿Por qué no se cansan de beber a diario vino [no el tipo de bebidas alcohólicas de hoy día]? ¿Por qué no se cansan de mirar a diario el resplandor del sol? ¿Y por qué no se cansan de usar el resto de las criaturas de Dios que mantienen a diario su propia sustancia, curso y naturaleza? Pienso que responderán: “Pues tales criaturas tienen un poder [cuantas veces son usadas para quitar el hambre y la sed y para infundir aliento y fuerzas y] para preservar la vida.” ¡Oh, miserables criaturas! ¡Quién se atreve a atribuirle más poder y fuerza a criaturas corruptibles en nutrir y preservar el cuerpo humano mortal, que a la Palabra eterna de Dios en nutrir el alma que es inmortal! El querer razonar con su abominable ingratitud no es ahora mi propósito. Pero a vosotros, queridos Hermanos, les comparto mi conocimiento y les abro mi conciencia, que así como tan necesario es el uso de la comida y de la bebida para preservar la vida corporal, y así como tan necesario es el calor y la luz del sol para dar vida a la hierba y para disipar las tinieblas; así también es necesaria para la vida eterna y para la iluminación y luz del alma la meditación, ejercicio y uso perpetuo de la sagrada Palabra de Dios.

Por tanto, queridos Hermanos, si anheláis la vida venidera, por necesidad debéis ejercitaros vosotros mismos en el Libro del Señor vuestro Dios. Que no pase ni un día sin que recibáis algún consuelo de la boca de Dios. Abrid vuestros oídos, y El hablará cosas deleitables a vuestro corazón. No cerréis vuestros ojos, antes bien que con diligencia contempléis qué porción substanciosa os es dejada en el testamento de vuestro Padre. Que vuestras lenguas aprendan a ensalzar Su tierna bondad, cuya sola misericordia os ha llamado de las tinieblas a la luz, y de la muerte a la vida. Tampoco hagáis esto tan privadamente que no admita testigos. No, Hermanos, el Señor Dios os manda que gobernéis vuestras casas en su verdadero temor y de acuerdo a su Palabra. Dentro de vuestras casas, digo, en algunos casos, sois obispos y reyes; vuestra esposa, hijos y familia es vuestro obispado y cargo. De esto se os pedirá cuenta de cuanto cuidado y diligencia usasteis para instruirlos en el conocimiento verdadero de Dios, de cómo procurasteis implantar virtudes y reprimir vicios. Por tanto, digo, que debéis hacerlos partícipes de la lectura, de la exhortación, y de la oraciones comunes, lo cual debería hacerse en cada hogar por lo menos una vez al día. Pero, por encima de todo, queridos Hermanos, procurad en practicar a diario y en vivir lo que manda la Palabra de Dios, y entonces comprobaréis que nunca oiréis ni leeréis lo mismo sin que obtengáis algún fruto. Creo que esto es suficiente para los ejercicios dentro de vuestro hogar.

Considerando que Pablo llama a la congregación “el cuerpo de Cristo,” del cual cada uno de nosotros somos un miembro, y enseñándonos con esto que ningún miembro puede sustentarse y alimentarse por si mismo sin la ayuda y el apoyo de otro; creo que es necesario que se tengan estudios y conferencias sobre las Escrituras como reuniones entre hermanos. Como Pablo nos da el orden que se debe observar para esto [1 Cor. 14:26-29], solo quiero señalar que cuando os reunáis, que sería bueno hacerlo una vez a la semana, que vuestro comienzo fuese confesando vuestras ofensas e implorando que el Espíritu del Señor Jesús os asista en todos vuestros proyectos y metas espirituales. Después que se lea alguna porción de las Escrituras clara y modestamente, tanto que se crea suficiente para esa ocasión o tiempo. Cuando se haiga terminado, si algún hermano tiene exhortación, pregunta, o duda que no tenga temor en hablar o tratarla allí mismo, haciéndolo con moderación, ya sea para edificar o para edificarse. Y de esto no dudo que vendrá gran provecho. Porque, primero, al oír, leer, y estudiar las Escrituras en éstas reuniones, ayudarán a examinar el juicio y la actitud de las personas, su paciencia y modestia serán conocidas, y finalmente se exhibirán sus dones y expresiones. Por otro lado deben evitarse en toda ocasión y en todo lugar el palabrerío, las interpretaciones largas y aburridas y la terquedad en puntos controvertidos. Pero por encima de todo cuando se reúnan como iglesia, allí nada debe tenerse en cuenta más que la gloria de Dios y el consuelo o edificación de los hermanos.

