Hoy quiero compartir con ustedes, un tema que
muchas veces no está muy claro; me refiero a la condenación de algunos
hombres, bajo el justo juicio de Dios.
Primero quiero citar lo siguiente: Porque no envió
Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo,
sino para que el mundo sea salvo por él. (Juan 3:17)
El propósito de Dios al enviar a
su Hijo al mundo NO FUE CONDENAR AL MUNDO, sino al contrario, que el MUNDO SEA
SALVO POR SU HIJO. Esto debe ser muy claro, Dios no quiere condenar a nadie;
ese es el principio de todo; Dios se mueve por amor al mundo, al enviar a su
Hijo Unigénito.
Lo vemos claramente en la
siguiente expresión: Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda,
mas tenga vida eterna. (Juan 3:16)
Ahora, teniendo claro el
propósito de Dios, y entendiendo que Dios es amor, ¿Por qué hay hombres que se
condenan? Lo que veremos es que es una decisión de aquellos hombres, esas
personan no quisieron ser salvos, es decir, prefirieron el error que la verdad.
Veámoslo en el siguiente texto: Y esta es la condenación: que la luz vino
al mundo, y los hombres amaron más las
tinieblas que la luz, porque sus obras
eran malas. Porque todo aquel que hace lo malo,
aborrece la luz y no viene a la luz,
para que sus obras no sean reprendidas. Mas el que practica la verdad
viene a la luz, para que sea manifiesto
que sus obras son hechas en Dios.
(Juan 3:19-21)
El apóstol Juan nos enseña que
la condenación, es justamente, que la luz vino al mundo (y ya está en el
mundo); y aquellos hombres que ven la luz, pero huyen de ella, porque sus obras
son malas (para que la luz no descubra sus realidades), al huir de la luz y
preferir la oscuridad, ellos mismos están rechazando la salvación, es decir, prefieren
la ignorancia y el error en sus vidas, antes que el conocimiento y la verdad,
que los puede salvar. Salvación que no puede ocurrir si el hombre antes no
quiere reconocer su error, es decir, reconocer que sus realidades son
reprobadas por Dios y querer cambiar esa situación. Más quienes hacen las cosas
en Dios, es decir, en la manera de tener una buena conciencia ante el Eterno,
se acercan a la luz, es decir, se acercan al conocimiento de Dios, por medio de
Su Hijo Jesucristo.
Quienes prefieren su “buena fama
temporal” antes de la verdad, se quedarán con su “buena fama”, pero la verdad
se manifestará, y ellos serán finalmente expuestos a la luz de la verdad (y esa
buena fama resultará en vergüenza); es un pésimo negocio, prefieren la gloria
temporal que puedan tener producto de las tinieblas (el error producto de la ignorancia
y engaño), que la vida eterna producto de seguir la verdad; ya que no creen a
Dios ni le consideran realmente, de hecho lo niegan con sus mismas obras (no digo que no puedan ser "religiosos").
¿Cómo ocurre todo esto?
Hay una capacidad fundamental en
el hombre que todos la tienen, sin excepción de personas; esa capacidad es la
capacidad de creer. Cuando la Biblia habla de fe y creer, habla de la misma
palabra (en el nuevo testamento en griego es pístis, y su derivado pisteúo ). De esa capacidad que todos tienen (la de
creer), Dios la utiliza como medio para la salvación; y a su vez es el medio para la
condenación. Esto que estoy diciendo, creo que es nuevo para ti, de hecho más de
alguno pensará que estoy diciendo herejías, pero no es así; me explico un poco
más. Cuando la Biblia habla de incrédulos, habla de hombres que no creen a la
verdad, y cuando habla de creyentes se refiere a quienes creen a la verdad. No
es que los incrédulos no crean en nada y así mueran, eso no es así, los incrédulos
(a quienes se le ha presentado la verdad y no la han recibido, por no creer a
la verdad, están expuestos a creer la mentira, y recibir el fruto de creer al
error producto del engaño).
