Es un agrado y privilegio para mí, el poder compartir con ustedes esta historia Bíblica de cómo Jesús limpia a diez leprosos. Espero podamos ver en ella un gran ejemplo de lo que el Señor nos quiere enseñar hoy… pero antes, leamos la historia de estos diez hombres escritas en el evangelio de Lucas:
Lucas 17:11-19 Aconteció que al proseguir hacia Jerusalén, pasaba por medio de Samaria y Galilea. (12) Y entrando en una aldea, le salieron al encuentro diez hombres leprosos, los cuales se pararon a cierta distancia, (13) y alzaron la voz, diciendo: ¡JESÚS, Maestro, ten misericordia de nosotros! (14) Cuando los vio les dijo: ¡Id, mostraos a los sacerdotes!
Y aconteció que mientras iban, fueron limpiados. (15) Entonces uno de ellos, viendo que había sido sanado, regresó glorificando a DIOS a gran voz, (16) y cayó sobre su rostro a sus pies, dándole gracias (y él era un samaritano). (17) Respondiendo entonces JESÚS, dijo: ¿No fueron diez los limpiados? Y los nueve, ¿dónde están? (18) ¿No se halló quien regresara para dar gloria a DIOS, sino este extranjero? (19) Y le dijo: ¡Levántate y vete, tu fe te ha salvado!
Vemos en esta historia como diez hombres que sufrían de lepra claman a Jesús para que tenga misericordia de ellos; Jesús les ordena que vayan a mostrarse a los sacerdotes, pues debemos recordar que era el sacerdote el encargado de ver si la lepra era ya limpia en un hombre o no (Ver Levítico capítulos 13 y 14).
Estos diez hombres le creyeron a Jesús, y motivo de esa fe, fueron sanados (nosotros podemos ver esa fe, en la obediencia a la orden de Jesús de ir a presentarse a los sacerdotes; pues si no hubieran creído, no hubieran obedecido y no habrían sido sanados).
Luego uno de los diez al verse sanado, ¡regresó a Jesús glorificando a Dios a gran voz!!! Es increíble cómo los otros nueve siguieron de camino a los sacerdotes a cumplir el rito establecido en la ley, y no vieron que el verdadero sacerdote esta frente a ellos (y mejor que un sacerdote pues es el sumo sacerdote ver Hebreos 4:14). Sólo uno de los diez, pudo ver en Jesús al verdadero sumo sacerdote, y se postra a sus pies dándole las gracias. Vemos como los otros nueve hombres, cumplen el rito al pie de la letra, y como tan sólo uno de ellos (un samaritano) ¡ve la realidad (verdad) de lo que está ocurriendo, se postra y da gracias a Quien tiene en frente!!!
Jesús pregunta por los otros nueve que han sido sanados ¿Dónde están?; la respuesta es triste, están sanos en sus cuerpos pero aún tienen sus corazones endurecidos y no ven al verdadero sacerdote en frente de ellos; ellos van tras el rito de la ley; y no tras la realidad (verdad) que es en Cristo Jesús.
Fue el extranjero, el samaritano; el de menor mérito en su carne, que regresó y le dio gloria a Dios y reconoce en Jesús más que un hombre; su corazón lo lleva a postrarse y dar gracias.
¡Levántate y vete, tu fe te ha salvado! Le dice Jesús, estas son las palabras más importantes ahora para este hombre, ya no sólo ha sido sanado, sino que por medio de su fe, fue salvado. Como vemos, sólo este hombre fue salvo por su fe; los otros nueve se van con sus cuerpos sanos, ¡pero aún no han experimentado la salvación!!!, pues NO LO HAN VISTO.
¡Levántate y vete, tu fe te ha salvado! Le dice Jesús, son las palabras del Sacerdote Supremo al leproso, son las palabras del Sacerdote Supremo al pecador; pues es el sacerdote quien declara limpio al leproso, y vemos como Jesús aquí declara limpio al pecador por mérito de su fe (Ver Levítico capitulo 13).
¿No te parece sorprendente como Jesús les da a esos diez hombres una orden literal con respecto a la ley (el presentarse a los sacerdotes) y como sólo uno de ellos que obedeció a dicha orden, pudo ver realmente la ley espiritual de Dios, que lo llamó a dar gracias y postrarse ante el verdadero Sumo Sacerdote, aparentemente desobedeciendo la ley de Moisés?
¿No te parece que hoy pasa lo mismo con muchos cristianos, e incluso con nosotros mismos?
¿Como muchas veces estamos tras el rito repetitivo y lejos del Espíritu del rito; como en la boca estamos cerca de Dios, pero lejos de corazón?
Conclusión: ¡Diez leprosos, diez sanados y sólo uno de ellos fue salvado por su fe!!! Nueve sanos que siguen el rito, pero con un corazón duro para con Dios; un extranjero y de menor mérito, pues es samaritano; ¡descubre Su Presencia y se postra a sus pies y da gracias!!!
¡Levántate y vete, tu fe te ha salvado!, levántate y vete que tu fe te ha salvado; ya no es necesario ir al sacerdote terrenal, ya no es necesario el rito; has visto la realidad (verdad); lo has visto a Él. El rito estaba para conducirte a la realidad, para despertar tus sentidos a la verdad; la ley está puesta para conducirnos a Cristo, y su fin es Cristo.
Porque el fin de la ley es CRISTO, para justicia a todo el que cree. (Romanos 10:4)
Se ven diez hombres que recibieron el beneficio temporal de la sanación de sus cuerpos, pero sólo se ve uno que lo reconoce y recibe el beneficio eterno de su salvación; y esto no vino de seguir en el rito perpetuamente; sino en ver la realidad del rito. Al Sumo Sacerdote ante él.
Son nueve los hombres que se perdieron lo mejor, que fueron tras las figuras y formas; y no reconocieron la realidad; la esencia de lo que realmente estaban haciendo y con Quien se encontraron; no tuvieron la sensibilidad de agradecer al Hombre que los sanó. Sólo en esa sensibilidad lo podremos ver, siguiendo el Espíritu de la ley, y no la letra. En la ley del amor.
Porque la ley, teniendo una mera sombra de los bienes venideros, no la imagen misma de las cosas, nunca puede perfeccionar a los que se acercan por medio de los mismos sacrificios que se ofrecen continuamente cada año. (Hebreos 10:1)
Si lees los capítulos 13 y 14 del libro de Levíticos, en el Antiguo Testamento; te darás cuenta que es el sacerdote quien declara limpio o impuro a un leproso; los nueve leprosos sanados de seguro llegaron al templo ante los sacerdotes terrenales y fueron declarados limpios en sus cuerpos; pero en cambio vemos al único que volvió al verdadero Sacerdote Jesús y es declarado limpio, no en su cuerpo terrenal solamente, sino limpio completo por gracia por medio de la fe, y por lo tanto, salvo!!!
¡Gracia y Shalom de nuestro gran Padre y Señor;
a los que se postran ante tal Sumo Sacerdote!!!
Amén.
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