Si algo brota del texto en discusión o en el debate que vuestro juicio no puede resolver o vuestras facultades no pueden captar, que eso se anote y se escriba antes de despedir la reunión, para que cuando Dios provea solución al asunto, vuestras dudas que brotaron sean resueltas con más facilidad. Por otro lado si tenéis la oportunidad de escribir o comunicaros con otros, vuestras cartas manifestarán vuestro gran deseo que tenéis de Dios y de su verdadera religión. No dudo que ellos según sus talentos procurarán y os otorgarán su fiel trabajo para satisfacer vuestras peticiones devotas. En cuanto a mismo hablo lo que pienso: emplearía quince horas con gran gusto (según le plazca a Dios en darme de su iluminación) para explicarles alguna porción de las Escrituras, que gastar media hora en otra cosa.

Además, me gustaría, que en la lectura de las Escrituras, tomen juntos algunos libros del Antiguo Testamento y algunos del Nuevo, como Génesis y alguno de los Evangelios, Éxodo con otro libro, etc., pero siempre terminando los libros que comenzasteis (según permita el tiempo). Pues os confortará el oír la armonía y acuerdo del Espíritu Santo hablando en nuestros padres desde el principio. Os confirmará en estos días peligrosos al contemplar la faz de Jesucristo, el amado esposo, y su iglesia, desde Abel hasta Cristo mismo, y de Cristo hasta este día, que hay unidad y un mismo propósito en todas las generaciones. Estudiad con frecuencia los Profetas y las Epístolas de Pablo. Pues la abundancia de asuntos muy confortadores que se hallan allí requiere ejercicio y buena memoria. De igual manera así como vuestras reuniones deben comenzar con confesión y suplica del Espíritu de Dios, así también deberían terminar con acción de gracias y ruegos por los gobernantes y magistrado, por la libertad del Evangelio de Cristo que corra libremente, por el consuelo y libertad de nuestros hermanos que aún están bajo tiranía y servidumbre, y por otras tales cosas que el Espíritu del Señor Jesucristo os enseñe que os es provechoso, ya sea para vosotros mismos, o para vuestros hermanos dondequiera que estén.

Si así (o aún mejor) oigo que os ejercitáis vosotros mismos, queridos Hermanos, entonces alabaré a Dios por vuestra gran obediencia, como también por aquellos que han recibido la palabra de gracia no solo con gozo, pero también con solicitud y diligencia, y guardan la misma como un tesoro y una joya preciosísima. Y porque no tengo sospechas de que haréis lo contrario, no usaré amenazas. Pues mis esperanzas sinceras son que caminaréis como hijos de luz en medio de ésta generación perversa, que seréis como estrellas durante la noche (que no se vuelven tinieblas), que seréis como trigo entre la cizaña, y que sin embargo no cambiaréis vuestra naturaleza que recibisteis por gracia, a través de la comunión y participación que tenemos con el Señor Jesucristo en su cuerpo y en su sangre. Y finalmente, que seréis del número de las vírgenes prudentes, que a diario arreglan y llenan sus lámparas con aceite, mientras que aguardan con paciencia la aparición gloriosa y venida del Señor Jesucristo, cuyo Espíritu omnipotente gobierne e instruya, ilumine y consuele vuestras mentes y corazones en toda prueba ahora y para siempre. Amen.

La gracia del Señor Jesucristo repose con vosotros.
Acordaos de mis debilidades en vuestras oraciones. 7 de Julio de 1556.
Vuestro sincero hermano,
JOHN KNOX

sacado de: http://www.iglesiareformada.com/Knox_Iglesia_Fiel.html

domingo, 4 de mayo de 2008

Edificación y herencia

Muchos hombres en la historia que han alcanzado notoriedad, gloria, honra y riquezas; han querido y buscado perpetuar más allá de la muerte su “éxito que han logrado en este mundo”. Existe el caso de millonarios que en nuestros tiempos se congelan con la esperanza en que la ciencia en el futuro los pueda revivir, o también vemos el caso lejano de los faraones en Egipto, que construyeron monumentales pirámides como sepulcros inexpugnables donde guardar sus tesoros preciados, siervos y sus cuerpos momificados para la otra vida. En cierta medida, todos los hombres que han alcanzado fama y riquezas en este mundo, han buscado de una u otra forma la manera de perpetuar (o por lo menos alargar) su éxito temporal por la eternidad.