Veamos el siguiente ejemplo: Porque ya está en acción el misterio de la iniquidad; sólo que hay quien al presente lo
detiene, hasta que él a su vez sea
quitado de en medio. Y entonces se manifestará aquel inicuo, a quien el Señor matará con el espíritu de su
boca, y destruirá con el resplandor de
su venida; inicuo cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios
mentirosos, y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por
cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos. Por esto Dios les
envía un poder engañoso, para
que crean (pisteúo) la mentira, a fin de que sean condenados todos los que no
creyeron a la verdad, sino que se
complacieron en la injusticia. (2Tesa 2:7-12)
En el texto anterior, puedes ver que quienes no reciben el amor de
la verdad, antes dame unos segundos para recalcarlo; EL AMOR DE LA VERDAD, es
maravilloso, como no es que estos hombres no hayan recibido sólo la verdad a
secas, sino que no han recibido el amor de la verdad, esa ternura y
misericordia de la verdad que los invita a ser salvos, ellos la desprecian.
Desprecian el amor de la verdad que los quiere eternos, los quiere plenos y
perfectos en armonía en Dios; ellos desprecian ese amor y Dios envía entonces un poder
de error (engañoso); ya que no quisieron recibir el amor de la verdad, la
invitación a la vida; y prefirieron el error y permanecer tal como están. Dios sólo les da lo que puedan elegir.
Ahora puedes ver que los hombres
que se condenan, también son “creyentes”, son creyentes eso si, del error y
engaño; es decir, el poder engañoso es enviado por Satanás, a quien quedan
expuestos, al no recibir el amor de la verdad; por su propia voluntad. Lo
anterior no significa que sean religiosos, sino que todos los hombres tienen la
capacidad de creer, eso viene de la naturaleza Adánica del hombre, la
naturaleza nos dio la capacidad de creer, la diferencia es EN QUIEN CREEMOS. ¿Creemos
a la Luz de Dios o alguna otra cosa contraria a la Luz?
Todos los hombres pueden ser
salvos por medio de la capacidad de creer, y por ese mismo creer pueden recibir
la condenación, la diferencia está en el objeto del creer; si es en el amor de
la verdad; o en un engaño, que no descubre el propio error temporalmente (sino que lo oculta).
De hecho Adán cayó por no creer
a la verdad, cuando Dios le advirtió que no comiera del aquel árbol (puedes
verlo aquí); y creyó la mentira de Satanás. Ahora, el medio es el mismo ¿a quién
creemos? La respuesta a esta pregunta, no situará en la vida eterna, o en la
condenación eterna (lo mismo puedes verlo en Romanos capitulo 1, como los hombres reciben de sus propias decisiones).
Para darle mayor claridad al
tema, veremos cómo lo anterior cuadra con la parábola del trigo y la cizaña,
que Jesús nos enseñó:
Les refirió otra parábola, diciendo: El reino de los cielos es semejante
a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras dormían los
hombres, vino su enemigo y sembró cizaña
entre el trigo, y se fue. Y cuando salió
la hierba y dio fruto, entonces apareció
también la cizaña. Vinieron entonces los siervos del padre de familia y le
dijeron: Señor, ¿no sembraste buena
semilla en tu campo? ¿De dónde, pues,
tiene cizaña? El les dijo: Un enemigo ha hecho esto. Y los siervos le
dijeron: ¿Quieres, pues, que vayamos y la arranquemos? El les dijo:
No, no sea que al arrancar la
cizaña, arranquéis también con ella el
trigo. Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a los
segadores: Recoged primero la cizaña, y
atadla en manojos para quemarla; pero
recoged el trigo en mi granero. (Mat 13:24-30)
Vemos en la parábola que primero
se siembra la buena semilla, es decir, la semilla de la verdad, luego donde la
semilla no es recibida, es sembrada la semilla del engaño. La verdad producirá
buen fruto (trigo), el engaño producirá mal fruto (cizaña). De esta manera se
hacen los hijos de Dios, aquellos que son sembrados por la buena semilla (el
Hijo de Dios), y se hacen los hijos del diablo, aquellos que son sembrados por
la mala semilla, el engaño del diablo (que no recibieron la buena semilla).
Concluimos, que la condenación
es una opción del hombre, cuando ama más el error que la verdad, cuando no
quiere tener un cambio en su vida, y niega toda posibilidad de ser expuesto en
su verdadera realidad ante Dios, y no recibe su amor. También vemos, que al
contrario de la condenación está la salvación, que se recibe cuando alguien ama
la verdad, cuando sus obras no necesariamente son buenas, pero son hechas en
Dios, es decir, son hechas considerando a Dios, teniéndolo en cuenta; ellos
reciben la luz, para ser salvos. También, concluimos, que el medio para la
salvación y la condenación es el mismo, la capacidad de creer del hombre, o
cree a la verdad o a la mentira; de esa decisión se verán los frutos eternos.