Señor dame de tu gracia para
expresar correctamente el mensaje que pones en mi corazón, tu sabes que en mí
mismo no es posible, pero con tu gracia todo es posible en ti, en tus manos llego
a ser un instrumento limpio, útil y apropiado para tu gloria y libertad de
muchos cautivos, amen.
El Señor dijo:
Vosotros sois la sal de la tierra; y si la sal se perdiere su
sabor ¿con qué será salada? No vale más para nada, sino para ser echada fuera y
hollada por los hombres. Mateo 5:13
El Señor dice a sus
seguidores (discípulos, hoy día llamados cristianos) “Vosotros sois la sal de la tierra”, antes que nada debemos
entender que el principal propósito que tiene la sal en esta parábola, es dar
SABOR a la tierra (no como en algunas interpretaciones que lo cambian por
preservar los alimentos, claramente habla del sabor de la sal el verso); el propósito de
la sal es dar sabor a toda la masa (mayoría), siendo esta (la sal) de una muy menor
proporción y cantidad que la masa a salar. Como dije, cuando el Señor nos
asemeja a la sal, está comparando la capacidad de la sal a dar sabor a toda la
masa (tierra), que sin ella no tendría ningún sabor, ¿y qué pasa si la sal
pierde su sabor? Bueno, no es útil para nada y es pisoteada por los hombres.
Ser sal significa ser de un
sabor diferente a toda la masa que te rodea, y en la prueba ese sabor debe sazonar,
es decir, debe notarse esa diferencia con el resto; ese sabor salado no dice que es de gusto de todos, de hecho ese sabor es agradable a Dios, pero puede ser muy
desagradable, para el enemigo, para el mundo y para la carne.
Porque todo hombre será salado con fuego, y todo sacrificio será
salado con sal. (Mar
9:49)
Toda ofrenda o sacrificio a
Dios debe ser salado, y sin sal; NO LE ES AGRADABLE.
Y sazonarás toda ofrenda de tu presente con sal; y no harás que
falte jamás de tu presente la sal de la alianza de tu Dios; en toda ofrenda
tuya ofrecerás sal. (Lev
2:13)
No se trata de hacerse el
diferente uno mismo (eso no tiene valor), sino que hay cosas que los cristianos
no podemos transar, y cuando las transamos, somos inútiles al Señor, y la
sentencia es que los hombres nos pisotean (sin utilidad ni para Dios ni valor
para el mundo).
Son palabras fuertes, pero
verdaderas; si la sal deja de dar su sabor ¿Con que la salaremos? Nuestra sal
es Cristo en nosotros, si lo dejamos de expresar con fidelidad, y prefiriendo caer
bien o agradar a los hombres, a las jerarquías religiosas y/o al mundo, antes
que a Dios, ¿Con que nos salaremos? Nos hacemos inútiles en las manos de Dios;
y lo que es peor, lo que tratamos de evitar con nuestra actitud tibia, nos viene de todas maneras,
somos pisoteados por los hombres (esta es una ley del reino de Dios).
Cuando por el contrario, nos
sobreponemos en el Señor al qué dirán, a nuestros temores, a guardarnos a nosotros
mismos, a inclinarnos ante el mundo y su rey; y expresamos fielmente al Señor en fe, esperanza y amor; a costa incluso de nuestra propia vida; nos hacemos útiles en sus manos,
salamos la tierra (la hacemos agradable) y el Señor nos liberta de todos
nuestros enemigos; nos pone en alto, donde no nos pueden pisotear.
Ejemplos tenemos de sobra en
la Biblia, el caso de Moisés que nunca se arrodillo ante Faraón, siendo este
soberano absoluto de su tiempo, teniendo la supremacía en la carne como para
cortarle la cabeza por su “falta de respeto”; pero Moisés no se inclinó, lo mismo
ocurrió con José que no se inclinó al pecado, y lo mismo con Daniel, con David,
con Abraham, con Mardoqueo, con los profetas, etc.; y con nuestro Señor
Jesucristo; que no doblo sus rodillas ni al enemigo, ni al sistema político-religioso
del mundo con toda su gloria, ni ante su carne. Fue una ofrenda siempre
agradable ante Dios, salada con sal y probada por el fuego.
Si la sal pierde su sabor…
¿para qué es útil? No tiene utilidad en las manos de Dios; no dice que Dios
deja de amar a esa persona, pero ciertamente no le es útil y agradable su acción;
porque la fe produce valentía; y la tibieza desagrado al Señor. ¿Alguna
posibilidad para el que falló? Ciertamente que si, el arrepentimiento ante él
de corazón, que su sangre nos limpia de todo pecado, y en la próxima
oportunidad que nos de: testificar con valentía de la fe que pude salvar a todo
hombre y la humanidad; de la fe del Hijo de Dios, que no estimó como preciosa
su propia vida, por agradar a Dios y salvarnos a nosotros, ¿Cómo nosotros no
corresponderemos de igual manera? En fe, en esperanza y en amor, seguimos sus
pasos, sin valorarnos más a nosotros mismos que a Aquel que nos redimió, nos dio
vida juntamente con él y nos abrió un Camino al Padre; ya que el que no
renuncia sí mismo y toma su cruz, no pude seguirlo; sin fe es imposible.
Pero los que le creemos a
Dios y seguimos el Camino, estamos de pie ante el enemigo, de pie ante el mundo
y de pie ante nuestra carne (no doblamos nuestras rodillas ni al mundo, ni al
enemigo, ni a nuestra carne); en su poder, gracia y fortaleza nos afirmamos día
a día, y avanzamos a la meta como soldados valientes y útiles del Padre eterno
y su Hijo (porque poderoso es quien nos llamó); en su gracia somos útiles a sus propósitos eternos y obras de
justicia, y día a día no nos estimamos más de lo que realmente somos; y
avanzamos por este nuevo Camino que nos lleva
a las alturas eternas, para gloria eterna con El, que Es desde el
principio. Amén Tuyo es el reino, el poder y la gloria por siempre Señor.
Aleluya y amén.
Dale sabiduría y entendimiento a tu pueblo; para que pueda entender y expresar tu gloria; y perdónanos nuestras fallas. Amén.