Pero para el hombre natural, es decir, el hombre en la carne, hay una sentencia divina que dice:

Porque:
Toda carne es como hierba,
Y toda la gloria del hombre como flor de la hierba.
La hierba se seca, y la flor se cae; Mas la palabra del Señor permanece para siempre.
Y esta es la palabra que por el evangelio os ha sido anunciada.
(1Pe 1:24-25)

Todo hombre nace, crece y muere; y la flor de su vida, es decir, su periodo de gloria y fama caerá inevitablemente. Eso es la historia del hombre natural; todos los hombres nacidos de la carne tienen el mismo ciclo que cumplir sin excepción en toda carne. Por más que el hombre busque medios humanos en alcanzar la gloria eterna, no lo logrará por sus medios; ya que hay un principio divino que lo impide para toda carne.

Lo mismo ocurre con las riquezas que podamos alcanzar en esta tierra, nada hemos traído y sin duda nada nos llevaremos:

Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. (1Ti 6:6-7)

Ciertamente la gloria de todo hombre cae; ¿y que hay de sus riquezas?, es muy similar, la sentencia divina dice: “nada podremos sacar”; no podemos ni mantener eternamente la vida, no podemos ni mantener eternamente la gloria, ni podemos llevarnos las riquezas; son las sentencias a toda carne para este mundo material y temporal.

El hombre en la carne quisiera tener vida eterna, gloria eterna y riquezas eternas; eso es lo máximo que un hombre puede soñar en la tierra; vida, gloria y riquezas eternas… es un sueño que parece imposible de alcanzar…

Bueno precisamente, es eso lo que motiva este mensaje; sabemos que Jesús nos vino a dar vida, y vida en abundancia; y todo aquel que en él cree ha pasado de muerte a vida. Es nacido del Espíritu y es un nuevo ser engendrado de voluntad del Padre (no de voluntad de carne); las cosas carnales ya no cuentan…

Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios. (1Jn 5:13 )

Yo creo que hasta este punto, todos estamos relativamente claros e informados del evangelio. Tenemos vida eterna si creemos en el nombre del Hijo de Dios…

¿Pero sabias que esto es sólo el comienzo?
Es algo tremendo lo que nuestro Padre y Salvador nos han dado por su gracia y amor; es algo que nunca podríamos por nuestros medios haber logrado y nunca podríamos lograr pagar; pero hermanos la gloria sea a nuestro Señor Jesús de Nazaret que su infinita gracia no sólo quedó allí (que de hecho ya era mucho más de lo que podríamos haber imaginado); sino que nos tiene una puerta abierta a los cielos hoy día hermanos, para que tomemos de las inescrutables riquezas de su gracia.

Bueno teniendo claro que esto es el fundamento, que es Cristo mismo; nos ha sido dada esta promesa y en base a ella tenemos un Camino por delante donde Dios quiere darnos no sólo vida eterna, sino también gloria eterna junto a él y además, riquezas eternas junto a todos los santos.

Fíjense que esto esta relacionado con dos verbos muy importantes de distinguir:

El primer verbo, es el verbo SER. Es prioritario primero SER (implica estar vivo obviamente), y está relacionado con todo lo que el hombre sueña con alcanzar a ser y puede lograr alcanzar en desarrollo y perfección.
El segundo verbo es el verbo TENER. Esto representa las riquezas, poder, gloria y honra; y las cosas externas que podemos alcanzar.

Si tenemos vida; en esos dos verbos podemos resumir todo lo que el hombre desea alcanzar. Ser mejores y Tener más. Obviamente, debemos tener claros que es en el amor y comunión con Dios; ya que muchos que han perseguido la gloria personal y las riquezas personales; han caído en lo más oscuro de los abismos (recordar a Judas el Iscariote que vendió a Jesús por 30 monedas de plata y así hay muchos ejemplos en las Escrituras y hoy en la humanidad).

También veremos, que es justamente eso lo que Dios nos quiere dar junto a su Hijo (SER y TENER con Cristo por la eternidad); nos quiere llevar a la perfección y nos quiere hacer sus herederos. Son palabras, a lo mejor muchas veces escuchadas; pero muy poco entendidas y esperadas…

Entendemos hasta aquí, que el hombre natural está condenado (el hombre hijo de Adán carnal, es decir, en lo puramente humano), ya que tiene sus días contados, y nada de lo que alcance será eterno y nada se puede llevar de esta tierra.

¿Y cómo es la verdadera historia y posibilidad para un hijo de Dios?

Rompamos los mitos:

PRIMERO: DIOS NOS QUIERE A SU ALTURA DE PERFECCION
Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto. (Mat 5:48)
Aquí nos damos cuenta que Jesús nos enseña que Dios nos quiere perfectos y no a medias….

Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros, (Gal 4:19)
Pablo lo declara explícitamente, el trabajaba y sufre hasta que Cristo sea formado en sus hermanos; Cristo es la estatura máxima de la creación, está hoy sentado a la diestra de Dios (imagínate, si puedes esa altura).

…hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; (Efe 4:13)
Nuevamente lo vemos, hasta que lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento de Cristo; a un varón perfecto a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo. Plenitud de Cristo, es algo tan grande que ni siquiera lo podemos imaginar; ojala nuestro Padre nos de entendimiento de estas cosas, que te aseguro que si lo vemos no pararíamos de correr tras él.

Hasta aquí espero que estemos claros que Dios y Jesús nos quieren a su altura, por su gracia y misericordia; no por nuestros méritos personales; sino por su inmenso amor. Dios no quiere hijos que no representen su gloria y perfección; claro que los medios son su gracia, por medio de la fe. Acá en la tierra, es que tenemos que avanzar para cumplir este llamado en Cristo; por eso se hace imprescindible su gracia, su poder y en nosotros el desechar lo que no sirve y sólo agrega peso en la carrera.

SEGUNDO: DIOS NOS QUIERE HACER PARTICIPES DE SUS RIQUEZAS ETERNAS, NOS QUIERE DAR HERENCIA ETERNA JUNTO A SU HIJO.

Acá rompemos el segundo paradigma, el hombre en la carne no puede llevar nada de esta tierra; ¿será así con los hijos de Dios?
No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón. (Mat 6:19-21)
Claramente la voluntad de nuestro Señor es que nos hagamos tesoros en los cielos; es decir, primero vemos que es posible hacerlos (si así no lo fuera Jesús nunca lo habría dicho); y segundo es la voluntad de nuestro Señor que así sea; que hagamos tesoros en el cielo, antes que en la tierra. Y por último, es hoy en este planeta que tenemos este llamado, y no después.

Ahora, es muy claro que este tesoro no es alcanzable por los medios de la carne; sino por el poder de Dios en nosotros; sino recuerda lo del joven rico, que sustentado en su esfuerzo personal se tuvo que retirar derrotado; ya que falló en el primer paso, que es reconocer en Cristo a Dios encarnado. Y como dijo Jesús para el hombre es IMPOSIBLE, pero para DIOS todo es posible; pero nuestra confianza debe ser en El y no en las riquezas ¿cómo lo alcanzamos? Por la fe, nuevamente.

Entonces Jesús, mirándole, le amó, y le dijo: Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz. Pero él, afligido por esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones. Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: ¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas! Los discípulos se asombraron de sus palabras; pero Jesús, respondiendo, volvió a decirles: Hijos, ¡cuán difícil les es entrar en el reino de Dios, a los que confían en las riquezas! Más fácil es pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios. Ellos se asombraban aun más, diciendo entre sí: ¿Quién, pues, podrá ser salvo? Entonces Jesús, mirándolos, dijo: Para los hombres es imposible, mas para Dios, no; porque todas las cosas son posibles para Dios. (Mar 10:21-27)

Hasta aquí tenemos claro que el hombre natural o carnal no puede alcanzar la vida eterna, no puede tener gloria eterna y nada de este mundo se puede llevar… ¡está condenado!…

Y también hasta aquí entendemos, que un hijo de Dios tiene vida eterna en Cristo, esta llamado a la santidad y perfección eterna, y está invitado a acumular tesoros en el cielo.
¡Tenemos las puertas del cielo abiertas!

¿NO ES UNA GRAN NOTICIA?
SI LO ES, ESO SE LLAMA EVANGELIO.
¡BUENAS NOTICIAS PARA LA HUMANIDAD!

Bueno precisamente para eso Dios establece hombres que lo sirven, y ayudan a todo hombre a alcanzar estas preciosas cosas y promesas; esos hombres son los ministros de Dios, es decir, siervos de Dios; y los principales de ellos son los apóstoles. También existen, los maestros, pastores, evangelistas y profetas; cuyo trabajo es precisamente construir o edificar la iglesia; es decir, nosotros los hijos de Dios y hermanos de Jesús. Es su trabajo presentar a todo hombre perfecto ante Dios y por eso se esfuerzan día y noche con la gracia de Cristo.

Veamos lo que dice el apóstol Pablo al respecto…
…a quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria, a quien anunciamos, amonestando a todo hombre, y enseñando a todo hombre en toda sabiduría, a fin de presentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre; para lo cual también trabajo, luchando según la potencia de él, la cual actúa poderosamente en mí. (Col 1:27-29)

El propósito de los ministros (siervos) de Dios, es precisamente por amor a Dios y los hermanos; construir (edificar) el templo de Dios, que somos todos nosotros su iglesia. Es lograr que los hermanos alcancen la madurez espiritual, la estatura a la cual fueron llamados en Cristo. Los ministros de Dios no son una dinastía especial a la cual se debe servir (si lo haces por amor está muy bien); sino que son hermanos que han recibido el ministerio del Señor Jesús, y ante él deben dar cuentas de su administración; ellos mismos están para servir por amor; y nosotros a los verdaderos ministros del Señor debemos escuchar y obedecer, con la gracia de Dios. Eso no significa, sometimiento humano, sino mutuo sometimiento entre todos los hermanos en Cristo. Que es la forma en que funciona el cuerpo de Cristo. Los verdaderos pastores, como dice la escritura, están dispuestos a dar sus vidas por las ovejas, los asalariados huyen ante el peligro. Por eso Pablo trabajaba y luchaba según la potencia de Cristo en él, la cual actuaba poderosamente en él. Es Cristo en esos hombres los que nos apacientan, y no como muchos lobos vestidos de ovejas, que nos quieren hacer sus rebaños por ganancia deshonesta y gloria personal, adulterando el evangelio que no creen ni entienden.
Bueno estas cosas debemos pedirlas a Dios para nuestra edificación, que forme entre nosotros hombres según su corazón, instrumentos útiles en su preciosa obra. Amen.

Antes de seguir, el titulo del mensaje dice “Edificación y herencia”; es precisamente de esa forma como resumí lo que viene por delante de la salvación y recibir a Cristo; es que seamos en forma individual y colectiva edificados a la estatura de Cristo y que podamos recibir riquezas eternas junto con todos los santos; de eso se trata lo que nos queda por delante en la carrera; se trata de edificación y herencia; es decir, es llegar a SER y TENER eternamente según la voluntad de Dios y su amor. Ya que sin amor, no alcanzaríamos NADA y no llegaríamos a ser NADA. Esto se alcanza acá, en esta vida; no esperes cosechar algo si no has plantado nada; y según sean tus siembras será tu cosecha. NO esperes y dejes para más adelante las oportunidades que Dios te da HOY, no deseches ni desprecies este tremendo llamado; ya que como tú sabes Dios no se agrada de ello; sino que se agrada que le creamos y le demos gracias por tanto que nos ha dado en su Hijo; y con humildad pidamos que todas estas cosas las podamos entender como debemos hacerlo, por su gracia y revelación.

Mira, si leemos juntos esta sección de Hechos de los Apóstoles (cuando se formó la iglesia en Jerusalén), notaremos ciertos detalles importantes que nos pueden mostrar un poco más de este llamado en Cristo y de la forma de alcanzarlo, veámoslo juntos:



Hechos 6:1-8
(1) En aquellos días, como creciera el número de los discípulos, hubo murmuración de los griegos contra los hebreos, de que las viudas de aquéllos eran desatendidas en la distribución diaria.

Primero nota que lo que crecía es el número de los discípulos, es precisamente esto la voluntad de nuestro Padre y Señor, "haced discípulos"; pero un discípulo empieza pequeñito y debe tener un desarrollo durante esta carrera, hasta un final establecido por Dios.

Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén. (Mat 28:19-20)

Un discípulo es un aprendiz que debe ser enseñado por un maestro, hasta llagar a una estatura deseada final (estatura de un varón perfecto, la estatura de Cristo). Un discípulo no se hace sólo a sí mismo; sino que el Maestro (Cristo) es quien nos enseña todas las cosas por medio de su Santo Espíritu; y por los vasos que él prepara para ello. Un discípulo no es trabajo de unos pocos días, sino de años con su Maestro y las 24 horas del día; en eso estamos hoy; siendo preparados y enseñados por nuestro Maestro; ahora esto es en libertad; cada uno valorará este llamado en forma personal y rendirá su vida a ello o no. Los que no lo hagan ¿Con que quedarán al final del tiempo?

El discípulo no es superior a su maestro; mas todo el que fuere perfeccionado, será como su maestro. (Luc 6:40)
Es eso lo que necesitamos, ser perfeccionados…


(2) Entonces los doce convocaron a la multitud de los discípulos, y dijeron: No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios, para servir a las mesas.

Mira la importancia de la palabra de Dios, que no debe ser postergada. Los doce apóstoles ya lo tenían muy claro y esa era su principal actividad, en medio de los discípulos, predicar la palabra de Dios. Muchos creen que la palabra de Dios es para los de fuera de la iglesia; lo es pero en su primer llamado al arrepentimiento para con Dios, y de la fe en nuestro Señor Jesucristo. Luego todo lo grueso de ella, es para los discípulos, es decir, a la iglesia (los que creen y siguen a Jesús); el anuncio del evangelio del Reino de Dios. Hoy mucho esfuerzo se hace en lo primero, y prácticamente se desconoce lo segundo; y sin lo segundo no hay edificación ni herencia (se trunca el SER y el TENER eternos juntos con Cristo). Por favor velo, en lo que Pablo exhorta a los ancianos de la iglesia, antes de su partida a Jerusalén, Pablo encomienda a los hermanos a Dios y a la palabra de su gracia; y les exhorta que velen…

Por tanto, velad, acordándoos que por tres años, de noche y de día, no he cesado de amonestar con lágrimas a cada uno. Y ahora, hermanos, os encomiendo a Dios, y a la palabra de su gracia, que tiene poder para sobreedificaros y daros herencia con todos los santificados. (Hechos 20:31-32)

Mira como Pablo durante tres años de noche y de día no ha cesado de amonestar a los hermanos, no ha cesado de predicar y enseñar el evangelio; incluso con lágrimas, es decir, con amor sincero. Pero Pablo una vez que se retira por voluntad de Dios, tiene muy claro; que para que los hermanos puedan seguir al final de la carrera, es decir, puedan llegar a la meta de lo prometido y llamado; los encomienda a dos cosas 1º DIOS. 2º Palabra de su gracia. Primero Dios, ya que sin él no hay nada, es IMPOSIBLE. Segundo a su palabra, es decir la palabra de Dios; y específicamente, la palabra de su gracia, es decir, de lo que Dios puede hacer en nosotros y darnos por su gracia, por medio de la fe en Cristo. Hermanos, no hay forma de alcanzar las promesas, no hay forma de ser edificados y de heredar de Dios, sin el medio de su PALABRA (si Dios así lo permite). ¿Ves la importancia de la Palabra de Dios en nuestras vidas y como a través de ella, Dios nos edifica y nos da herencia eterna? Recuerda muy claro primero DIOS, segundo la palabra de su gracia; el lógos de su gracia; es decir, la gracia de Cristo en nosotros. La palabra entendida y revelada en nuestras almas, que es una palabra que empieza como una verdad lógica y racional; y luego toma el carácter de espíritu y vida en nosotros.

Debemos pedir al Padre por medio de su amado Hijo que nos de su Palabra, y que no haya sequía en nuestros corazones, sino que corran ríos de agua viva, como debe ser por medio de la fe. Amen.


(3) Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de este trabajo.

Nota que dentro de la iglesia, todos los trabajos de servicio deben ser realizados por hombres con buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y sabiduría; son tres requisitos imprescindibles para poder servir dentro de la voluntad de Dios. El buen testimonio se alcanza por la vida de Cristo madurando en nosotros. Ser llenos del Espíritu Santo, se alcanza con oración y fe. Y la sabiduría se alcanza, una vez que se desecha la sabiduría carnal y humana, para aprender de él todas las cosas nuevas. Estos tres requisitos se logran por medio de su gracia en nosotros.


(4)Y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra.

Ahora, queda muy clara la función y servicio de los apóstoles (y de todo siervo competente de Dios); la oración y el ministerio (servicio) de la palabra. Pueden haber hecho muchas otras cosas, pero lo primero es la oración y la palabra. ¿Porque? Pues sin ello no hay edificación, no hay crecimiento, se estanca la fe y no se produce nada en el universo espiritual del Reino de Dios. Sin oración y sin Palabra, sólo quedamos al nivel de una religión más del mundo. Nota también que para no descuidar este servicio, ellos debieron postergar o delegar otras actividades, que por cierto pueden ser muy importantes y licitas de llevarse acabo. Pero hay un orden de prioridades, primero la oración (recuerda 1º Dios), y segundo, el servicio de la Palabra de Dios (sea para hacer discípulos como para hacer crecer los discípulos).


(5) Agradó la propuesta a toda la multitud; y eligieron a Esteban, varón lleno de fe y del Espíritu Santo, a Felipe, a Prócoro, a Nicanor, a Timón, a Parmenas, y a Nicolás prosélito de Antioquía;

Fíjate las dos características de Esteban; lleno de fe y del Espíritu Santo. NO se puede ser lleno del Espíritu Santo sin ser lleno antes de fe; recuerda que por medio de la fe, recibimos el Espíritu Santo; es por medio de la fe que movemos el mundo espiritual, y por consecuencia el mundo material.

Jesús les dijo: Por vuestra poca fe; porque de cierto os digo, que si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará; y nada os será imposible. Mat 17:20

Si se puede ser lleno de fe y del Espíritu Santo; también se puede ser escaso en fe y del Espíritu Santo...piénsalo. Llenemos nuestras vasijas de aceite, seamos llenos del Espíritu Santo.


(6) a los cuales presentaron ante los apóstoles, quienes, orando, les impusieron las manos.

Fíjate que esta actividad tan simple de servir las mesas, era hecha por personas consagradas...
Este mismo Felipe, después de varios años llegó a ser evangelista; incluso sus hijas profetizaban; mira como hay un desarrollo en los hermanos si se mantienen en el Camino, incluso en sus familias se producen hermosos frutos y servicios... Al otro día, saliendo Pablo y los que con él estábamos, fuimos a Cesarea; y entrando en casa de Felipe el evangelista, que era uno de los siete, posamos con él. Este tenía cuatro hijas doncellas que profetizaban. (Hechos 21:8-9)

(7)Y crecía la palabra del Señor, y el número de los discípulos se multiplicaba grandemente en Jerusalén; también muchos de los sacerdotes obedecían a la fe

"Y crecía la palabra del Señor", ¿cómo? ¿Puede crecer la palabra de Dios?; efectivamente crecía la palabra del Señor; es decir, no fue una decisión en la carne de los apóstoles en encargar a otros hermanos en las cosas prácticas; para que ellos pudieran ministrar a la iglesia en la palabra a tiempo completo. Por lo tanto, crecía la palabra del Señor y el número de los discípulos se multiplicaba, incluso los sacerdotes que muchas veces despreciamos, se iban incorporando... Se estableció el orden correcto en la voluntad de Dios, y el resultado fue "crecía la palabra del Señor", eso es lo que hoy necesitamos hermanos; que crezca la palabra de Dios entre nosotros, que tiene poder para edificarnos y darnos herencia con todos los santos; si Dios así lo permite…Si hay algo que hoy nos estorba en recibir la palabra de Dios, ¿Qué debemos hacer? Obviamente, ella debe ser nuestra principal prioridad, ya que tiene el poder de EDIFICARNOS y darnos HERENCIA (SER y TENER eternamente junto a Cristo). Danos Padre nuestro pan de cada día, y no sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios…Debemos desear, como dice Pedro, la leche espiritual no adulterada; y no sólo leche sino el alimento sólido, que para cada edad de crecimiento necesitamos; para poder crecer en El, y heredar con todos los santos, todas las cosas. A ti único y sabio Dios, y a tu Hijo Jesucristo nuestro Señor y Salvador, sea la gloria, el poder, la honra, la alabanza, la potencia, la sabiduría, la inteligencia, antes de todo tiempo, ahora y por todos los siglos de los siglos. Amen.


(8) Y Esteban, lleno de gracia y de poder, hacía grandes prodigios y señales entre el pueblo.

Fíjate, que no es necesario ser apóstol, para ser llenos de gracia y de poder...

¿De que se trata esto de edificación y herencia?
Mira la verdad del tema se puede explicar en forma sencilla de la siguiente manera:

En el mundo natural, los hombres nacen, crecen y pueden acumular riquezas en la tierra, se desarrollan en sus capacidades humanas, pero al final de sus días; no se pueden llevar nada de lo que acá acumularon o la gloria que lograron no los seguirá. Los hombres llegan en forma horizontal a esta tierra como bebés y se van en forma horizontal dentro de un cajón la mayoría de los casos (según las costumbres particulares de cada cultura).

En el mundo Espiritual del Reino de Dios; las cosas no son así; en este Reino los hombres primero nacen en lo natural; y son llamados hoy a nacer de nuevo en el mundo Espiritual; cuando nacen de nuevo del Espíritu Santo; se abren dos posibilidades u oportunidades para estos nuevos hombres; posibilidades que no tienen los hombres naturales, mientras no nazcan de nuevo de la voluntad de Dios, es decir, se arrepientan y crean en Jesús.

La primera oportunidad es ser edificados en lo personal y colectivo, con edificación eterna a la estatura del Hijo de Dios; es decir, Dios quiere desarrollarnos como personas según su buena voluntad a la estatura de un varón perfecto, es decir, Cristo. Para ello es necesario desechar lo antiguo (cruz), para que Dios pueda edificarnos (construirnos) con materiales que son eternos, es decir, no perderemos nunca en la eternidad lo que Dios nos edifique acá en esta vida (recuerden que la iglesia somos nosotros, y el propósito de Dios es edificar su iglesia). Esta edificación comienza sobre el fundamento que es Cristo mismo, ya que lo que viene encima es algo tremendamente grande como para que haya otro fundamento que lo pueda resistir (los constructores e ingenieros entenderán). No hay ningún fundamento tan sólido como Cristo, como para sostener lo que Dios edifica en nosotros; en semejanza a su Hijo, y por su gracia.

La segunda oportunidad es que Dios nos quiere hacer sus herederos, es decir, ya no corre sobre nosotros eso de que nada nos llevamos de esta tierra (por eso Jesús nos enseño a acumular tesoros en los cielos). Dios nos quiere hacer sus herederos, y quiere que heredemos todas las cosas; pero para ello debe prepararnos, antes de dejar en nosotros tan grande y majestuosa herencia (imagínense ser heredero de Dios, si es que lo pueden imaginar…). No podremos heredar, si no alcanzamos la estatura mínima de poder ser hallados fieles y dignos (por su gracia y misericordia) de la herencia; ya que Dios no hace acepción de personas.

En el Reino de Dios, los dos axiomas del mundo natural que ya no son válidos; ya que en el mundo natural se pierde todo lo que uno llegó a ser en la carne después de la muerte; y además, nuestra muerte nos separan para siempre de nuestras riquezas en la tierra. En el Reino de Dios, no es así; sino que nos da la posibilidad de ser edificados para la eternidad y gloria eterna junto a su Hijo Jesús; y nos hace herederos de toda la creación por siempre.
Por eso evangelio significa buena nueva, es decir, buena noticia para toda la humanidad… Los faraones quisieron saber esta noticia y murieron y no lo supieron, los reyes quisieron saber esta noticia y murieron y no lo supieron, todos los hombres quisieran oír esta noticia y cuando la oyen muchos no creen; pero otros la reciben con gran gozo y alegría…

Mira no me puedo imaginar una noticia mejor para la humanidad, si trato de imaginar algo mejor no lo puedo lograr…Sólo nos queda agradecer, alabar a nuestro Dios y Salvador; y obedecer con reverencia a su Majestad de las alturas…y pedir que nos abunde en sus Palabras de gracia. Amen.


¿Y cual es el medio que Dios utiliza para edificarnos y darnos herencia?

Ustedes ya lo saben; por medio de su palabra de su gracia, si Dios así lo permite.

Un abrazo a todos; y sólo me queda en mi interior la carga de hacer una oración juntos, a nuestro Padre en el nombre de su Hijo, nuestro Salvador y Señor; para que nos de de su Palabra que la necesitamos día a día, ya que sin ella no conseguimos añadir ni un solo codo a nuestra estatura espiritual, ni obtendremos un centavo de herencia en los cielos; y también pedir, por hombres que sean instrumentos de Dios entre nosotros que sean un medio de verdadera ministración en la verdad por amor, para la edificación de su iglesia. Amen.


Un abrazo a todos,

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